EN MADRID | ENTREVISTA

Yolanda García, trabajadora social: "Nadie duerme en la calle porque quiere"

Madrileña de Carabanchel, empezó a trabajar en los servicios sociales municipales hace 27 años. Desde 2021 es la jefa del Departamento de Prevención del Sinhogarismo y Atención a Personas sin Hogar del Ayuntamiento de Madrid

Yolanda García, jefa del Departamento de Prevención del Sinhogarismo y Atención a Personas sin Hogar del Ayuntamiento de Madrid.

Yolanda García, jefa del Departamento de Prevención del Sinhogarismo y Atención a Personas sin Hogar del Ayuntamiento de Madrid. / ALBA VIGARAY

Víctor Rodríguez

Víctor Rodríguez

¿Cuántas personas sin hogar hay en Madrid?

Tenemos una información mensual de la intervención que realizan los equipos de calle y ahora mismo el dato es que hay una media de 1.032 distribuidos por los diferentes distritos de Madrid. El distrito donde hay más personas sin hogar en calle ahora mismo es Centro, seguido de Arganzuela. Además, no solo contabilizamos las personas que están en situación de calle, sino todas las personas que residen en los diferentes recursos que ofrece la red de personas sin hogar, con aproximadamente 1.200 plazas.

¿Cuáles son esos recursos?

Ahora el Ayuntamiento de Madrid tiene cinco centros de acogida. Vamos a inaugurar próximamente otro, que sería el sexto. El más grande y el más antiguo es el de San Isidro, que ha cumplido el año pasado 80 años. Y también hay plazas y programas en pensiones o viviendas para personas con otras necesidades.

¿Hay quien duerme en la calle porque quiere?

Yo creo que porque quiere no. Hay gente que ha perdido la confianza en todo, también en las instituciones y en cualquiera que se le acerque, y rechaza acudir a los recursos, es uno de nuestros retos. Pero no creo que se pueda culpar a la persona de esa situación. Al final, las causas son muchas. A veces son malas decisiones, a veces son hechos traumáticos… Cuando te acercas a personas que están en calle o en alguno de los recursos te das cuenta de que ninguno estamos libres de vernos en una situación de este tipo.

¿Sí? ¿Eso no es un tópico, una frase hecha?

No, no, eso es así. Hay licenciados, gente con muchísimo talento, gente que ha tenido empresas, periodistas… Gente que ha tenido hasta un punto una vida como la que podemos tener tú y yo y, de repente, ha habido circunstancias, cuando les preguntas, como la pérdida de un familiar muy cercano, una situación de pérdida de empleo, una situación económica muy compleja, adicciones, a veces anteriores, a veces posteriores… No es un tópico, no.

No diría que Madrid sea una ciudad hostil para las personas sin hogar: cada vez más gente las mira de otro modo, y eso es importante

¿Por qué los que no estamos en esa situación miramos a otro lado?

Bueno, ellos sí que se ven así, se identifican como invisibles y lo llevan con mucho peso. Una persona con la que hablaba me decía: “Tú ves cinco veces a la misma persona durante todos los días y al final la saludas, pero a una persona sin hogar no la saludas”. No sé si es el rechazo a algo, el miedo a que nos puedan pedir algo, cierta sensación de inseguridad… Pero cada vez hay más gente sensibilizada con el sinhogarismo.

¿La hay? ¿No es Madrid una ciudad hostil para las personas sin hogar?

Hay gente que incluso se acerca de manera anónima a los centros, nosotros estamos abiertos a que se conozcan los recursos, y te dicen: “Pues a mí me ha cambiado la visión…”. Es muy importante trabajar la sensibilización con la población. Lo vemos mucho cuando nos acercamos a los vecinos. Algunos lo viven con rechazo: “Esto me molesta”, y otros dicen: “No se puede permitir que una ciudad como Madrid tenga una persona durmiendo en la calle”. Yo no diría que esta sea una ciudad hostil: cada vez más gente mira a las personas que están en calle de otro modo, y eso es importante.

13.06.2024. MADRID. Centro de acogida Beatriz Galindo, en Madrid. Foto: Alba Vigaray

Yolanda García, en el centro de acogida Beatriz Galindo, en Madrid. / ALBA VIGARAY

¿Entre esas 1.032 personas hay un perfil?

Más del 80%, casi el 90%, son hombres. Y a partir de 40 años, aunque hay cada vez más personas jóvenes, y ese es un perfil que nos preocupa. Otro perfil que nos preocupa notablemente es el de los mayores de 65 años. Hay gente de 75 años, de 80 años en calle. La población migrante es más vulnerable. Y hay gente que lleva muy poquito tiempo en calle, que acaba de perder su vivienda y que a lo mejor duerme por temporadas en calle porque no puede mantener un alojamiento: cuando trabaja puede pagarse una pensión o una habitación y cuando deja de trabajar duerme en calle. Y es gente que necesita otro tipo de recursos y otro tipo de intervención.

Traigo un titular de noviembre del año pasado: “La mitad de las personas sin hogar que atiende Cruz Roja tiene un empleo”.

No diría tanto como un empleo, pero algunos ingresos, sí. Otros no tienen ningún tipo de ingreso, y esa es parte del trabajo de los equipos, intentar que puedan garantizarse algunas prestaciones a las que tienen derecho. Alguno no tiene documentación. Sabemos que se llama así porque nos lo dice, pero no tenemos ningún papel que lo certifique.

¿Qué es lo más duro de la calle?

Son situaciones que te destrozan, que te machacan. Nos decía un periodista, Jorge Bustos, que nos ha visitado durante un año, que la calle es una trinchera porque es una situación de inseguridad, de estar en alerta constantemente. Muchos por la noche no duermen, duermen por el día porque por la noche corren más peligro. A veces vienen a los centros con trastornos del sueño.

Creo que en los 27 años que llevo trabajando nunca he desconectado. Tienes tu vida personal, claro, pero siempre estás con el trabajo un poco en la cabeza. A veces llego muy tocada

¿Cuánto llegan a durar estas personas en situación de calle?

Algunos llevan muchos años, seis, siete, ocho años, que es algo demoledor. Y el trabajo que estamos haciendo con los equipos es ver cómo podemos acceder a estas personas, intentar vincularnos.

¿Cómo hace para desconectar, para no llevarse el trabajo a casa?

Yo creo que en los 27 años que llevo trabajando, ahora con el sinhogarismo, pero antes con otras realidades, nunca he desconectado. Sí, desconectas, tienes tu vida personal, pero yo, por ejemplo, oigo en la radio que hay una bajada extrema de temperaturas, o nieve, o arena del Sáhara, y ya estoy preocupada. Creo que estar en este tipo de trabajo requiere esa implicación. Siempre estás con el trabajo un poco en la cabeza. Y a veces llego muy tocada. En ocasiones no hay respuesta, y eso también lo tienes que trabajar, individualmente y con el equipo. No tenemos soluciones para todo, pero seguimos cuestionándonos cómo buscarlas.

¿Hay solución al problema del sinhogarismo?

Yo tengo que pensar que sí. Siempre va a existir esta realidad por las crisis económicas, por la situación de la vivienda en Madrid, que es muy complicada… Pero se puede ir mejorando en la respuesta que le podamos ir dando. ¿Acabar con el sinhogarismo? Pues a lo mejor puedo ser muy utópica, pero ojalá se pueda ir reduciendo.

¿Y cómo puede conseguirse?

Se requiere un trabajo preventivo, ser ágiles en la intervención para que se puedan facilitar los apoyos antes de que las personas llegan a situación de calle. Y se necesita la implicación de muchas áreas de trabajo y de distintas administraciones. Hablamos de políticas de inmigración, de vivienda… El sinhogarismo es tan estructural que tendría que ser respuesta de muchas administraciones, de muchos departamentos, de muchos profesionales, no solo de los que trabajamos directamente con las personas que están en calle. Sería un trabajo de todos.

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