EN MADRID | ENTREVISTA

Sebastián Tellería, payaso: "Estar en el semáforo es una elección, no una necesidad"

Le habrá visto seguramente en algún semáforo de Madrid. Se llama Sebastián Tellería, es uruguayo y lleva casi 20 años haciendo reír en semáforos de Europa y América Latina. Dice que aunque la vida le lleve por otros derroteros profesionales, nunca dejará la calle: "Siempre volveré porque conseguir mover emociones es un don"

El payaso Firulete actuando frente a la sala de fiestas y conciertos La Riviera de Madrid.

El payaso Firulete actuando frente a la sala de fiestas y conciertos La Riviera de Madrid. / ALBA VIGARAY

Roberto Bécares

Roberto Bécares

P.- ¿Cómo se convirtió en artista?

R.- Ya de niño tenía cierto carisma con el público. En la Primaria ya leía en público o tenía alguna participación artística. Siempre digo que mi primer maestro fue mi abuelo, que fue una persona con mucho humor, y un payaso sin saberlo. En Uruguay hay una manifestación artística que se llama la murga, que es prima de la murga de Cádiz. Mi familia es muy murguero. Ahí fueron los primeros espejos donde vi arte popular. En Secundaria comencé a estudiar Teatro y a los 21 años me voy a Brasil a vivir a Florianópolis donde descubro el mundo del payaso. Mi payaso se llama firulete, que en portugués es algo así como el primer garabato del niño. También firula es el regate del fútbol.

P.- Hay diferentes tipos de payaso, ¿no?

R.- Firulete es el nombre artístico, pero efectivamente hay hasta cinco tipos de payaso diferentes que se puede caracterizar. En el caso de Firulete es un augusto, el tipo de payaso que es el más tonto, vamos a decir. Luego está el payaso blanco, que es el más serio. Cuando hay tres, siempre uno da órdenes, otro es el que acata, y el augusto es el que recibe la bofetada siempre. Firulete es mucho más augusto que de los otros. Firulete nace en la calle porque en la época conozco unos chilenos que trabajan con malabares viajando por América Latina y comienzo a hacer una dupla en la calle por una necesidad que tenía de juntar dinero en poco tiempo. A partir de eso descubro el payaso y comienzo a estar solo y paso por muchas facetas. Momentos de no entender lo que estaba haciendo, momentos de estudiar. Hay muchos maestros en Brasil, y hay muchos payasos internacionales. Tomaba cursos y talleres con payasos de todo el mundo y ahí es donde me torno payaso realmente. Que ese va a ser mi rol en la vida, hacer reír a las personas. Me apropié de eso. Era como el 2003, tenía 21, 22 años. Viví siete años en Florianópoilis y de ahí me fui a vivir a Río de Janeiro.

P.- Ha hecho espectáculos en teatro también.

R.- Comencé en la calle, y siempre he usado la calle como una tarjeta de visita que me abrió las puertas a otras cosas. Por ejemplo, muchas animaciones infantiles, muchos cumpleaños, muchos eventos, recepciones. Siempre al verme en la calle me convidaban a eso. Trabajé un tiempo para una sala de fiestas, que era como el payaso fijo, luego para una red de centros comerciales haciendo eventos y también para el Gobierno federal, en favelas, más de dos años en un proyecto del Gobierno para tomar diferentes proyectos artísticos para niños con otro compañero que hacía vídeos... Después me fui a Rio y se tornó más profesional. Allí hago mi primera presentación dentro de un teatro. Que también surge en la calle. Un productor me ve y me invita a trabajar en un teatro. Era ya 2014. Yo quería venir a Europa a hacer parte de festivales pero necesitaba tener un material. Empecé a proyectar eso y ese productor me da la oportunidad. Creo el espectáculo, que se llamaba ‘Sueños de un mundo maravilloso’. Y ese espectáculo lo presento en Brasil y en varias ciudades de Uruguay y de Argentina, con la idea de traer ese espectáculo a Europa. En 2018 hay una audición formar parte de una compañía en Francia. Éramos 40 artistas durante un mes y al término del mes me invitan a ser uno de los cinco invitados. Vengo a ser parte de la creación de un espectáculo pero nos agarró toda la pandemia.  En 2021, en octubre, estrenamos en Francia, luego 2022, 2023, y ahora 2024, el domingo vuelvo a Francia.

P.- ¿Mientras hacía todo esto seguías en la calle?

R.- Sí, creo que la calle es el espacio más democrático para el público, donde el artista puede presentar su número con la idea de que simplemente se muevan emociones. Creo que ese es el objetivo del artista. Cuando digo democrático es porque pasan todas las clases sociales

P.- Claro, porque no se pagan entradas.

R.- Eso es. Gente que igual no se puede permitir una entrada de teatro. Y también que el público paga si quiere, si le gusta. A veces hemos ido a ver una película, una obra o un partido de fútbol pero ya pagaste. Dentro de mi estudio me di cuenta de que el payaso como personaje viene mucho antes que el circo o el teatro. El artista callejero es mucho más antiguo que un artista en un circo por eso me pareció muy interesante darle una continuidad a algo que tiene una historia antiquísima y rica. Claramente estar en la calle no está bien visto. Normalmente la gente cree que está dando en vez de estar pagando, porque cree que la gente no está trabajando sino que está pidiendo, entonces intento también mostrar algo con calidad, no sé si pe podría decir así.

El payaso Firulete, representado por Sebastián Tellería,  lleva más de 20 años haciendo reír al público en América Latina y Europa.

El payaso Firulete, representado por Sebastián Tellería, lleva más de 20 años haciendo reír al público en América Latina y Europa. / ALBA VIGARAY

P.- Claro, hay una 'performance', usted tiene un guion. 

R.- Sí, claro, hay un comienzo, medio y final. Es un número de un minuto que tiene una escritura. En diferentes lugares me han preguntado por qué estás en la calle. Y yo les respondo que la única forma que tengo de crear esa emoción para que él me haga esa pregunta es que yo esté en la calle. Si no él nunca se va a cuestionar eso. Eso significa que ya cumplí el objetivo, moverle, al conductor o al motorista, que se cuestione también de que no porque estés en la calle no significa que no estés haciendo la calidad. Me han felicitado también por tener la camisa blanca, por no tenerla sucia, por que mi zapato está lustrado. 

P.- Eso parte del perjuicio o la percepción errónea que tiene el que ve el espectáculo.

R.- También tenemos la posibilidad de estar en el teatro, pero elegí el semáforo. El semáforo o la calle es una elección, no es una necesidad. Ahora, ya con 40 años, trabajo cuatro o cinco horas como mucho. Entro en escena 150 veces, pero como soy un payaso en el momento en que no estoy en escena el personaje continúa. Son cinco horas de estar dentro del personaje. Preciso continuar, hay un estado a mantener. A veces sí, tengo un minidescanso, pero me retiro 15, 20 metros de donde estoy.

P.- ¿De todos los sitios de Madrid cuál es el mejor semáforo para actuar?

R.- No tengo una preferencia, normalmente donde vaya la gente va a sonreír y en consecuencia va a pagar por el espectáculo visto. Preciso que tenga un tiempo determinado, que tenga un minuto al menos para desarrollar un comienzo, medio y final. No encuentro realmente un semáforo que sea uno preferido. Aunque, claro, si es un semáforo que tiene muchos transeúntes hace que quede muy apretado. En verano, tiene que tener sombra para trabajar bien, sobre todo en Madrid que hace tanto calor. Y a ver, los días de lluvia tampoco puedo trabajar.

P.- ¿Qué país es más agradecido? Brasil, Uruguay, Madrid, ¿son muy distintos?

R.- Sí, claro, cada país con su cultura tiene ciertas características. En un mundo globalizado y cosmopolita, en Europa vas a encontrar a más gente de todo el mundo, pero el nativo tiene una idiosincrasia a la que hay que saber llegar. Hay que hacer un estudio antes de cómo hay que enfrentarlo. Firulete tiene unas características que se repiten en muchos lugares. El como dirigirse a las personas. Por ejemplo, Brasil es Brasil, samba, calor... Francia es más cerrado, pero tiene un lado igual más culto, es otro tipo de público. En Madrid hay muchos latinos, que tienen otra idea. En América del Sur el artista callejero, el malabarista, es muy común. Por aquí pasan europeos que me dicen nunca lo vi. No elijo un lugar porque también es un desafío llegar a una ciudad nueva y poder con tu arte llegar sin importar el idioma. Da la casualidad que hablo portugués, francés, inglés, español e italiano y eso me ayuda. En España intento quebrar esa barrera del idioma y Firulete se adapta. En Francia habla francés y en España español de España, por eso intento buscar modismos. Hay gente que lo reconoce y otros que no. En la calle eso quiebra un poco. La información que quiero pasar no es por el idioma, sino por lo físico y la perfomance del número. Hablando de esa forma les quiebro un poco y pueden prestar más atención a lo otro.

Firulete, en un momento de su espectáculo.

Firulete, en un momento de su espectáculo. / ALBA VIGARAY

P.- ¿Qué es lo más bonito que le han dicho actuando en la calle?

R.- Buffff... tengo varias. La primera, al mes y medio, en Brasil, me pregunta un niño cómo me llamo. Yo no tenía nombre, y le digo Firulete, y se ríe mucho, y ‘mamá se llama Firulete’. Ahí fue la primera reacción. Fue espontáneo, no lo había pensado en ningún momento. Luego, tengo otra en un semáforo, con una persona más o menos de mi edad, 26, 27 años, que me agradece mucho, y con los ojos muy llorosos, me dice ‘estoy yendo al velorio de mi madre, muchas gracias por hacerme reír’. Aquello me movió mucho y me di cuenta hasta dónde podía llegar, lo que podía provocar. La responsabilidad que tenía como artista. Y luego también con los niños y las personas mayores. Muchos con lágrima en los ojos. Como soy un payaso bastante clásico a los más viejos les hace recordar su niñez y les mueve. Cosas como “es lo mejor que me ha pasado en el día”, “gracias por estar”. Hay muchos mensajes que son el alimento para volver, para darme cuenta de que estoy cumpliendo una función. No es oportunismo. Esto viene determinado, viene conmigo, que me hago responsable de esa capacidad que tengo. Normalmente no le echo la culpa al público. Si no se está riendo y no me está pagando no es su culpa. Por eso también lo de no elegir semáforo bueno o malo... yo tengo la capacidad, si no estoy llegando a eso es por algo mío interno. Hay un trabajo de respiración, de estar concentrado, de olvidarse de los problemas del día a día.

P.- ¿Le da para ganarse un jornal estar cinco horas en la calle?

R.- Es muy difícil para mí trabajar 40 horas, sin menospreciar un trabajo de 40 horas. No voy a cambiar lo que hago por un salario mínimo. La ooportunidadde estar en la calle es que alguien te pueda pagar y te puede dar un maletín con dos millones de euros, estoy exagerando, claro, pero Corres ese riesgo. Si trabajas ocho horas por día la nómina es la nómina...

P.- Habrá días mejores y peores para trabajar, ¿no? El lunes no será un buen día.

R.- Claro, eso es verdad. Normalmente la calle los lunes la gente viene del fin de semana, pero igual si estás un lunes a las ocho de la mañana y lo hacéis sonreir, es un desafío mayor, seguro. Claramente que los lunes y martes no los trabajo normalmente, porque trabajo sábado y domingo. Trabajo cinco días y tengo que cumplir. Alquilé un piso con mi compañera, vamos a tener una hija, estamos casi de ocho meses, y no puedo pensar en dejarlo. Mi mujer es una mujer del siglo XXI, que tiene su salario y su entrada de dinero, pero sumamos los dos. Vivimos bien. Nos damos el gusto de irnos de vacaciones, de comprarnos un coche, de ir a Uruguay a visitar a la familia. Como todo artista. Hay pocos artistas que son famosos, pocos que ganan mucha plata, el resto lo hacemos por amor al arte y se sostiene. Hay diferentes algos a los que llegar con el arte, a tener un sustento, la calle, sala de fiestas, teatros... A mí por suerte me ha dado para vivir y siempre he tenido lo que quise, siempre con los pies en la tierra también. Nunca pasé necesidades económicas y, si las pasé, la familia me pudo ayudar, o un amigo. El artista callejero si te enfermas 15 días...imagínate la pandemia...un préstamo para poder devolverlo, otros artistas que ayudaban...Siempre tuve la capacidad de poder sobrevivir.

P.- ¿Nunca dejará la calle?

R.- Yo estoy en un proceso ahora de cambiar de profesión. Estoy estudiando para eso, pero creo que no. Firulete siempre va a volver a la calle. No para llevar el sustento, pero sí para tomar el gusto de volver. Durante mucho tiempo muchos amigos me dijeron que ya era el momento de dejar la calle, yo les decía que no. Ahora voy a tener una hija, ¿es el momento de dejar la calle?. Creo que todavía no. Estoy estudiando para insertarme en otro lado profesional, pero a la calle siempre voy a volver para manifestar esto que hago y poder mover esas emociones que son un don. Con toda la humildad lo digo.  

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