Opinión | ELECCIONES EUROPEAS

El ser o no ser de Ciudadanos

Imagino que la pregunta que deben hacerse Cañas y Nart cada mañana cuando despiertan es cómo seducir a los más de cuatro millones de votantes que aquel abril de 2019 optaron por su proyecto

Jordi Cañas, candidato de Cs para las elecciones europeas del 9J, en una entrevisa con EL PERIÓDICO

Jordi Cañas, candidato de Cs para las elecciones europeas del 9J, en una entrevisa con EL PERIÓDICO / Manu Mitru

Le pregunté a Jordi Cañascandidato de Cs a las elecciones europeas, si su partido tenía ahorros para aguantar hasta las próximas catalanas sin políticos electos. Me aseguró que sí. Por tanto, su futuro debe estar claro, sea en el parlamento europeo o en la realidad catalana. Ciudadanos se la juega en estas elecciones. Curiosamente, los dos primeros nombres de su lista para la UE son catalanes. Él, de Barcelona. Javier Nart, de Laredo, pero desde los 18 años en la capital catalana y tiene 76. Así que catalán.

Nos encontramos ante la última oportunidad de este partido que estuvo a punto de gobernar España junto a Pedro Sánchezpero al que un profundo error estratégico en 2019 lo llevó a ser prescindible y perder 47 diputados de una tacada. Se dice pronto.

Imagino que la pregunta que deben hacerse Cañas y Nart cada mañana cuando despiertan es cómo seducir a los más de cuatro millones de votantes que aquel abril de 2019 optaron por su proyecto. ¿Por qué debería ser útil ahora su presencia en las instituciones europeas? En eso deben estar. La mayoría de las declaraciones de Jordi Cañas van encaminadas a explicar que su ausencia supondría una relajación frente a los temas que más han movido las formaciones independentistas. Y eso sería un error.

Cañas lo tiene claro. “Entre Pedro Sánchez, que pacta con Puigdemont, y Núñez Feijóo, que pactaría sin problemas, ahí estamos nosotros”, aseguraba hace ya unas semanas fuera de micro en el 'Converses' de Cope Catalunya. Probablemente, es el único que se atreve a repetir que en la UE “Puigdemont es uno de los títeres de Putin en Europa”. Sabe dónde hacer daño. Y lo cierto es que el punto de vista de su formación frente a las propuestas independentistas es más claro que otros en Catalunya. 

Esta postura tiene sentido electoral. Ciudadanos se presenta como una propuesta política para toda España, pero en estos momentos parece que vuelve a tener sentido en su defensa de aquella ciudadanía que conectaba con el rechazo a los excesos identitarios que tanto daño hicieron a Catalunya y, de paso, al resto de España. La amnistía se juega en estos momentos en la UE que es donde probablemente acabará la ley una vez aprobada en el Congreso.

Es como un madero al que asirse y que está relacionado con los primeros latidos de aquel movimiento que nació en junio de 2006 en el restaurante Taxidermista, ya desaparecido, y que más tarde impulsó la formación política. Entonces fue una deriva nacionalista de la sociedad focalizada en aquel tripartito. Ahora, el motivo son las secuelas de todo aquello, no del todo cerradas, que se reabren como una oportunidad.

El problema reside en la idea motivadora. ¿Qué puede motivar a uno de aquellos cuatro millones de votos asistir a una fuerza política que necesita demasiadas palabras para emocionar? ¿Existe un secreto? El primero es un líder. Cañas es cañero, y disculpen el juego. Eso es bueno. Pero ¿de verdad quiere ser el líder? En más de una vez ocasión ha dicho que no va con él. Le gusta la gestión. ¿Hay algún joven por ahí? No parece. Por ello, en el laberinto de Ciudadanos de momento nadie ha dibujado una salida.