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Orgullo

Dejemos atrás los estereotipos que nada tienen que ver con los homosexuales del siglo XXI, pero huyamos también de la politización y no banalicemos el odio

Imagen de los carteles del Orgullo ya colgados en Madrid.

Imagen de los carteles del Orgullo ya colgados en Madrid. / Eduardo Parra / Europa Press

La celebración del Orgullo LGTBI supuso un impacto económico para Madrid de 520 millones de euros el año pasado, un 14% más que en 2022. Es previsible que el retorno para la capital sea este año superior. La celebración a partir de 2026 de la Fórmula 1 generará en Madrid 450 millones anuales, una cantidad sensiblemente inferior. El Orgullo se ha convertido en un acontecimiento de primera magnitud para Madrid por el impacto económico y de imagen en la ciudad, superior por lo que indican los datos a la ansiada Fórmula 1.

Madrid ha conseguido esquivar a los que querían enviar el Orgullo a la Casa de Campo, pero no parece ser capaz de sortear la polémica que cada año envuelve la celebración de la que muchos consideran Fiesta Mayor de la capital. El cartel de este año que ya se exhibe en las farolas de la ciudad es un error, así hay que decirlo. Aunque se haya consensuado con la Asociación de Comerciantes de Chueca, como argumenta el alcalde para defenderlo.

Que en el cartel aparezca un zapato de tacón rojo, preservativos o un oso de peluche no sólo es poco original, sino que perpetúa la caricatura e incide en el estereotipo. El cartel lo habrán validado los organizadores, pero eso no le resta ni un ápice de inadecuado. Es difícil defender que una mayoría de homosexuales se sientan representados en él, pero también que el cartel refleje “homofobia”, como ha dicho la concejal del PSOE Reyes Maroto.

A los que quieren patrimonializar el Orgullo desde hace años habría que recordarles que la mayoría de los gays viven estos días como una fiesta, independientemente de la ideología de cada uno, que es tan diversa como la de los heterosexuales. Las críticas a los organizadores por soslayar los aspectos reivindicativos no son nuevas, pero el Orgullo lo hacen todos los participantes. Comparen si no, la masiva asistencia al desfile del Orgullo con la limitada concurrencia a las manifestaciones políticas y reivindicativas que también se convocarán.

Madrid ha adoptado el Orgullo como algo propio. Ya no se entiende el Orgullo sin Madrid ni Madrid sin el Orgullo. Dejemos atrás los estereotipos carcas que nada tienen que ver con los homosexuales del siglo XXI, pero huyamos también de la politización y no banalicemos el odio.