El primer país del mundo en acabar con los zoológicos estatales

Paraíso natural y ni un solo zoológico estatal

El país con más biodiversidad del planeta, con un 6% del total de especies de animales, plantas y hongos existentes en el planeta, ha cerrados los dos últimos zoológicos estatales de su territorio, y ha conquistado así el honor de ser la primera nación sin un solo zoológico estatal. Se trata de Costa Rica, conocido no solo por ser un paraíso natural, sino también por los esfuerzos de su Gobierno en la protección de este valor universal.

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El Gobierno costarricense llevaba varios años detrás de conseguir este importante hito, sirve de ejemplo la ley de 2013 que buscaba prohibir mantener a animales enjaulados. Sin embargo, los contratos en vigor había por vía impedido por vía judicial el cierre de los zoológicos Simón Bolívar, en funcionamiento en San José por más de 100 años, y el Centro de Conservación de Santa Ana. Hasta este 2024. Estos espacios pasarán ahora a ser un jardín botánico y un parque natural urbano.

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Rehabilitación de animales en cautiverio

El Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE) se ha hecho responsable de los 250 animales que aún habitaban en ambos centros. Estos han sido trasladados al centro de rescate Vida Silvestre Tropical y al Centro de Rehabilitación de Fauna Salvaje. Se trata de un hospital para animales salvajes, en el que se les realizan exámenes médicos para determinar su estado. En última instancia el ideal es su regreso al hábitat natural, pero son muchos los que han pasado buena parte de su vida en cautiverio, y siendo imposible su readaptación serán trasladados a refugios, donde gozarán de mejor calidad de vida en condiciones similares a la naturaleza.

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La otra cara de la moneda: zoológicos privados

Sin embargo, este no es el final de los zoológicos en Costa Rica. Aún quedan 18 centros de este tipo, y el debate está abierto. Muchos de ellos mantienen una importante visión de rescate, estudio y preservación de la fauna, pero no todos cumplen con los estándares de calidad suficientes.

En este sentido la ley es muy clara a la hora de prestar la máxima atención a la reducción del estrés de los animales, para lo que exige cuidar en extremo aspectos como el medioambiental, el social, el alimentario y el conductual. Es decir, desde los alimentos que ingieren hasta los animales con los que convive. Es frecuente que los centros privados se limiten a cuidar mucho el espacio, y sean deficitarios en el resto de los aspectos, con consecuencias radicales en la calidad de vida de sus habitantes y en última instancia una reducción de hasta la mitad en su longevidad.