Opinión | VENGA, CIRCULE

Balada triste de trompeta

El 70% de los nuevos residentes en las islas son peninsulares, un 6% son inmigrantes europeos y otro 23% del resto del mundo

Manifestación contra la inmigración irregular en Las Palmas de Gran Canaria.

Manifestación contra la inmigración irregular en Las Palmas de Gran Canaria.

¡Noooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo! ¿Qué habrá podido pasar, qué fue lo que salió mal? Si el clima era el idóneo, llevaban semanas caldeando el ambiente con grupos de Telegram y Whatsapp en los que justicieros de chichinabo sin nada mejor que hacer se dedicaban a fabricar noticias falsas sobre menores no acompañados. Iba a ser la manifestación más grande de Canarias contra la inmigración, una manifestación histórica, pero al final apenas consiguieron congregar a quinientas personas en Tenerife y trescientas en Gran Canaria. Se infla un globo hasta el máximo de su capacidad en el mundo de las ideas y luego la realidad lo pincha. Fsssshhhh. Quizá fallaron la fecha y la hora escogidas, a lo mejor la ubicación no fue la idónea. Una manifestación en pleno verano a mediodía por un motivo que no parece ser muy noble, bueno. No solo eso sino que además intentan apropiarse del eslogan de otra manifestación que sí tuvo éxito en abril. El cazo llamó parásito a la cazuela. Es cierto que en el vídeo promocional se optó por una técnica de márketing que no me parece muy acertada ni amigable: primer plano de un señor muy enfadado gritando mucho y diciendo cosas como «¿Vamos a permitir que nos sigan llamando aplatanados?». Me provocan un rechazo atroz las personas que gritan en un intento de secuestrar toda conversación en la que participan, por lo que desconecto ipsofacto. Entiendo que yo no era el público al que se buscaba apelar, no soy carne de cañón de teorías conspirativas, pero aun así. Es posible que a otros les haya sucedido lo mismo. En fin, a mí todo este asunto del racismo me genera muchísima vergüenza ajena y pudor, será porque nací a principios de los noventa y desde entonces ya he vivido como siete bucles temporales de repuntes en el odio a los inmigrantes. Sube el pan, culpa de los inmigrantes. Se congelan las pensiones, culpa de los inmigrantes. El gazpacho del Mercadona ya no es lo que era, ¡que se vuelvan ahora mismo todas estas personas a sus países de origen!

Sospecho que la gente en general es muy vaga y no se actualiza en sus fantasías y sus odios. Empeñarse en la necedad tendría que ser uno de los peores pecados capitales, sin embargo no se castiga lo suficiente. Podrían congregarse contra personas que sí tienen algún tipo de poder en sus vidas, gente que sí toma decisiones que nos afectan directamente como la de convertir el archipiélago en una barra libre de coworking, codrinking y cogentrificating, sin embargo no están a esa. Es cierto que plantarle cara a quien no solo puede pisarte de vuelta sino que además tiene la opción usar todo el aparato policial en tu contra no suena tan sexy como ejercer violencia gratuita contra menores de edad que llegan a nuestras costas en unas condiciones lamentables. ¿Quién se está haciendo rico en Canarias con las concesiones y los concursos de los centros de internamiento de menores extranjeros no acompañados? Los convocantes y sus seguidores se subieron a la cresta de la ola de una penosísima psicosis colectiva –el 70% de los nuevos residentes en las islas son peninsulares, un 6% son inmigrantes europeos y otro 23% del resto del mundo, siendo la nacionalidad más abundante la italiana- y luego se quedaron boqueando fuera del agua como chernes recién pescados, y es que es dura la lección aprendida aquí: tener diecisiete mil likes en un vídeo no se traduce en conseguir reunir a diecisiete mil personas en un sitio. Una cosa es ser un telepredicador de Tiktok subido a una caja de fruta imaginaria, un asustaviejos y una máquina expendedora de bulos fascistas. Otra cosa es ser Taylor Swift. Estaban segurísimos de que la convocatoria iba a ser MASIVA -el uso de las mayúsculas aquí no es mío, lo he tomado prestado de la propaganda diseminada por Internet- y lo que fue masivo fue el papelón… Me recordaron a Santiago Abascal en las elecciones generales del año pasado, negándose a subir a encarar a su público tras llevar meses creyéndose que iba a ser de las primerísimas fuerzas más votadas. Ah, el delirio. Me da a mí que fue más gente al Alfredo Krauss cuando me gradué que al esperpento este.