FAMOSOS EN TELEVISIÓN

Chábeli, una comunicadora de fracaso contrastado

Ningún político ha puesto el grito en el cielo por el 'pastizal' que cada uno de los hermanos Iglesias cobra por capítulo, como sí pasó con el contrato de David Broncano

Chábeli Iglesias ahora tiene un programa de televisión con su hermano.

Chábeli Iglesias ahora tiene un programa de televisión con su hermano. / EPE

Siempre se ha dicho que la Navidad es tiempo de milagros. Sin embargo, también en verano se producen hechos no explicables por las leyes naturales. Ahí tienen ustedes el caso de TVE que, apelando a su vocación de servicio público, ha conseguido que dos de los hijos de Julio Iglesias e Isabel Preysler, en este caso Chábeli y Julio Jr., se pongan a hacer algo parecido a trabajar. Aunque para lograrlo haya tenido que sacarse de la manga un programa de reformas de casoplones de celebridades, Los Iglesias. Hermanos a la obra, que no hay por dónde cogerlo y, para colmo de males, cuesta la nada desdeñable cifra de 245.000 euros por entrega.

En uno de los últimos capítulos emitidos, el tándem aparece ‘dirigiendo’ la reforma del jardín de la mansión de Puerta de Hierro de su madre amantísima. Me llama la atención, por cierto, el cariño que alguien como la Preysler le ha cogido en los últimos tiempos a las cámaras de televisión.

Lástima que ese afecto no sea recíproco, a la vista de lo mona que suele salir cuando posa bien iluminada para los reportajes en su revista de cabecera, siempre dispuesta a alimentar la ficción de que su vida es tan perfecta como se cuenta, y lo mal que luce cuando se trata de imágenes en movimiento, donde algunos planos de su operado rostro podrían dar susto al miedo y otros tantos constatan que la mujer es la nada en su formulación químicamente pura.

El caso es que Chábeli aprovechó el comienzo de la entrega para recordar que lleva tropecientos años viviendo en Miami, donde según ella se hizo "un hueco en el mundo de la decoración", y para presentar a su madre como “la primera influencer de nuestro país”, un título que puede sonar un pelín exagerado teniendo en cuenta que hablamos de una señora a la que todavía no le hemos intuido oficio —¿casarse y divorciarse lo es?—, que sí beneficio y provecho. A Chábeli se le olvidó mencionar que también ella fue pionera en algo: el arte de rentabilizar la categoría de ‘hija de’.

Y ahí empiezan y acaban sus talentos naturales. Ni siquiera cultivó el hermetismo y la discreción que en su momento llevaron a la Preysler a convertirse en el personaje más codiciado por la prensa del corazón.

La niña mimada de Julio Iglesias pasó la primera mitad de su vida coleccionando novios y vendiendo exclusivas. Entre escarceo y escarceo, Antena 3 le ofreció ‘presentar’ —ejem— un magazine sobre deportes de verano y la televisión hispana la contrató en Miami para conducir un programa de entrevistas con su propio apelativo como título. Ambos espacios fueron un fiasco, ya no solo porque Chábeli tiene el mismo carisma de una maceta, sino porque en esa época, principios de los años noventa, las niñas pijas caían regular tirando a mal —aún quedaba tiempo para que su hermana Tamara Falcó asomase la cabeza como reclamo televisivo—. Pero semejante currículum mediático no disuadió a los responsables de TVE de ponerla al frente de una de sus grandes apuestas para este verano.

Ni el morbo por ver a Chábeli y Julio Jr. departiendo con "mami" despertó el interés de la audiencia, que en esa última entrega se quedó en un pobre 5,5%. Vamos, que no vieron el programa ni los parientes de la reina del baldosín. En realidad, todas las entregas emitidas hasta el momento han cosechado un batacazo de audiencia. Y esta circunstancia, unida al pastizal que cada uno de los hermanos Iglesias cobra por capítulo —28.000 ella y 13.000 él—, hace que muchos contribuyentes anden fumando en pipa. Eso sí, ningún político ha puesto el grito en el cielo, como sí pasó con el contrato de David Broncano con el ente público. Los 90.000 euros que costará cada una de las entregas de su nuevo programa coparon titulares durante semanas. Hasta el presentador de El Hormiguero dedicó unos minutos de su tertulia a comentar el sueldo del que ahora pasará a ser su competidor directo.

Estos días hablo del asunto con mi amigo David, quien también lamenta que en tiempos como estos España siga siendo el país de parecer y una nación de familias. Porque una famosa desde la cuna criada entre portadas no despierta sospechas, mientras que un humorista que alcanza cierto grado de éxito y reconocimiento gracias a su trabajo, sí que las genera. "Tal vez porque de una heredera profesional nunca vamos a esperar que monte la revolución", apostilla mi colega, con más razón que un santo. "El status quo se basa en estas cosas, aunque lo desconozca Pablo Iglesias". Por eso él ha sido la Chábeli Iglesias de la política. Vivir gracias al fracaso esperado.