Opinión | BALEARES

Gabriel Le Senne, el matoncito del Parlament

El presidente del Parlament balear es hoy una piltrafa política, el personaje que ningún partido querría tener a un kilómetro de distancia, un Joker al frente de la institución básica de Balears

Gabriel Le Senne, el matoncito del Parlament

Gabriel Le Senne, el matoncito del Parlament / DM

Si Gabriel Le Senne representa el ala moderada de Vox, la legislatura verá disparos en el Parlament balear. Basta con imaginar el desenlace de la truculenta bravuconada del presidente de la cámara, con una pistola a mano. El matoncito que practica el bullying con mujeres a las que considera incorrectamente más débiles, ha acabado por pegarse un tiro en el pie, que a todas luces le funciona mejor que la cabeza.

Joaquin Phoenix se inspirará para su nueva interpretación del Joker en el despliegue de muecas sádicas exhibido por Le Senne mientras despedazaba a la asesinada Aurora Picornell. Por fortuna, el presidente matoncete que avergüenza a sus antecesores es demasiado cobarde para empezar una guerra. Con todo, su exhibición chulesca permite avizorar qué haría Vox si dispusiera del poder entero, en lugar de un mísero trece por ciento de los escaños.

El árbitro del partido agrede a las jugadoras. Le Senne y PP/Vox olvidan la alergia de la derecha mallorquina hacia las payasadas. El poder se ejerce, no se exhibe con puños cerrados que estrangulan la imagen de una fusilada. En un comunicado tan esperpéntico que solo puede haber salido de sus pies, el matoncito del Parlament remata la cobardía con la mentira. Solo dedica un punto de quince a la escena que le perseguirá de aquí a cien años, pretende liquidar al vídeo como a la fusilada, los manotazos se los habrían buscado las «señoras Garrido Costa» a quienes niega el nombre femenino.

Y redoble para la gran mentira de Le Senne sobre el retrato de Picornell, porque «en ningún caso fue su intención romperlo». Lo aplastó, lo exprimió, lo arrojó fuera de sí, no le escupió porque es alumno de Montesión. La falsedad clamorosa frente al vídeo infamante demuestra el miedo incontenible del matasiete pillado in fraganti. Debió refugiarse en su torpeza mayúscula, que dificulta la atribución de intencionalidad. Y que le empuja a «denunciar la campaña», cuando es tan insignificante que no merece ni una campiña.

El PP aplaude en masa la mamarrachada, a diferencia de sus votantes. Un Govern que ficha a un agresor sexual y policial a sabiendas, para protegerlo de las repercusiones penales de su conducta, tiene un problema de límites. Es consecuente que minimice la bravuconada de su socio, sobre todo si la defensa corresponde al contratador Antoni Costa.

También Catalina Cirer se ha limitado a tildar el ejercicio de matonismo barato de «desafortunado», como en «he sido cuatro años alcaldesa de Palma con Rodrigo de Santos de número dos, y no reaccioné ni al ver las fotos». El IB-Dona es la institución más dañina para las mujeres mallorquinas, por complicidad con PP/Vox y por dejación con la izquierda. Ahí está el vídeo, que sigue con la docilidad del PSOE y de Maria Ramon. Suerte de Cristina Gómez, la voz de la decencia.

Al suprimir a Picornell arrancando su personalidad, Le Senne explica el mecanismo que funcionó para llegar a la ejecución que no fusilamiento de la mallorquina. No se necesita la maldad asesina del horror nazi de película barata (todas lo son). Es suficiente con la confección de una lista, la media sonrisa beatífica, el golpe en el pecho, el responso.

Con todos los respetos que el presidente del Parlament no ha mostrado a las mujeres vivas ni a las muertas, Le Senne es hoy una piltrafa política, el personaje que ningún partido querría tener a un kilómetro de distancia, un Joker al frente de la institución básica de Balears. Ha sellado su destino, su permanencia es la peor opción para sus socios del PP.