Opinión | INTERNACIONAL

Lecciones de Polonia

La derecha democrática es enemiga y no aliada de los populistas reaccionarios. La lección es bien clara.

Donald Tusk.

Donald Tusk. / EFE

Los electores polacos otorgaron este domingo la mayoría parlamentaria a las tres fuerzas de la oposición democrática y europeísta al partido gobernante, Ley y Justicia (PiS), de extrema derecha, en una consulta que registró una participación superior al 74%. El partido ultraderechista de Jaroslaw Kaczynski, en el poder desde hace ocho años, ha quedado primero (35,4%) por tercera vez consecutiva, pero con un apoyo insuficiente para formar gobierno. La suma de escaños de la Plataforma Cívica (157), la Tercera Vía (65) y la Izquierda (26) es de 248 diputados, 17 por encima de la mayoría absoluta (231 escaños). Sin embargo, en la noche de la derrota Kaczynski arengó a sus seguidores con un equívoco mensaje: “¡Hemos ganado las elecciones parlamentarias! ¡El tercer triunfo consecutivo!”... Y añadió: Polonia se enfrentará a “días de combates o tensiones de diversos tipos”.

Las cifras están claras, y Feijóo tiene a la vista otro ejemplo de cómo funcionan las democracias parlamentarias, pero no se descarta en esta ocasión que el partido derrotado, el PiS, marrullero y populista, se revuelva contra la voluntad popular, de la mano del presidente de la República, Andzrej Duda, un personaje sin escrúpulos que ha ignorado la Constitución cuando le ha convenido, que llegó al cargo de la mano del PiS y cuyo mandato dura hasta 2025. Ahora, el presidente del país es el encargado de designar al nuevo primer ministro, que por lógica democrática no puede ser otro que el líder de Plataforma Cívica, Donald Tusk. Pero algunos observadores sospechan que los populistas podrían resistirse a abandonar el poder, a la manera de Trump cuando este trató por la fuerza de revertir la derrota.

Maciej Kisilowski, reputado analista y comentarista polaco, profesor asociado de Derecho y Estrategia en la Universidad Centroeuropea de Viena, ha publicado en la prensa internacional un sugerente artículo titulado “El partido gobernante de Polonia perdió, pero ¿se irá?”. Hay algunos datos inquietantes que hacen temer lo peor: cinco días antes de las elecciones, el Jefe de Estado Mayor de Polonia y su comandante operativo dimitieron silenciosamente y fueron inmediatamente sustituidos por dos militares afines al PiS, de “cuestionable competencia” según diversas fuentes. Además, el PiS controla completamente el escalafón militar y la Justicia, y no sería imposible que la Corte Suprema creada por el PiS declarara nulas las elecciones con cualquier pretexto. Además, Duda está acostumbrado a incumplir mandatos constitucionales: al comienzo de su ‘reinado’, en 2015, se negó a recibir el juramento de tres jueces del Constitucional elegidos por el Parlamento, con lo que frustró ilegítimamente sus nombramientos.

Habrá que ver la posición del ala más reaccionaria de PPE, con el alemán Manfred Weber al frente, que, tras ver fracasar la alianza española de derechas, pierde también a la valiosa Polonia. En todo caso, nuestro Partido Popular y su presidente Feijóo, que han felicitado a Tusk sin demasiadas alharacas porque sus vínculos están establecidos con Kaczynski, ha podido comprobar cómo actúa la derecha democrática –Tusk- cuando en el abanico parlamentario hay un partido de extrema derecha. La derecha democrática es enemiga y no aliada de los populistas reaccionarios. La lección es bien clara.