Guerra en el este de Europa

Asia no compra el plan Zelenski para la paz en Ucrania

El presidente del país eslavo no consigue garantizar el apoyo de la región, que ve el conflicto como algo lejano, con la excepción de Japón, Taiwán, Corea del Sur y Filipinas

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, saluda a su homólogo filipino, Ferdinand Marcos Jr.

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, saluda a su homólogo filipino, Ferdinand Marcos Jr. / EP

Las impetuosas carreras de la prensa gráfica anunciaron este sábado la llegada de una celebridad ajena al programa. Por los marmóreos pasillos del hotel Shangri-La apareció Volodímir Zelenski. El presidente dirigió el foco a Ucrania en la cumbre anual de seguridad internacional de Singapur, con asuntos tan relevantes como el regreso del diálogo militar entre China y Estados Unidos, pero partió de la ciudad-estado con resultados mejorables. Pretendía arrastrar a los gobiernos asiáticos a su causa y apenas consiguió el sí de Timor Oriental.

"Necesitamos el apoyo de los países asiáticos, es muy necesario... Queremos que Asia sepa lo que está ocurriendo en Ucrania, que apoye el final de la guerra y que sus líderes atiendan la cumbre de la paz", rogó durante su alocución de 20 minutos. Hablaba de la cumbre de la paz que organizará Suiza en junio y a la que, según sus cuentas, acudirá un centenar de países. Aclaró Zelenski que medirá el éxito de su viaje a Singapur en el número de miembros asiáticos que aterricen en Suiza. Descartado el auxilio militar que le presta Occidente, pretende el sello de aprobación a su plan de paz.

En Singapur no consiguió la promesa de su anfitrión ni de Indonesia. La nómina de países favorables incluye a Japón Taiwán, siempre en la órbita de Washington, y Corea del Sur y Filipinas, cuyos gobiernos conservadores han abandonado el equilibrio entre China y Estados Unidos. Corea del Norte se ha alineado sin recato con Moscú y el resto se aleja de la polarización, con escasas condenas a la invasión y ningún entusiasmo por las sanciones. Es un cuadro similar al del Sur Global pero el peso económico y demográfico de Asia la convierte en una pieza clave de la estrategia atlantista.

Seguridad europea y asiática

Confluyen varias razones. No comparten los líderes de la región la certeza de que la seguridad europea y asiática estén conectadas y, por más que repita Occidente que después de Ucrania viene Taiwán, el asunto se antoja lejano. Hay también lamentos por la desatención. "El conflicto está provocando que Bruselas deje de lado las relaciones políticas con el sudeste asiático e India o las ayudas al desarrollo. Los políticos asiáticos se preguntan por qué tienen que prestar apoyo a Europa, ni siquiera diplomático, si ellos no lo reciben", opina Ramón Pacheco, profesor de Relaciones Internacionales del King College y experto en Asia Oriental.

La ASEAN, el grupo de países del sudeste asiático, emitió un comunicado pocos días después de la invasión rusa mostrando su "preocupación" por la "evolución de la situación en Ucrania". La tibieza desoló a las cancillerías europeas y fracasaron los esfuerzos diplomáticos de Kiev. Con mínimas variaciones, sus posturas se han mantenido hasta ahora. Vietnam, Laos, Tailandia y Sri Lanka se han abstenido en las votaciones de la ONU. Indonesia se presentó como mediadora y su plan de paz fue tan menospreciado por Occidente como el chino y el indio. En Suiza se elevará el plan ucraniano. Entre otras reclamaciones, exige la devolución de todos los territorios ocupados por Rusia.

"No creo que haya ningún debate en Suiza sobre ese plan así que muchos países asiáticos juzgan que su sola asistencia ya les empujaría al bando ucraniano", juzga Pacheco. Le urge a Occidente darle lustre a una cumbre planeada con ínfulas globales. No ha sido invitada Rusia, faltará China porque no le ve el sentido a una reunión sin todas las partes y Joe Biden ya ha aclarado que son más relevantes sus compromisos electorales. Su enjundia no dependerá sólo de los países presentes sino de los representantes enviados porque no es lo mismo un cónclave de primeros ministros que de funcionarios ministeriales. Ahí radica la relevancia del segundo viaje a Asia de Zelenski desde que estalló la guerra.

"Doble rasero colonial"

No ven en Asia la cercanía al conflicto ni las ventajas de alinearse con un bando y pesa aún más el acrisolado cinismo occidental. Niños vietnamitas siguen naciendo con terribles malformaciones por el agente naranja esparcido décadas atrás. Niños laosianos pierden aún sus piernas por las bombas racimo que impiden los cultivos en buena parte de un país atrasado. Nadie ha olvidado en Camboya los desmanes de aquellos jemeres rojos que no habrían salido nunca de la jungla sin el apoyo popular que les procuraron los indiscriminados bombardeos. Aquellas guerras fueron libradas por Estados Unidos en nombre de la misma libertad y democracia que son invocadas ahora. "Asia ve en la furia moral de Occidente sobre la invasión rusa aquel doble rasero colonial de los siglos 19 y 20 que se perpetúa en el 21. Como dijo el medio británico 'The Economist', para Estados Unidos esto es una lucha entre democracias y autocracias. Para la mayoría del resto del mundo, es una lucha entre la autocracia y la hipocresía", opina Peter Kuznick, historiador y profesor de la American University. "Esto se refleja en la falta de apoyo de Asia y África a la OTAN, Zelenski y Ucrania, ya sea en Singapur, en la ONU y en otros foros. También entienden que lo de Suiza será más una cumbre por la guerra que por la paz", continúa. La alternativa preferida por Asia, finaliza, son los planes chinos y brasileños, que buscan la resolución pacífica del conflicto por vías que reflejen los intereses de seguridad de Rusia y Ucrania.

El autismo asiático a la invitación de Zelenski, la favorable evolución para Rusia en el campo de batalla y los incumplidos pronósticos de su colapso económico son signos de los tiempos: no puede ya Occidente ahogar a un país sin el concurso del Sur Global y le falta capacidad para seducirlo.