DÍA DEL ORGULLO

El colectivo LGTBI: cada vez más fluido y menos encasillado en sus propias siglas

Las generaciones más jóvenes prefieren conceptos más abiertos, como la identidad de género no binaria o la bisexualidad 

Joan Gabàs, en un retrato.

Joan Gabàs, en un retrato. / MANU MITRU / EPC

"Las etiquetas LGTBI pueden llegar a ser una cárcel", aseguraba una persona ‘queer’ estadounidense en X (antes, Twitter). Su comentario, que se hizo viral, destapó una realidad cada vez más evidente: las nuevas generaciones del colectivo creen que la identidad no es algo estático, sino fluido. Es decir, cada vez menos se encierran en una sola letra del colectivo y prefieren mantener cierta libertad a la hora de definirse, apostando por identidades menos rígidas y más abiertas, como la identidad de género no binaria o la bisexualidad

Hay decenas de estudios que se han adentrado en este fenómeno, y todos lo corroboran: las demografías más jóvenes del colectivo son cada vez menos estrictas en su propia definición. Por ejemplo, un estudio del Gobierno estadounidense detectaba un aumento en las personas no binarias (en concreto, del 60%) y concluía que la población estrictamente no binaria ya era mayor que la que se definía como solo trans (un 5% contra un 3% del total).

El 95% de las personas no binarias encuestadas en España tenían menos de 35 años

En España, el estudio más importante sobre las realidades no binarias lo lideró en 2022 el Ministerio de Igualdad . Entre otras conclusiones, apuntaba que la diversidad es cada vez más visible, lo cual permite que "las personas puedan ensanchar los márgenes" para definir su género. Otro dato relevante es que el 95% de las personas no binarias encuestadas tenían menos de 35 años. Es decir, las generaciones más jóvenes están liderando el movimiento de fluidez y ruptura de los arquetipos de género establecidos. 

"Vi que, ante la pregunta '¿te sientes identificado con el colectivo LGTBI?', muchas personas ‘queer’ decían que no. ¿Por qué tantos decían que no si cada vez hay más letras para representar la diversidad? Pues porque ahora todo es más fluido y no hay tanta necesidad de etiquetarse", resume Blau Piqué, que se identifica como persona trans no binaria y travesti.

Las etiquetas LGTBIQA+ todavía sirven al colectivo "para visibilizar experiencias y violencias concretas"

Ante el aumento de siglas, cuenta, hay personas que sentirán que "pueden hacer una lista con todas las categorías del colectivo LGTBIQA+ con las que se identifican". Sin embargo, no lo hacen "para hacer colección", sino que es porque cada vez la identidad es más fluida y una sola persona puede hacer muchos ‘checks’ a varias siglas a la vez (por ejemplo, se puede ser bisexual, trans, no binario y asexual). 

Advierte de que aunque cada vez más gente apueste por la fluidez, las etiquetas todavía sirven "para visibilizar experiencias y violencias concretas". Coincide Darío Doña, mujer trans heterosexual: "En las décadas de los 70, 80 y 90 las siglas se usaron para unificar al colectivo como movimiento político" y "como realidades visibles y calificables", lo cual les permitía luchar por sus derechos

"Llevo desde los 16 años pensando quién soy. El término no binarismo me permite no pensar en el género, no tener que categorizarme"

Kalva Klein

— Guitarrista de Ruïnosa y las Strippers de Rahola

Una vez conseguidos algunos derechos básicos, crear distinción entre siglas e identidades resultó ser contraproducente, ya que acaba creando esa sensación de que la identidad puede ser una cárcel. Sin embargo, el sistema de siglas no puede dejarse todavía a un lado. "Romper todas las etiquetas puede provocar desventajas, porque el sistema las exige", advierte. Al final, en una sociedad que Doña define como "capitalista, racista, tránsfoba, homófoba, machista, y un largo etcétera", suprimir las etiquetas provocaría invisibilizar y eliminar las reivindicaciones individuales y colectivas.

Salir del armario dos veces

Pero ¿a qué se refieren exactamente cuando dicen que las etiquetas son constrictivas? Un ejemplo es el caso de Jaume Guillén. Para él la etiqueta 'gay' fue una imposición: "De adolescente me gustaban los chicos y las chicas, pero como tenía pluma, creía que lo gay iba vinculado a mi tipo de masculinidad, así que pensé que obligatoriamente era homosexual". 

Tras un proceso de introspección, se dio cuenta que su expresión de género no condicionaba su sexualidad. "Si hubiera salido del armario como ‘queer’, no tendría que haber salido del armario dos veces, una como gay y otra como bisexual. Para los que nunca han salido del armario, que sepáis que hacerlo es muy traumático. Imagínate hacerlo dos veces", recuerda. 

Un caso similar es el de Joan Gabàs. Cuando salió del armario como bisexual, creía que la atracción debía ser en un porcentaje de 50-50 hacia cada género. Pero tras analizarlo con otras personas del colectivo, vio que la bisexualidad no tenía que ir marcada por ningún porcentaje, y que cada experiencia es única en cada persona. "Que tengas más preferencia hacia un género no invalida tu bisexualidad", detalla. 

El mito de la transición

Darío Doña también desafió uno de los mitos más reproducidos sobre el colectivo trans, el de que la transición tiene un inicio, proceso y final. Es el mito de la persona trans perfecta: la que empieza con un género asignado al nacer, y transiciona hasta otro género. Un proceso binario que empieza y acaba. Sin embargo, ella no lo cumplió a rajatabla: a pesar de que tiene una expresión de género prototípicamente femenina, no se ha cambiado el nombre. "Para mí, el nombre no era un marcador de género, mi género soy yo como persona, mientras que mi nombre solo va asociado a mis experiencias. No quiero despegarme de algo tan asociado a mí", recuerda.  

Otro ejemplo de fluidez en cuanto al género es el grupo punk Ruïnosa y las Strippers de Rahola. Todos sus miembros se definen como personas no binarias y bisexuales. Para ellas, ambos términos son una especie de paraguas para describir una identidad fluida y plural, que no quieren encasillar ni entre hombre o mujer o ni por lo que se sienten atraídas. "Mi no binarismo surge de la vagancia", bromea Kalva Klein, guitarrista del grupo: "Llevo desde los 16 años pensando quién soy o qué debo ser, así que este término me permite, de forma fácil, no pensar en el género, no ser nada, no tener que categorizarme".

Para Blau Piqué, esta corriente de fluidez del colectivo, además, no solo se limita al género o la orientación, también a la sexualidad. "La asexualidad, por ejemplo, se suele pensar que es que no tienes deseo sexual, sin embargo, hay muchos grises dentro del espectro asexual". Al final, el colectivo concluye que aceptar que las identidades son fluidas les permite una vivencia más poliédrica: no quedan encerrados en una identidad definida en la adolescencia, sino que se asume que todo cambia a lo largo de la vida. Incluido el deseo, la expresión de género, la sexualidad, la atracción y todos los aspectos que definen la persona. 

Según Ruïnosa y las Strippers de Rahola, esta fluidez está superando las barreras del colectivo y también está llegando a las personas cisheterosexuales. "Ahora la masculinidad se cuestiona en todos los ámbitos. Es lo que pasa con las luchas, los derechos los consiguen unos pocos, pero los beneficios son para todos. Y está bien que sea así, pero hace falta que se sepa de dónde vienen y quién los ha conseguido", reivindican.