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Susto o muerte

El dilema francés es que en muchas circunscripciones habrá que elegir entre la ultraderecha y la ultraizquierda gracias a un Macron más Rey Sol que nunca 

Imagen de la Asamblea Nacional francesa

Imagen de la Asamblea Nacional francesa / Christophe Petit Tesson / Efe

“Si gana la derecha, tendremos el país en manifestación cada día; si gana la izquierda, la economía se hundirá”. Es el análisis desapasionado de un alto ejecutivo español que lleva muchos años trabajando en París, muy crítico, como muchos analistas políticos, con el presidente Macron por el callejón sin salida al que ha llevado a Francia. Aislado en el Elíseo, no ha sabido interpretar la pulsión polarizadora que se ha instalado en la sociedad francesa, como demuestra el resultado de la primera vuelta de las legislativas. Macron, más Rey Sol que nunca, ha hundido a su partido y cubierto de incertidumbre el futuro de Francia.

Con una participación el domingo que no se veía desde las legislativas de 1997, que tuvieron como consecuencia la cohabitación entre el presidente Jacques Chirac y el primer ministro Lionel Jospin, un tercio de los franceses apoyaron el extremismo de derechas de Jordan Bardella, el candidato de Marine Le Pen, y otro tercio al extremismo de izquierdas del Nuevo Frente Popular de Jean-Luc Mélenchon, cuyos planteamientos hacen que Podemos parezca una formación moderada. El partido de Macron apenas cosechó el 20% de los sufragios.

Nada que no se esperaran los analistas electorales y que refleja la profunda brecha existente entre la imagen que Macron tiene de Francia y la realidad de la sociedad francesa actual. El sistema electoral francés de segunda vuelta tampoco ayuda, porque la altísima participación del domingo ha provocado un número inédito de “triangulares”: en 306 de las 577 circunscripciones tres candidatos han pasado el corte. Prácticamente la mitad de los que han quedado terceros, tanto del partido de Macron como de la extrema izquierda, ya han renunciado para concentrar el voto contra el delfín de Le Pen, pero quedan otros tantos que deberán tomar una decisión este martes.

El dilema francés es que en muchas circunscripciones habrá que elegir entre la ultraderecha y la ultraizquierda, y en el partido de Macron ya se han alzado voces en contra de pedir el voto para la formación radical de Mélenchon. El panorama se antoja endiablado y nadie puede estar seguro de que los electores, a la hora de depositar su papeleta en la urna, sigan las consignas de voto. Los partidarios de Macron y Mélenchon son como agua y aceite, y está por ver que Le Pen sirva de pegamento.