Opinión | LA PALABRA DE LOS NÚMEROS

Desarrollo industrial y competitividad

El índice de producción industrial en España está en el mismo nivel que antes de la pandemia y un 30% por debajo de sus máximos históricos en 2007

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Industria / Pexels

La producción industrial de mayo que publicó el INE esta semana está estancada y el sector ha dejado de crear empleo. China ha superado su crisis industrial, vinculada al pinchazo de su burbuja inmobiliaria, el comercio mundial vuelve a crecer, los costes de transportar contenedores desde China a Europa y a Estados Unidos se han vuelto a disparar como sucedió en 2021, pero la industria española y europea no reacciona. El índice de producción industrial en España está en el mismo nivel que antes de la pandemia y un 30% por debajo de sus máximos históricos en 2007.

¿Qué está pasando? Es un pregunta sencilla de hacer para cualquier ciudadano aunque complicada de responder, pero sin un buen diagnóstico acertar con el diseño de la política industrial es una lotería. Primero hay que huir de lugares comunes. La producción de fármacos en España se ha triplicado desde el año 2000 y es un 30% superior a la de antes de la pandemia, la construcción naval y de barcos, tanto de defensa como civiles, crece y tiene mucha potencial, España es una potencia en industria auxiliar del sector de energías renovables, principalmente de energía eólica y especialmente de eólica marina donde somos líderes mundiales, la industria agroalimentaria crece, la producción de almendras española se ha triplicado y compite con la de California, la provincia de Segovia es una de las mayores productores europeas de pañales y su producción y su empleo no para de crecer.

Por lo tanto, no toda la industria tiene problemas y por eso hay estar muy acertado en diagnóstico. Tenemos problemas en sector concretos, como los electrointensivos en electricidad o empezamos a tener problemas en el automóvil, por la competencia china y por el cambio tecnológico al coche eléctrico que reduce la producción de componentes de motores donde España era uno de los líderes mundiales. Los petroleros y refineros europeos han gastado y gastan mucho dinero en influencia y en los medios para negar el cambio tecnológico de la movilidad eléctrica, la industria europea cayó en el autoengaño y ha dejado todo el hueco para las empresas chinas hagan el desarrollo tecnológico y produzcan el 80% de los coches eléctricos mundiales.

Europa ha endurecido la regulación bancaria en financiación a empresas tras la crisis de 2008 y no ha desarrollado su mercado de capitales para sustituirla, mientras los bancos chinos y las bolsas y mercados de bonos americanos financian con capital y deuda el desarrollo industrial y tecnológico de sus empresas con más competitividad. El coste de emitir una tonelada de dióxido de carbono en Europa es de unos 70 dólares, en California 30 y en China y Corea del sur 10. Las normas de competencia europeas son más estrictas, aunque Alemania y Francia empiezan a saltárselas poniendo en riesgo la deseada unida de mercado que nunca fue una realidad. Los Next Generation son más burocráticos y menos efectivos que el IRA de EEUU o la política industrial china que es flexible pero resiliente como el bambú.

Hay muchas cosas que cambiar en Europa pero la principal es acabar con la dictadura del relato y recuperar la ambición competitiva de los años cincuenta y sesenta cuándo salíamos de la guerra mundial, cuándo nació el proyecto europeo y cuándo nos convertimos en una potencial industrial mundial. La duda es ¿Quiénes son el Adenauer, el De Gaulle o el Schuman actuales?