Opinión | INTERNACIONAL
La rusofobia, premiada en Alemania
La columnista e historiadora estadounidense Anne Applebaum ha recibido varias distinciones en la nueva Alemania de socialdemócratas, verdes y liberales
Nada mejor que escribir continuamente contra Rusia y su “autocrático” jefe de Estado, Vladímir Putin, para recibir premios de la paz en la nueva Alemania de socialdemócratas, verdes y liberales. Para muestra, los otorgados este año a la columnista e historiadora estadounidense Anne Applebaum, casada con el ministro de Exteriores polaco, Radoslaw Sikorski, que no le va a la zaga en hostilidad al régimen de Putin.
Applebaum fue primero galardonada con el premio que lleva el nombre del periodista y premio Nobel de la paz alemán Carl von Ossietzky, muerto en 1938 en Berlín a resultas de las torturas sufridas en un campo de concentración nazi. La ciudad de Oldemburgo, que es la que concede el premio, justificó su concesión a Applebaum por la decidida campaña de la periodista e historiadora “contra el autoritarismo ruso”.
Siguieron los libreros alemanes, quienes, para no ser menos, otorgaron a su vez a Applebaum también el Premio de la Paz de su gremio por su contribución “a la democracia y la paz”.
Applebaum comenzó en 1988 su carrera periodística como corresponsal en Polonia del semanario británico The Economist y entraría más tarde a formar parte más tarde del consejo editorial del Washington Post. Pero se dio a conocer internacionalmente con su libro El Gulag, en el que establece un paralelo entre el sistema soviético de campos de concentración y los campos de la muerte del Tercer Reich.
Siguieron otros como El Telón de Acero. La Opresión de la Europa del Este 1944-1916 o Hambruna Roja, en el que culpa a la dirección soviética del llamado Holodomor. Así se bautizó la gran hambruna en el contexto de la colectivización de la tierra llevada a cabo por Stalin y que para ella fue sólo una guerra genocida de Rusia contra Ucrania, tesis disputada por otros historiadores.
Para Applebaum, que se autodefine como “liberal conservadora”, “la ampliación de la OTAN ha sido todo un éxito” y la “guerra de Putin” contra Ucrania es “cínica” y tiene como objetivo “intimidar a los europeos occidentales y desestabilizar el continente”. En un artículo publicado en marzo de 2014 en The Washington Post, la autora mantenía la tesis de que EEUU y sus aliados no deberían permitir que “continuase existiendo un régimen ruso corrupto que está desestabilizando a Europa”.
En otro llegó a preguntarse si los ucranianos debían prepararse para “una guerra total” contra Rusia y si debían unírseles en esa batalla los países de la Europa del Este. Y como no hay dos sin tres, otro galardonado, esta vez con el premio a la investigación histórica que concede la fundación Gerda Henkel, es el historiador alemán Karl Schögel, quien abandonó hace tiempo sus veleidades maoístas y habla ahora de que no hay que negociar la paz en Ucrania hasta la total derrota de Rusia. Todos ellos premios, como se ve, al entendimiento entre los pueblos.
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