TENSIÓN EN AMÉRICA LATINA
Fracasa el intento de golpe de Estado en Bolivia encabezado por el excomandante del Ejército
"Los únicos que nos pueden sacar de aquí son ustedes hermanos y hermanas", dijo Arce tras la fallida asonada
El general sublevado, Juan José Zúñiga, dijo haber actuado por orden presidencial para que recuperara su popularidad
El fantasma de la histórica inestabilidad de las instituciones republicanas que marcó a Bolivia por décadas volvió a aparecer en el cielo de La Paz por la aventura del excomandante general del Ejército, el general Juan José Zúñiga. Su alzamiento provocó tanta sorpresa como indignación. Después de un par de horas marcadas por imágenes inusuales, entre ellas la de una tanqueta que embistió contra la puerta del Palacio Quemado, como se conoce la sede del Ejecutivo en el centro de la ciudad, Zúñiga desistió de su acción y se entregó a las autoridades. Pero antes de ser llevado dio su inquietante versión de los hechos. "El presidente me dijo que la situación estaba jodida (complicada) y necesitaba algo para levantar su popularidad".
El comentario no pasó inadvertido. La clase política boliviana consideró, sin embargo, que no era el momento de ahondar en la hipótesis de un "autogolpe". Las escenas en la Plaza Murillo, frente a la sede de Gobierno, trajeron malos recuerdos del pasado. Así lo entendieron también Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos (OEA) y buena parte de la región, que no se demoró en condenar la intentona.
"El país hoy está enfrentando un intento de golpe de Estado. Enfrentamos intereses para que la democracia se trunque", advirtió Arce cuando su suerte todavía era al parecer incierta. La televisión boliviana mostró imágenes suyas discutiendo cara a cara con el golpista en las puertas del Palacio de Gobierno. Las tanquetas y los uniformados abandonaron más tarde la Plaza Murillo dejando a su paso un halo de incertidumbre.
Pronto se comprendieron las razones. Zúñiga se había quedado solo. El martes había sido destituido al frente del Ejército por haber amenazado al expresidente Evo Morales ante la eventual posibilidad de un nuevo Gobierno del líder cocalero. El general aseguró que "llegado el caso” intervendría porque no se podía permitir que Morales "pisotee la Constitución" y "desobedezca el mandato del pueblo”. Un día después sacó los tanques a la calle. Dijo que Arce seguía siendo presidente solo "por el momento" y"pronto" se conformaría un nuevo gabinete de ministros. Aseguró que no se encontraba solo. "Están los tres comandantes de las fuerzas". A la vez dijo que la policía, cuyo papel fue crucial durante el golpe de noviembre de 2019 contra Morales, también participa de este levantamiento llevado a cabo para impedir que "grupos de poder que responden al caudillismo" se "apoderen" de los recursos naturales "en beneficio de intereses mezquinos"
Su pronunciamiento cayó rápidamente en el vacío. Arce no tardó en renovar a la cúpula castrense, que le juró lealtad en nombre de "los próceres de la liberación". Lo más importante de esa ceremonia fue el discurso del reemplazante de Zúñiga. El general José Wilson Sánchez selló el destino de la conjura. "Nadie desea ver la imagen que estamos viendo". Sánchez dijo que "en representación de los tres comandantes" de las Fuerzas Armadas ordenaba a los sublevados "que retornen a sus unidades". Prometió además "cumplir con la Constitución" y garantizar que "permanezca el Gobierno lealmente constituido". Según la nueva autoridad del Ejército, Zúñiga "ha sido un buen comandante, pero le pedimos que no deje sangre derramada de nuestros soldados. No está bien".
La reacción de Arce
Previamente, el presidente se había expresado enfáticamente. "No podemos permitir que intentonas golpistas se lleven vidas bolivianas, queremos exhortar a que defendamos la democracia. Estamos firmes en casa grande con las organizaciones sociales". Concluida la crisis, Arce retornó al Palacio Quemado. Esta vez se asomó al balcón presidencial, junto con sus estrechos colaboradores. "Democracia sí, dictadura no", gritaron los seguidores. El mandatario aseguró que la institucionalidad se había defendido en las calles. "Han querido sorprendernos y sorprender al pueblo boliviano. Hemos reaccionado y también el pueblo movilizado ha hecho retroceder esta intentona golpista. Nos hemos mantenido aquí donde ustedes nos han puesto y los únicos que nos pueden sacar de aquí son ustedes hermanos y hermanas".
Zúñiga se entregó, sin antes instalar la sospecha de que todo había sido una pantomima. Relató que el pasado domingo se había reunido con Arce. "Me dijo que la situación está muy jodida. 'Esta semana va a ser crucial. Es necesario armar algo para levantar mi popularidad". El entonces jefe del Ejército preguntó al mandatario si debía sacar los "blindados" a la calla. Siempre según Zúñiga, escuchó que le decían: "saca".
Los analistas políticos bolivianos saben que en el discurso del golpista se aloja una dosis de verdad. Bolivia enfrenta serios problemas de abastecimiento de combustible que enervan a la población e impactan en la economía. El precio de la moneda nacional es carcomido por el alza del dólar en el mercado informal. Pero, además, no para de crecer la tensión entre Arce y su expadrino, el Evo. La pelea está relacionada con el deseo del líder cocalero de volver a gobernar. El Movimiento al Socialismo (MAS), el instrumento creado por Morales a comienzos de siglo, se ha dividido y compromete las aspiraciones del actual oficialismo en los comicios de agosto de 2025.
Hablan Morales y la oposición
El exmandatario había pedido al pueblo "con vocación democrática" salir a la calle "a defender la patria de algunos grupos militares que actúan contra la democracia y el pueblo". Luego solicitó a sus seguidores que vuelvan a sus casas. Sostuvo que "además del cambio del Alto Mando Militar, se debe proceder inmediatamente con un proceso penal y con la baja del general Zúñiga y sus cómplices".
"Hay que sacar a este Gobierno en funciones, pero con los votos en las urnas y no con las botas. Zúñiga tiene que ser castigado. Estas actitudes son inaceptables en democracia", sostuvo el expresidente conservador Jorge 'Tuto' Quiroga. Un castigo ejemplar, remarcó Quiroga, será la mejor prueba de que no fue una suerte de "autogolpe" el encabezado por un amigo de Arce para recuperar popularidad. De acuerdo Carlos Mesa, otro exjefe de Estado, quien tuvo que dimitir en 2004 en medio de fuertes protestas lideradas por Morales, consideró que la crisis se cierra con "más preguntas que respuestas". Lo que vivieron los bolivianos "no tiene pies ni cabeza" y muestra la "debilidad del modelo democrático" a 14 meses de las próximas elecciones presidenciales.
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