LIMÓN&VINAGRE

Maje, ‘la viuda negra de Patraix’: la cárcel era una fiesta

Condenada por inducir el asesinato de su marido, acaba de dar a luz al hijo del que es padre otro preso autor de un crimen brutal; la prisión no le ha impedido mantener relaciones con varios reclusos

Maje, ‘la viuda negra de Patraix’, en Limón&Vinagre.

Maje, ‘la viuda negra de Patraix’, en Limón&Vinagre. / EPE

Jorge Fauró

Jorge Fauró

No está comprobado que María Jesús Moreno Cantó, ‘Maje’ (Novelda, Alicante, 33 años) haya dispuesto parte de su tiempo en prisión para leer a Ernest Hemingway y su ‘París era una fiesta’, en la que el ‘nobel’ norteamericano confiesa que "la idea de que todos los días debían ser festivos me pareció un descubrimiento maravilloso". ¿Qué pensaban? ¿Que el sexo entre rejas se limitaba a los ‘vis a vis’ y a la sordidez peliculera de las duchas? Tras conocer a lo largo de meses las relaciones sexuales de Maje con otros reclusos, hemos sabido que ‘la viuda negra de Patraix’ acaba de ser madre de un niño y que el padre es un condenado por asestar 44 cuchilladas a otro hombre y lanzar su cuerpo al Júcar con una bombona de butano atada a los pies. Curiosa pareja. E incómoda conversación la de esos consuegros por dirimir cuál de los dos es mejor muchacho, si el yerno o la nuera.

En la cárcel el tiempo pasa y el deseo aprieta, y por encima del crimen horrendo que Maje indujo a cometer —el asesinato de su marido en un garaje del barrio valenciano de Patraix a cargo del ‘pagafantas’ que en 2017 era su amante—, la autora intelectual de aquella muerte alimenta desde entonces el imaginario popular no ya por el parricidio, sino por la traslación pública de una vida sexual intensa y apasionada fuera y dentro de prisión.

Desde su encarcelamiento en 2018 en Picassent (Valencia), a Maje se le conocen, al menos, relaciones con cuatro internos en zonas comunes del recinto penitenciario —más de lo que han disfrutado en libertad muchos de esos primates fantasiosos—. Y sin Tinder, lo que traslada la equivocada impresión de que la cárcel, lejos de ser el espacio horrible y asfixiante que todos sabemos que es, representa para los reclusos lo que París para Hemingway, un ‘Sálvame Prisión’, un jolgorio constante donde todos los días son festivos, una bacanal continua de sexo consentido entre barrotes con servicio 24 horas de intercambio liberal. Mentira.

Esta es la historia. Maje es una joven enfermera nacida y criada en un pueblo del interior de Alicante, entre fábricas de especias y una floreciente industria de canteras, formada —dice ella— bajo la estricta "y represora" educación cristiana de su familia, que un buen día se larga a estudiar fuera del pueblo y descubre la vida que le había sido ocultada. "Notaba que me estaba pasando muy rápido la adolescencia, que no había hecho nada que no fuera obedecer a mis padres. No estaba viviendo la vida, era mi cruz". En 2016 se casa con un joven de la misma localidad. Eran novios desde 2011, cuando él tenía 30 y ella, 21. Antonio Navarro Cerdán, ingeniero de profesión, al que es infiel antes y durante el matrimonio, hasta que nueve meses después de la boda con su primera y única novia y con más cuernos que un cesto de caracoles (Salva, José, Tomás, Sergio…), el marido lo descubre, la echa de casa y Maje confiesa ese día a uno de sus amantes, Tomás: "Me satura, me agobia, le odio, quiero que se muera, no le aguanto, esto lo va a pagar caro, he pensado en acabar con su vida".

Tomás sale pitando, pero queda Salva, el ‘pagafantas’, un amante paralelo de los dos últimos años, que le hace la compra, auxiliar de enfermería y compañero de trabajo, 20 años mayor que Maje, casado, una hija, al que Maje envía cartas de amor que este plastifica y lleva siempre en su mochila. "Vale por todos los besos y abrazos que desees toda la vida", "Tu Maje, tu bruja, tu fea... Pero al fin y al cabo... tuya". Salva, un tipo normal, ni guapo ni feo, frente a una mujer atractiva, más joven, apasionada. Ni él se lo cree. En la mañana del 16 de agosto de 2017, cuando el ingeniero se disponía a acudir al trabajo, Salva le asestó ocho cuchilladas en un garaje del barrio valenciano de Patraix. "No quiero que falles", asegura Salva que le dijo Maje. "Ya está hecho", le confirmó él por teléfono. Lo demás es historia. Ella, condenada a 22 años de prisión; el autor material, a 17.

Y queda David M.R., de 38 años, último amante conocido y padre del hijo de Maje, en la cárcel desde junio de 2008 por matar a puñaladas a un hombre de 27, al parecer por un ajuste de cuentas. Condenado a 15 años, saldrá en libertad este verano. La extraña pareja. Maje y él llevan tres meses de relación dentro de Picassent, un entorno difícil para saber si comerán perdices. La vida de Maje resumida en otra frase de Hemingway: "¿Nunca te da la sensación de que toda tu vida está pasando y no la estás aprovechando? ¿Te das cuenta de que has vivido casi la mitad del tiempo que tienes para vivir?".