Opinión | UN MILLÓN

Inmigración al absurdo

No es normal que se pregunte por la llegada de inmigrantes y se responda con la salida tranquila a la calle de los españoles

La inmigración irregular crece en Canarias un 60% respecto al año pasado

La inmigración irregular crece en Canarias un 60% respecto al año pasado

Cuando un español sale tranquilamente a la calle ejerce un derecho. Parece la vida normal, pero en la pandemia estuvo restringido y hubo españoles tranquilos que tuvieron que mandar a la chica a tocar la sartén en el balcón o salir ellos mismos a golpear señales de tráfico con palos de golf contra el Gobierno. Salir tranquilamente puede parecer normal, pero hay quien no sale tranquilamente a nada porque está alerta para llegar el primero o quitar el dinero a los demás, legal o ilegalmente, y hay quien sale tranquilamente a todo gracias a ansiolíticos que le quitan el miedo a que le vacíen.

No es normal que se pregunte por la llegada de inmigrantes y se responda con la salida tranquila a la calle de los españoles. Recuerda la frase "¿Adónde vas? Manzanas traigo", que responde algo que no se pregunta. Por repetición sabemos rellenar la elipsis –"los inmigrantes son delincuentes"–, pero no es una frase normal. Si la aceptamos podemos llegar a inferir que la aviación es un negocio de tráfico de delincuentes y que el Mediterráneo y el Atlántico son cementerios que garantizan el ejercicio del derecho de los españoles a salir tranquilamente a la calle. Y podemos seguir. ¿Hay países que forman delincuentes y seleccionan los mejores para exportar? ¿Coinciden las vocaciones de delincuente y emigrante en África y América? ¿Falta esa iniciativa en España?

–De mayor haré el doble grado de delincuente e inmigrante. Tiene mucho futuro porque los estados receptores financian la alimentación y la vivienda en espacios de confinamiento con ambientaco.

Como la migración del pensamiento al absurdo es imparable, cabe concluir que nuestras intranquilas calles están atiborradas de personas en la delincuencia informal, en el crimen desorganizado, que manchan el buen nombre de nuestros criminales y de los extranjeros que dirigen sus sucursales desde chalés de lujo y se tirotean entre ellos sin molestar a nadie.