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La OTAN endurece el tono con China

¿Qué dicen los líderes europeos? ¿Tienen alguna estrategia que no sea la de seguir en todo a Washington?

Primera jornada de la cumbre de la OTAN que se celebra este miércoles en el recinto de Ifema, en Madrid. EFE/JUAN CARLOS HIDALGO

Primera jornada de la cumbre de la OTAN que se celebra este miércoles en el recinto de Ifema, en Madrid. EFE/JUAN CARLOS HIDALGO / JUAN CARLOS HIDALGO

Por si no le bastase a la Alianza del Atlántico Norte su enfrentamiento con Rusia por Ucrania, en su última cumbre endureció también el tono con China.

El argumento repetido una y otra vez es que el Gobierno chino tiene que “poner fin a su apoyo tanto material como político a los esfuerzos belicistas rusos”.

De no hacerlo, se amenaza a ese país con “repercusiones negativas para sus intereses”, medidas relativamente fáciles de adivinar aunque la OTAN no las precisara.

Así, empresas y bancos chinos se han visto obligados ya a limitar o incluso suspender sus negocios con Rusia para no verse expulsados del mercado estadounidense.

En una de sus últimas entrevistas, Joe Biden se vanaglorió de “gobernar el mundo”, pero la realidad es bastante más compleja que las ensoñaciones del Presidente.

EEUU ha presionado, es cierto, a países fuera de la órbita occidental para sumarlos al frente antirruso, pero rara vez con éxito: la mayoría no acepta ya la visión unipolar que trata de imponer Washington.

Y por lo que respecta a China ¿están dispuestos los europeos a perder ese importante mercado chino sólo para complacer a Washington?

Es seguro que Pekín no iba a quedarse con los brazos cruzados: ya ha amenazado a Europa y EEUU con contramedidas si se incrementan, por ejemplo, los aranceles a sus exportaciones.

China no es ya aquel país atrasado y pobre al que en el siglo XIX las potencias colonialistas europeas, y en especial el Reino Unido, podían doblegar fácilmente con la llamada “política de las cañoneras”.

Y está dispuesta a demostrarlo: en coincidencia de la cumbre de la OTAN y en clara demostración de fuerza, China envió en sólo 24 horas hasta sesenta aviones militares al espacio aéreo próximo a Taiwán.

¿Está Estados Unidos en condiciones de combatir al mismo tiempo en dos frentes aunque fuese con la ayuda de sus aliados europeos y del Pacífico?

A juzgar por el deterioro de sus facultades mentales, el presidente Biden tal vez no sea ya capaz de calibrar las consecuencias, pero ¿qué hay de quienes le asesoran?.

Y sobre todo, ¿qué dicen los líderes europeos? ¿Tienen alguna estrategia que no sea la de seguir en todo a Washington?

La OTAN asegura, según su secretario general, tener hasta medio millón de hombres dispuestos en Europa para una posible guerra con Rusia. Pero ¿tiene también las armas y municiones necesarias?

Es evidente que no. Por ello, los europeos acordaron en Washington aumentar el ritmo de su producción bélica. Alemania, Francia, Polonia e Italia hablan de desarrollar conjuntamente un misil hipersónico capaz incluso de alcanzar Moscú.

Pero ello requerirá tiempo, y mientras tanto EEUU ha anunciado que instalará en Alemania nuevos misiles de alcance medio de los tipos “Tomahawk” y “Dark Eagle” (este último, hipersónico). A lo que parece, los ciudadanos de ese país tienen poco o nada que decir.

Mientras tanto, el Gobierno húngaro de Viktor Orbán, que preside este semestre la UE, se esfuerza en recordarles a sus socios que la OTAN es una alianza defensiva y no puede convertirse en un “bloque antichino”.

Pero como en su firme defensa de la diplomacia frente al rearme para poner fin a la guerra de Ucrania, Orbán parece predicar en el desierto.