Un mes de conflicto

Las mujeres y niñas de Gaza, aún más vulnerables durante la guerra

Aunque las bombas israelíes que ya han matado a más de 9.000 personas no discriminan, siempre en una situación de conflicto y de caos son las mujeres quienes pagan el precio más elevado

El Ejército israelí afianza sus posiciones en la costa y endurece los ataques a Gaza, más fragmentada.

El Ejército israelí afianza sus posiciones en la costa y endurece los ataques a Gaza, más fragmentada.

Andrea López-Tomàs

Los mensajes desde el campamento de refugiados de Jabalia llegan a cuentagotas. En medio de los bombardeos, la vida. "Ha nacido el hijo de Hanaa", anuncian, acompañando estas palabras de rostros con los ojos convertidos en corazones. Entre el segundo y el tercer ataque israelí sobre una de las zonas más densamente pobladas del mundo, que se han cobrado al menos 400 muertos, irrumpió con esperanza este pequeño. Es él, el hijo de Hanaa. Lejos de la Franja, aún no se conoce su nombre ni cuándo nació. Lo único que es seguro es que llegó. Llegó a Gaza, "el peor lugar del mundo que existe ahora mismo para nacer", reconoce Andrés Conde, director general de Save the Children. Este bebé palestino ahora se une a su madre en el difícil reto de sobrevivir en la Franja de Gaza estos días, donde mujeres y niñas son condenadas a la vulnerabilidad más extrema.

Aunque las bombas israelíes que ya han matado a más de 9.000 personas no discriminan, siempre en una situación de conflicto y de caos son las mujeres quienes pagan el precio más elevado. Sus derechos, su salud, su integridad están en riesgo desde que Israel empezó su más letal ofensiva sobre Gaza el pasado 7 de octubre. "Los conflictos siempre tienen un impacto de género en las mujeres y las niñas", explica Heather Barr, directora de la división de Derechos de las Mujeres de Human Rights Watch (HRW). "Obviamente, el conflicto es profundamente dañino para todas las personas de todos los géneros, pero tiende a afectar a las mujeres y las niñas de algunas maneras específicas", señala a este diario. 

"Cuando hay una ruptura en el orden social, como está ocurriendo ahora en Gaza, se suele observar un aumento de la violencia sexual y, desafortunadamente, eso también llega en un momento en el que hay mucha menos capacidad para brindar el tipo de apoyo y servicios que las personas que han experimentado violencia sexual necesitan", afirma Barr. En medio del caos más absoluto al que Israel condena a Gaza, en medio de la misión colectiva por sobrevivir a la que los palestinos se enfrentan desde hace casi un mes, hablar de estas violencias ni siquiera es una opción. Casi tampoco es posible detener el foco en las vulnerabilidades que sufren las mujeres mientras miles de sus conciudadanos languidecen en los hospitales, al tiempo que decenas de camiones con ayuda humanitaria esperan su turno para entrar al enclave.

Cesáreas sin anestesia

Gran parte del foco está puesto en las mujeres embarazadas. Las cifras indican que son más de 50.000. "Unas 5.400 van a dar a luz en las próximas tres semanas", como Hanaa, afirma Conde. "La devastación de los servicios de salud va a provocar que esos partos no puedan darse en condiciones adecuadas, y hay un enorme riesgo para las madres y sus bebés, porque las poquísimas instalaciones sanitarias que están abiertas no van a poder recibir a aquellos que necesiten servicios neonatales", explica a El Periódico de Cataluña, del grupo Prensa Ibérica. Un sistema sanitario colapsado es la única esperanza de los gazatíes. Los 2,3 millones de ciudadanos del enclave intentan salvar sus vidas en un lugar donde el 60% de los servicios de salud está cerrado, a la vez que un tercio de los hospitales también ha sido clausurado, según Save the Children.

Ya se han registrado partos por cesárea realizados sin anestesia, al igual que otras operaciones quirúrgicas. "Los hospitales funcionan por orden de llegada", cuenta Hiba Tibi, directora de CARE en Cisjordania y Gaza. "Si en algún momento el hospital se queda sin anestesia, las cirugías se realizarán sin ella hasta que los médicos consigan otro suministro, si es que lo consiguen", añade para este diario. Además, la ausencia de agua tiene terribles consecuencias para las mujeres y las niñas. "En los hospitales, se está reutilizando material de un solo uso sin posibilidad de lavarlo casi", señala Tibi.

Uso de agua contaminada

"A través de nuestro personal en Gaza, sabemos que en ciertos lugares las mujeres que no podían amamantar se han visto obligadas a usar agua contaminada para la fórmula para bebés, ya que no tenían acceso a agua limpia", lamenta Tib. Sumado a la ausencia de agua potable, el hacinamiento de miles de personas en escuelas de las Naciones Unidas, en busca de un lugar seguro, impacta en la salud sexual y reproductiva de las mujeres. "Imagina tener la menstruación cuando estás huyendo de un ataque aéreo o cuando acabas de llegar a un refugio sin ninguna de tus pertenencias, donde sabes que te faltan la privacidad, las instalaciones y los suministros que necesitas", denuncia Barr. 

Todas estas ausencias en un lugar donde la menstruación sigue siendo un gran tabú "provocan un enorme nivel de estrés adicional", apunta la representante de HRW. Antes de la guerra, todos los habitantes de Gaza sufrían mucho más que en cualquier otro lugar del mundo en materia de salud mental. "Ahora, veremos cómo toda esta violencia vertida sobre ellos va a provocar, y ya está provocando, una cantidad de ansiedad y angustia que va a dejar heridas que nunca van a cicatrizar", constata Conde. En casi un mes, las bombas apenas se han detenido. Es imposible pensar en un mañana cuando el hoy está desbordado de muerte y éxodo.

Pero, entre todo este desconcierto, hay lugar para aún más violencia. "La desprotección de las niñas en situaciones de caos donde la separación de familiares está siendo muy frecuente es enorme", apunta el director de Save the Children. "Una niña sola está muchísimo más expuesta a la violencia sexual y a la explotacion que un niño; además, muchas han quedado huérfanas o separadas por el caos o los desplazamientos forzosos", lamenta. Pero, aunque pasen los días y Gaza siga siendo el peor lugar donde nacer, quedan espacios para las lágrimas de felicidad. Como las de una madre que, como Hanaa, coge por primera vez en brazos a su pequeño y ese roce hace desaparecer por unos instantes todo el dolor que les rodea.