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Hard Rock

Los ciudadanos castigan las estrategias que se deciden desde despachos alejados del territorio sin tener en cuenta sus necesidades reales

Complejo de Hard Rock en Florida.

Complejo de Hard Rock en Florida.

Los comicios catalanes del domingo han dejado muchas lecciones interesantes sobre cómo actúan los electores y una de las principales es que mientras a algunos partidos les cuesta salir de su trinchera ideológica y analizar la realidad sin apriorismos, los ciudadanos son mucho más flexibles y tienen suficiente cintura para adaptar sus ideas al momento, al lugar y a sus intereses. Esta incapacidad para acompasar los planteamientos a las necesidades reales de los potenciales votantes suele ser marca de la casa en las formaciones de izquierda y en las elecciones del domingo tuvimos un nuevo ejemplo con el proyecto urbanístico del Hard Rock en Tarragona.

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, adelantó casi un año las elecciones tras la negativa de los Comuns de Ada Colau a apoyar los Presupuestos elaborados por ERC ya que no excluían de forma clara la construcción del macrocomplejo. Pues bien, los electores han premiado el supuesto compromiso de los Comuns con el territorio arrebatándoles el diputado que consiguieron hace tres años, al pasar de casi el 5% de los sufragios a poco más del 3,8%.

Algo similar le ha sucedido a la CUP, la otra formación claramente beligerante con el proyecto urbanístico: ha perdido el escaño obtenido por esta circunscripción en 2021. La formación de ultraizquierda independentista ha obtenido apenas el 4% de las papeletas, muy lejos del 7% que hace tres años le hizo disponer de un asiento por Tarragona en el Parlament. ERC, carcomida por sus dudas sobre si apoyar o no el proyecto, ha pasado de 5 a 3 diputados.

Por el contrario, los tres partidos claramente favorables al macrocasino, PSC, Junts y PP, han incrementado de forma importante su representación por Tarragona.

Resultaría simplista sostener que los resultados de los Comuns y la CUP en Tarragona se deben exclusivamente a su oposición a un proyecto que en el territorio muchos ven más como una oportunidad que como un problema. Las decisiones electorales de los ciudadanos suelen ser más complejas y al introducir una papeleta concreta en la urna confluyen multitud de factores, pero resulta revelador que los partidos castigados hayan sido aquellos que más palos en la rueda han puesto a la iniciativa.

El ecologismo no parece haber dado réditos electorales este 12M pese a ser una de las principales preocupaciones de los catalanes, más bien al contrario; pero lo importante es observar cómo los ciudadanos castigan las estrategias que se deciden desde despachos alejados del territorio sin tener en cuenta sus necesidades reales.

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