Opinión | DESPERFECTOS

Después de la cita a ciegas

Si Pedro Sánchez logra ser investido pasando por la taquilla de Junts estará de nuevo en escena pero con uno de los gobiernos más débiles y perecederos que hayamos visto

Pedro Sánchez

Pedro Sánchez

La estabilidad institucional va a ser la principal víctima de un embrollo poselectoral que ya está afectando a la verosimilitud de la política. En vísperas de la constitución del Congreso de los Diputados, es como si los espontáneos con pulsiones erosivas hubiesen ocupado las posiciones de los aficionados al estadismo. Las líneas del frente serpentean a cada instante, sin hojas de ruta clara, como una niebla canicular que culmina todos los estadios de una confusión. Hace semanas que resulta difícil perfilar las relaciones de causa-efecto en la política española. Es un momento de inveterada destemplanza, por suerte o por desgracia banalizada por las anécdotas del verano. Luego habrá que ir al proceso de investidura, con opiniones públicas notoriamente inarticuladas y una cierta perplejidad general. 

 Es una maraña de pactos e intercambios en la que sobre todo importa el resultado final que es el poder, pero también a la larga dará a conocer un poco más el carácter y la voluntad de los principales implicados, la credibilidad, su temperamento político y su manera de entender España. Destaca la táctica de alunizaje que practica Carles Puigdemont, tan extrema que pudiera facilitar la presidencia del Congreso de los Diputados al PP para, así, hacerle saber a Pedro Sánchez de quien depende estrictamente su permanencia en La Moncloa. Aun así, eso no es una partida tridimensional de ajedrez sino una de esas noches de póker en las que es usual ir de farol. El resultado de tantos vetos y retenciones se puede asemejar a un suflé político rociado con adrenalina partidista. En “shows” de primeras citas, citas a ciegas, lo más sabroso suele ser el comentario aparte de los participantes. 

Así, todo se acelera en política, todo se diluye. Ahora es como si nadie se acordarse de la boda del año, de la entrada en escena de la inteligencia artificial, los resultados de las municipales, el cara a cara Sánchez-Feijóo, los golpes de calor en julio, los pirómanos o el descuartizamiento de un cirujano plástico colombiano en Tailandia. Vamos de paréntesis en paréntesis, de la excitación a la pasividad, con la política reducida a la habladuría o la superstición. 

Según Antonio Maura, las transacciones políticas a veces deshonran; pero la deshonra no proviene de haber transigido, sino de los motivos que han impulsado a transigir. Este jueves, la constitución de los órganos de gerencia legislativa según voten sus señorías tendrá elementos de desenlace en suspenso. Habrá quien recuerde que el Congreso de los Diputados ocupa el solar donde estuvo el Convento del Espíritu Santo. 

En una posterior cita a ciegas, si Pedro Sánchez logra ser investido pasando por la taquilla de Junts estará de nuevo en escena pero con uno de los gobiernos más débiles y perecederos que hayamos visto, llegado al poder con apoyos de inusitada heterogeneidad y en coalición con el enjambre de grupúsculos que es Sumar. Yolanda Díaz y su extraña familia seguirán actuando como batallón sin reglamento fijo. Sería el triunfo de la política débil por muy ideológica que pretenda ser.  

Con la irrupción de Pedro Sánchez en el escenario político cuajó un nuevo género periodístico: anunciar su caída y asombrarse con sus supervivencias. Pero, en las circunstancias actuales, atribuirse un triunfo no es lo más fácil. Y semana tras semana el electorado podrá ir acostumbrándose a la perspectiva de unas nuevas elecciones a finales de año, en coincidencia con el trayecto de los Reyes Magos.