Once partidos en nueve días: el doble reto dorado de Carlos Alcaraz

El día amaneció plomizo en París, con esa lluvia fina tan particular que no empapa pero cala, y Carlos Alcaraz, como lleva haciendo desde que aterrizó en la capital francesa, recorrió los 12 kilómetros que separan la Villa Olímpica de Roland Garros, un cómodo trayecto de algo menos de media hora en coche con su compañero de apartamento, de nombre Rafael Nadal, a su lado. El rey por siempre de Roland Garros junto a quien quiere heredar su trono, ahora aliados por un mismo objetivo.

En la meca de la tierra batida, donde ya reinó en junio, Alcaraz encuentra focos pero también discreción y paz, convertido en una de las grandes 'popstars' de la Villa Olímpica. Abundan en las redes sociales los vídeos y las fotografías, algunas convertidas en memes, de Alcaraz rodeado de deportistas de otros países, deseosos por fotografiarse con uno de los grandes iconos de estos Juegos, al menos antes de que comiencen.

El debut de Alcaraz y Nadal

El murciano es una estrella en un lado y en el otro, en el corazón de los Juegos Olímpicos y en la arcilla más emblemática del planeta donde, este viernes sí, Rafa Nadal acude para entrenar con él, después de que sus molestias le invitaran a descansar el jueves, poniendo incluso en duda su participación en estos Juegos. Pero el balear cumplirá y este sábado, a las 19.00 horas, ambos emprenderán la carrera por la medalla olímpica en doble, frente a los argentinos Máximo González y Andrés Molteni.

Ese será el plato fuerte del estreno olímpico para Alcaraz, pero antes, hacia las 13.30 horas como pronto, deberá arrancar también su periplo en el cuadro individual, enfrentándose al libanés Hady Habib (274º del mundo), en un partido que debería ser un trámite para él, vigente ganador de Roland Garros y Wimbledon. Son dos partidos en un día, sí, una rutina que deberá alargar en el tiempo si quiere salir de París con dos medallas de oro en el cuello.

Un doblete dorado que, desde el regreso del tenis al programa olímpico, en Seúl 88, sólo han conseguido las hermanas estadounidenses Venus y Serena Williams y, sin que nadie lo viera venir, el chileno Nicolás Massú. Ese es el verdadero reto de Alcaraz, colocar su nombre con honores en la historia olímpica, reforzar su condición de estrella y seguir alimentando la gloria de una temporada de ensueño.

El estado físico de Nadal

En el dobles, una modalidad siempre más imprevisible, todo quedará muy condicionado por el estado físico de Nadal y porque nunca antes han jugado juntos. Advierte además el murciano de que su experiencia en dobles es reducida, apenas seis partidos ha disputado desde que es profesional, cuatro de ellos este año.

En el torneo individual, en cambio, todo depende de él. Y el optimismo crece ante la baja de última hora de Jannik Sinner, número uno del mundo y quien se adivina como su gran rival generacional en los años venideros. Aunque nunca está de más recordar que Novak Djokovic, el hombre más laureado de la historia de este deporte, jamás alcanzó el oro olímpico. En París lo intentará por última vez. Entre los grandes nombres, al margen de Sinner, las ausencias se reducen a Rublev, Hurcakz y Dimitrov.

11 partidos en nueve días

Alcaraz, como el resto de aspirantes a una doble medalla, deberá poner a prueba su físico en las pistas de Roland Garros. La peculiaridad de la competición olímpica obliga a disputar en nueve días un total de 11 partidos, seis individuales y cinco de dobles, a quien pretenda colgarse dos metales. Su juventud, su privilegiado físico y la evolución en su estilo de juego en los últimos meses permiten presagiar que, en una carrera de fondo como esta, con varios días debiendo jugar dos partidos si avanza rondas, goza de ventaja frente a la mayoría de sus rivales.

"Los nombres no dan medallas", advierte Carlitos, líder de una delegación que apunta al éxito. Porque al margen de las aspiraciones de Alcaraz tanto en solitario como con la compañía de Nadal, los dobles Sorribes-Busca y Granollers-Carreño y el mixto de Sorribes-Carreño aspiran a colarse en las últimas rondas. Y, a partir de ahí, quién sabe...