Opinión | INTERNACIONAL

Un aniversario con líderes tocados

La OTAN no parece ya contentarse sólo con la defensa de Europa frente a Rusia, sino que desea abarcar más y prepararse para un eventual conflicto militar en la región del Asia Pacífico

Reunión de la OTAN en 1957.

Reunión de la OTAN en 1957. / Archivo OTAN

La OTAN, alianza militar creada, en palabras de su primer secretario general, para “mantener a URSS fuera, a los americanos, dentro y a los alemanes, debajo“, celebró esta semana en Washington su 75 aniversario.

Y aunque la URSS forma ya solo parte de los libros de historia, la OTAN sigue ahí, reforzada por los antiguos miembros del Pacto de Varsovia y un par de países exneutrales más, cumpliendo los objetivos que con tan brutal sinceridad expresó el británico Hastings Ismay.

No puede decirse, sin embargo, que el pacto militar que califican de “defensa” atraviese su mejor momento: la guerra de Ucrania y la crisis que se avecina de EEUU con China han creado, retórica aparte, fisuras en el bloque.

¿Y qué decir de sus principales líderes? El “Führer del Mundo libre”, como llama a Joe Biden el diario alemán Frankfurter Allgemeine, parece aquejado de una demencia senil que ya nadie, por temor a su rival republicano Donald Trump, se molesta en ocultar. Lo que hace preguntarse a muchos quién gobierna realmente el país, primera potencia militar mundial con un arsenal nuclear sólo equiparable al ruso y con sus 800 bases militares distribuidas por todo el planeta.

El presidente de la única potencia nuclear de la UE, Emmanuel Macron, ha sumido a su vez irresponsablemente a Francia en un caos político con su decisión de convocar nuevas elecciones, de las que su partido ha salido más maltrecho que nunca.

La heterogénea coalición de socialdemócratas, verdes y liberales que gobierna Alemania, país de cuya fortaleza económica depende la salud del continente, está en clara caída libre de popularidad. La otra potencia nuclear europea, el Reino Unido, acaba de cambiar de gobierno y está ahora liderada por un político – el laborista Keir Starmer- sin prácticamente experiencia en política exterior, pero cuya primera decisión fue enviar a Kiev a su ministro de Defensa.

Y Turquía, el país con el segundo ejército de la OTAN, y la pequeña Hungría, que preside este semestre la Unión Europea, se han demarcado claramente de la política de apoyo militar incondicional a Ucrania y, para escándalo del resto, abogan por la diplomacia para resolver ese conflicto.

Mientras tanto, la OTAN no parece ya contentarse sólo con la defensa de Europa frente a Rusia, sino que desea abarcar más y prepararse para un eventual conflicto militar en la región del Asia Pacífico. De ahí que a la reunión de Washington se invitase también al primer ministro japonés, Kishida Fumio, quien manifestó allí su intención de estrechar la cooperación de su país con la OTAN.

Porque, en palabras del político nipón, “la frontera geográfica entre el Euroatlántico y el Indopacífico ya no es relevante”. Y, como dijo en reciente entrevista el presidente Biden, EEUU “gobierna el mundo”. O al menos lo pretende.