Opinión | LA NEWSLETTER DEL DIRECTOR

Golpe en la mesa

Feijóo acepta un acuerdo de mínimos sobre los menores inmigrantes y reta a Vox a romper sus gobiernos autonómicos para distanciarse de Abascal tras su abrazo con Orbán

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y el de Vox, Santiago Abascal.

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y el de Vox, Santiago Abascal. / EFE/ Kiko Huesca

Segundo golpe en la mesa. Segunda demostración de independencia. Si el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, aprovechó el pacto con el presidente Pedro Sánchez sobre la renovación del CGPJ para fortalecer su posición interna sobreponiéndose a los que en su partido negaban el pan y la sal al Gobierno, la decisión de este miércoles de que sus comunidades autónomas acepten el reparto voluntario de 347 menores migrantes varados en Canarias es un desafío a Vox; con quien gobierna en cinco regiones y 140 municipios.

Las elecciones europeas del pasado 9 de junio han significado un antes y un después en la gestión de Feijóo al frente del PP: fueron los terceros comicios cara a cara con Sánchez en los que el gallego salió victorioso, y aunque el PSOE sigue en la Moncloa, su posición interna en el PP se vio reforzada y su liderazgo, consolidado. El acuerdo sobre el Poder Judicial fue la primera demostración de que Feijóo había soltado definitivamente lastre, y lo sucedido este miércoles con los menores migrantes, una forma de evidenciar que Vox no le marca la agenda y de poner tierra de por medio con los de Santiago Abascal.

El último movimiento de Vox a nivel europeo había descolocado al PP. La decisión de la ultraderecha española de dar un paso hacia las posiciones prorrusas del presidente húngaro Víktor Orbán deja en un lugar comprometido a Génova, donde se ha vivido con sorpresa la decisión de Abascal de integrarse en el nuevo grupo del parlamento europeo Patriotas por Europa abandonando a Conservadores y Reformistas, cuyo principal exponente es la primera ministra italiana Georgia Meloni, que se está esforzando en llegar a acuerdos con las fuerzas europeas de centro derecha y que está alineada con la causa de Ucrania.

Ante este panorama, Núñez Feijóo ha visto en la polémica por el reparto de los menores migrantes una oportunidad de tirar de la cuerda para probar si Abascal está de verdad o no dispuesto a romperla en las comunidades donde comparten gobierno. En realidad, la posición del líder del PP no era complicada de adoptar: aceptar a 347 menores es un pacto de mínimos para dar respuesta a la situación de Canarias, donde los populares también integran el ejecutivo, pero se rechaza, al menos inicialmente, la modificación de la Ley de Extranjería para que este reparto se haga de forma automática. 

De esta forma, la pelota cae sobre el tejado de Vox, cuya gesticulación en los últimos días le ha llevado a un callejón sin salida: ¿romperá este jueves los cinco gobiernos autonómicos que tiene con el PP? ¿Será una ruptura limitada a Castilla y León y Extremadura? ¿Se echará atrás? En Génova la preocupación al respecto es relativa, porque si ello sucede el PSOE se verá en la obligación de tener que apoyar puntualmente a estos ejecutivos, como algunas voces ya han avanzado desde las filas socialistas, y además Vox quedará muy tocado institucionalmente.

Todos esos cálculos se han realizado en la planta noble de Génova y por ello no es descabellado pensar que este golpe en la mesa de Feijóo va mucho más allá del reparto de unos menores inmigrantes. El líder del PP quedó orgánicamente empoderado tras el 9J y este miércoles ha dado el segundo ejemplo.