Opinión | ELECCIONES EUROPEAS

El europeísmo salva el 'match ball'

El PP y el PSOE son de los que más han contribuido a cerrar el paso a la extrema derecha en la UE

Banderas de la UE en la sede de la Comisión Europea en Bruselas

Banderas de la UE en la sede de la Comisión Europea en Bruselas / archivo

A pesar de que se haya hablado muy poco de ello en la campaña, los resultados de las elecciones permiten que el proyecto europeísta siga su rumbo tras el impulso de la última legislatura en el combate contra la pandemia, la recuperación económica basada en una política de estímulos fiscales y una nueva política común de defensa, a raíz de la guerra en Ucrania. El resultado final, a la espera de donde se acaben alineando los eurodiputados de Meloni, permite que se revalide la mayoría formada por conservadores, socialdemócratas y liberales, a pesar del auge de la extrema derecha en algunos países. Ello impulsa la repetición de Ursula von der Leyen como presidenta de la Comisión Europea, aunque seguramente con alguna corrección.

España ha sido uno de los países que más ha contribuido a que la UE pueda seguir adelante con las políticas de los últimos años. A diferencia de lo ocurrido en Francia y en Alemania, aquí los dos grandes partidos europeístas se han reforzado y PP y PSOE aportarán cada uno dos decenas de diputados a la mayoría que gobernará la UELa extrema derecha ha repartido su crecimiento entre Vox y la excéntrica propuesta de Se Acabó la Fiesta, un fenómeno no muy diferente al que representaron en su momento Jesús Gil o José María Ruiz Mateos en pasados comicios europeos. Pero en ningún caso ha tenido el tirón que ha tenido en otros estados europeos. 

El PP ha ganado claramente las elecciones, las cuartas a nivel español desde que lo preside Alberto Núñez Feijóo. Lo ha hecho absorbiendo la debacle de Ciudadanos pero también ha sumado un nuevo diputado y ha contenido la sangría de votos a Vox de los anteriores comicios europeos. El PSOE, por su parte, ha perdido un escaño pero ha aguantado mucho mejor de lo que se pudo pensar al inicio de la campaña. Ello ha sido posible en muy buena medida por los resultados del PSC en Catalunya. Estos resultados deberían hacer reflexionar a los dos principales partidos españoles. Feijóo debería ganar confianza en sí mismo y en su proyecto, a pesar de los devaneos de algunos de sus barones. Los duelos electorales cara a cara con Pedro Sánchez los ha ganado todos y si no se ha impuesto de manera más rotunda ha sido por esas prisas de algunos que quieren que se enfangue, cuando se demuestra una y otra vez que el fango acaba favoreciendo al estilo de Sánchez. Y el presidente del Gobierno debería también reflexionar: su apuesta por la polarización va debilitando progresivamente a sus socios de investidura. Sumar no logra imponer su hegemonía en el espacio político a la izquierda del PSOE, Junts pierde 11 puntos y dos eurodiputados, Esquerra sigue a la baja y el PNV ve como le supera Bildu. De manera que la suma por bloques que tanto le gusta hacer al presidente evidencia una mayor fortaleza de la derecha y una mayor debilidad de la izquierda, a pesar de la dificultad de trasponer los resultados. 

Si los partidos no saben leer estos resultados, es posible que sigamos en el fango. Los ciudadanos no se lo merecen. España necesita una pausa en esta espiral de crispación, al menos para salvaguardar las instituciones, empezando por el Consejo General del Poder Judicial y siguiendo por el Banco de España. Sigue resultando paradójico que los acuerdos entre PP y PSOE en Bruselas no se repliquen en la política interior.