Opinión | COMITÉ OLÍMPICO

Adivine dónde serán los JJOO de 2032

El descontrol presupuestario y la falta de rentabilidad económica de los últimos Juegos han cambiado el signo de la competición más seguida del planeta. Con París empieza una nueva era

El presidente del COI, Thomas Bach, anuncia a Brisbane como anfitriona de los JJOO en 2032, en Tokio, en 2021

El presidente del COI, Thomas Bach, anuncia a Brisbane como anfitriona de los JJOO en 2032, en Tokio, en 2021

En 2021, solo una ciudad presentó su candidatura para albergar los Juegos Olímpicos de 2032: Brisbane (Australia). En 2017, el Comité Olímpico Internacional (COI) decidió otorgar salomónicamente los Juegos de 2024 a París y los de 2028 a Los Ángeles, que también aspiraba a tenerlos este año. Eran las únicas dos candidatas que quedaban para albergarlos tras las retiradas de Hamburgo, Budapest y Roma. Nada que ver con las 12 candidaturas que hubo para los JJOO de 2004.

Organizar unos Juegos ha dejado de ser atractivo para muchas ciudades y sobre todo para sus ciudadanos, que lo veían como un trampolín para darse a conocer al mundo. Demasiados problemas, demasiada oposición local y muchos costes a quienes se les ve difícil obtención de rentabilidad. Los JJOO ya no son el mejor escaparate para una ciudad que quiera ganarse o mejorar su presencia mundial. El café con leche para tomarse en la plaza Mayor de Madrid que mencionó la entonces alcaldesa Ana Botella para vender la capital de España como candidata ya no interesa.

París, recuerda un informe del Council on Foreign Relations, tendrá los Juegos de Verano más baratos en décadas. Su presupuesto (organización e infraestructuras), inicialmente de 8.000 millones de dólares, se compara con los 16.800 millones que costaron los de Londres, los 28.000 de Tokio, los 20.000 de Río de Janeiro y los 11.600 de Barcelona. Tokio, que retrasó un año la celebración por la pandemia, solo obtuvo unos ingresos de 5.800 millones. En pleno debate de la sostenibilidad medioambiental, París apostó por realizarlos en espacios deportivos ya existentes y repartir los deportes de equipo en instalaciones de otras ciudades francesas.

Abaratar el coste de los Juegos obliga a desarrollarlos en lugares que ya tengan grandes infraestructuras. Un ejemplo: el COI obligaba a las ciudades a tener hasta 40.000 habitaciones de hotel disponibles para los visitantes, que en casos como el de Río supuso construir 15.000 de nueva planta. En la memoria aún resuena el mayor fracaso económico de la historia olímpica. En 2006, Montreal dejó de pagar la deuda generada por los Juegos de 1976 y el coste de los de Atenas en 2004 acabó afectando colateralmente a la crisis de la deuda griega.

El COI recuerda las diferencias entre las tres grandes áreas presupuestarias de unos JJOO. Aquella directamente relacionada con las operaciones olímpicas que son financiadas por la contribución del COI, los derechos de televisión, los patrocinadores, las ventas de entradas y las licencias, que generan beneficios. La segunda son los servicios de seguridad, médicos y de aduanas, financiados totalmente por el sector público. La tercera área consiste en la construcción de las infraestructuras en el sentido más amplio, que recibe financiación pública y privada. El COI recuerda que Los Ángeles 2028 serán cien por cien privados, como en 1984. 

Si los gastos, bien auditados y suponiendo que la información que ofrecen los organizadores es correcta, pueden llegar a establecerse, ¿qué ocurre con los ingresos a largo plazo? ¿Cómo pueden medirse?

El caso de los efectos de los Juegos de Barcelona en el desarrollo turístico de la ciudad, además de ser un centro de atracción de congresos y ferias internacionales, es innegable. ¿Estaría hoy Barcelona en el mapa mundial si no hubiera sido por 1992?

¿Y París? ¿Necesita unos Juegos? ¿Acaso su imagen no es una de las más potentes del planeta? Un informe del Centro de Derecho y Economía de la Universidad de Limoges considera que llegarán entre 2,1 y 3,1 millones de visitantes con entradas y que los gastos turísticos sumarán 2.600 millones. Los efectos económicos sobre las comunidades locales gracias a la construcción serán de tres por cada euro invertido, sobre todo en una de las zonas más depauperadas: Saint-Denis. A eso se le suman desde las medidas medioambientales hasta el crecimiento en ingresos que supondrá para todas las empresas implicadas en el desarrollo de los Juegos. 

Esta semana, en ‘activos’ analizamos precisamente qué aportan algunas empresas españolas o filiales de multinacionales afincadas en nuestro país a los Juegos. Para ellas, su participación olímpica les puede generar otro tipo de medallas y capacidad de generar ingresos futuros. 

Para empezar, a la espera de los triunfos de los deportistas y de la organización, París se recordará por la participación del río Sena en la ceremonia inaugural y por tener pruebas de natación. Ya lo ha inaugurado con un baño defendiendo su salubridad la alcaldesa Anne Hidalgo. Apostamos que España superará las 22 medallas de Barcelona y, si todo sale bien, que haya más candidatos a organizar los Juegos de 2036. Seguro que los países árabes ya tantean esta opción.