POLÍTICA EXTERIOR EL 9J

Ucrania divide a la ultraderecha europea y Gaza, a la izquierda

Populares y socialdemócratas están unido ante el aumento del gasto en Defensa, pero "debe decidir si pasa ‘de las musas al teatro’ y lanza una transición a la seguridad común”, dice Pol Morillas, director del Cidob

El Parlamento Europeo se convierte en escenario de los debates televisados de las elecciones europeas de 2024.

El Parlamento Europeo se convierte en escenario de los debates televisados de las elecciones europeas de 2024. / DPA/ PHILIPPE STIRNWEISS

Mario Saavedra

Mario Saavedra

La Unión Europea está rodeada de guerras y tensión, desde Ucrania a Rusia pasando por el Sahel o el Magreb. De las elecciones del próximo 9 de junio saldrá un nuevo poder comunitario que deberá perfilar la posición común ante esos y grandes retos geopolíticos. Algunos de esos conflictos concitan un consenso suficiente mientras que otros provocan grietas en grupos parlamentarios consolidados.

La defensa de Ucrania ante la invasión a gran escala de Rusia une a PSOE, PP, Ciudadanos y, con matices, Sumar. Vox no lo menciona en su programa, y se pone de perfil en sus mítines para no incomodar a los ultraconservadores polacos, pro-ucranianos, ni al húngaro Víktor Orban, tolerante con Rusia. Podemos, por su parte, pide primar la negociación sobre el envío de armas y se opone a un mayor gasto militar como defienden los partidos de centro europeos. 

En las críticas a Israel por los excesos militares en Gaza y en el clamor contra la muerte de decenas de miles de civiles coinciden PSOE, Sumar y Podemos. Los morados fueron los primeros en decir que lo que se producía en la Franja constituía delito de genocidio, una definición que ha sido usada recientemente también por los de Yolanda Díaz y por algunos miembros del ala socialista del Gobierno, desde la ministra de Defensa, Margarita Robles, hasta la cabeza de lista y probable comisaria europea, Teresa Ribera.

Ni PP ni Vox ni Ciudadanos mencionan el conflicto en los manifiestos o programas presentados por el momento. Los populares han sido contundentes y explícitos en la condena de la masacre que cometió Hamás el pasado 7 de octubre, pero no tanto en la denuncia de la muerte de los civiles palestinos.

Hay omisiones llamativas en lo que respecta a la vecindad sur europea, especialmente en lo relativo a Marruecos. El PP no lleva nada en el manifiesto de ocho páginas que es más parecido a un programa publicado hasta la fecha. Podemos y Sumar piden revertir el giro dado por Pedro Sánchez respecto al Sáhara Occidental. 

El conflicto diplomático sobre Gibraltar sale mencionado profusamente en el programa de Vox, que se opone al acuerdo que negocia la Unión Europea en nombre de España para derribar la Verja, mientras que PSOE, Podemos y Sumar piden que siga adelante para mejorar la vida de los ciudadanos del Campo de Gibraltar. 

División en la ultraderecha europea

El escenario es más complejo a nivel europeo. No todas las posiciones de los partidos españoles encajan con las que defienden los grupos del Parlamento Europeo a los que pertenecen en Europa. 

Por ejemplo, Vox comparte el Grupo de Conservadores y Reformistas de Europa (ECR) con los polacos de Ley y Justicia, que por razones históricas tienen una posición sin fisuras de apoyo a Ucrania, y sintonía con la Unión Cívica Húngara de Víktor Orban, que ha sido una suerte de Caballo de Troya de Rusia en Europa, vetando o dificultando las sanciones contra el régimen de Vladímir Putin.

Otro de los puntos de fricción es la inversión en Defensa. “La clave de estas elecciones es si los partidos de centro (populares, socialistas, liberales) pasan ‘de las musas al teatro’ y ponen recursos, más allá de las declaraciones, para reforzar esa Europa de la seguridad y la defensa común, una ‘transición de seguridad’ equiparable a la transición verde”, plantea en conversación con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA Pol Morillas, director del Cidob. “La izquierda, salvo los verdes, ve en ese discurso que se está yendo a rebufo y siguiendo los intereses de Estados Unidos y crítica el gasto en defensa si va ligado a menos compromisos verdes”.

Tras la invasión rusa de Ucrania, hay un consenso entre los países de la UE para relanzar las capacidades defensivas de Europa. ¿Y si Donald Trump llega a la Casa Blanca y desoye sus compromisos hacia la OTAN? ¿Pueden los 27 depender solo del paraguas estadounidense ante un eventual choque con Rusia? El alto representante de la Política Exterior y de Seguridad de la UE, Josep Borrell, ha conseguido lanzar mecanismos de apoyo conjunto a Ucrania e incluso la creación de un pequeño batallón de reacción rápida europeo. Un embrión de Ejército común, para los más optimistas. Impulsó, junto a los principales socios, la Brújula Estratégica, la biblia de seguridad para los 27. 

Uno de los empeños es fomentar la industria de defensa común europea. Existen proyectos en marcha, como el Futuro Sistema Aéreo de Combate FCAS, compuesto por un caza de fabricación europea rodeado de una nube de drones. En él participan Alemania, Francia y España. 

“La clave no es tanto el impulso del gasto nacional como el integrado entre Estados miembro, y la interoperabilidad de los sistemas de defensa y el refuerzo de la industria”, explica Morillas. “La extrema derecha tendrá dificultad en apoyar ese aumento del gasto de defensa conjunto porque su propuesta es ir hacia una Europa de las naciones”, menos dependiente de Bruselas.

Desunión por Gaza, de momento

El presidente español Pedro Sánchez ha abanderado la creación de un polo en Europa en favor del reconocimiento del Estado palestino y de un alto el fuego. Han ido uniéndose países como Irlanda, Eslovenia, Bélgica, Malta o Noruega, fuera de la UE. Sin embargo, en esto se está lejos de alcanzar un consenso, ni siquiera dentro del grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas.

En ese grupo, Olaf Scholz es el otro dirigente socialdemócrata con fuerza y en el Gobierno de la UE. En los primeros meses de la guerra en Gaza siguó al pie de la letra la “razón de Estado” de defensa a ultranza de Israel que definió su predecesora, la conservadora Angela Merkel. Pero Scholz parece estar moderando algo su postura tras algunas de las matanzas del Ejército israelí en la Franja. Su ministra de Exteriores criticó a Israel por “calcinar personas” en los campamentos de Rafah. Alemania levantó su veto en Bruselas y permitió que se convoque al ministro de Exteriores israelí para dilucidar si se está violando la cláusula de respeto de Derechos Humanos del acuerdo UE-Israel. Pero, con todo y con eso, el candidato principal designado por el PSE, Nicolas Schmit, eludió la cuestión palestina en la hora y media de debate de las europeas con el resto de candidatos hace diez días. Mientras que la del PPE. Ursula von der Leyen, reiteró su posición: la guerra la comenzó Hamás el 7 de octubre, aunque Israel debe respetar la legislación internacional. 

Los países de la UE apoyan la existencia de un Estado palestino (la llamada solución de dos Estados) por lo que, es de prever que, cuando callen las armas, el consenso sea más fácil de conseguir para posturas comunes hacia la reconstrucción de Gaza o hacia eventuales conferencias de paz que impulsen el proceso. 

China y Estados Unidos

En el fondo, los 27 tratan de impulsar una “UE geopolítica”, con más peso en la arena internacional. Desde las guerras de Ucrania y Gaza hasta el encaje de la Unión en la competición que marcará el mundo en los próximos años: la rivalidad entre Estados Unidos y China. 

El gigante asiático es otro de los puntos de fricción en Europa. Los socialdemócratas alemanes se han opuesto al “desacople” de China de las cadenas de valor europeas. Von der Leyen ha cargado contra las ayudas estatales chinas para coches eléctricos y otros productos de la economía verde. En la misma línea van Sumar o el PSOE, que subraya el paradigma de la “autonomía estratégica abierta” que promovió Pedro Sánchez durante su presidencia del Consejo de la UE: no depender demasiado de nadie en el exterior, ya sea en Defensa, materias primas o fabricación de productos esenciales, pero fomentando los acuerdos comerciales. En ese sentido va también el PP. Vox, por el contrario, considera a China un competidor desleal, como a Marruecos. De nuevo, la nota discordante es el húngaro Víktor Orbán, uno de los principales socios del régimen chino en Europa. 

La posible victoria de Donald Trump en Estados Unidos, a pesar de su reciente condena penal, mantiene gran parte de los dosieres geopolíticos hibernando. Rusia e Israel tienen incentivos para alargar la resolución de sus guerras en Ucrania y Gaza hasta ver si tienen a una nueva Administración más proclive a sus intereses militares y políticos. 

Un posible segundo mandato del populista estadounidense supondrá una inyección de energía y moral a la ultraderecha europea, que en muchos casos replica esquemas trumpistas. “Entre las distintas fuerzas de extrema derecha hay partidos más filo estadounidenses, como los polacos de Libertad y Justicia, y otros como el de Salvini u Orban, que flirtean con Putin y su proyecto cultural de volver a las esencias y a la Europa cristiana”, añade Morillas.

La izquierda europea ha puesto el foco de su campaña en este auge de la “internacional ultraderechista”. La posibilidad de que fusionen en uno sus dos grupos europarlamentarios, Identidad y Democracia (ID) y ECR, es por el momento, remota. Ha habido un relativo acercamiento, que propugna Vox, entre Giorgia Meloni (primera ministra de Italia, de Hermanos de Italia, grupo ECR) y Marine Le Pen (Agrupación Nacional, ID), la francesa ha bajado las expectativas y ha dicho en una entrevista que les separan muchas cosas y que ella no es “la hermana gemela de Meloni”.