SALUD

El colmo de María Botella: es instructora de natación, piscis y tiene alergia al agua

A esta joven de 24 años le diagnosticaron urticaria acuagénica, que se manifiesta a través de ronchas o habones que producen picor

Sus lágrimas y sudor, la lluvia o el agua salada le afectan, aunque esta afección no impide que quienes la sufren puedan seguir bebiendo este líquido

Dos imágenes de María Botella: una antes de entrar al agua y, otra, con un brote de alergia.

Dos imágenes de María Botella: una antes de entrar al agua y, otra, con un brote de alergia. / CEDIDA A EPE

Ana Ayuso

Ana Ayuso

Todo lo que rodea a María Botella evoca a un mismo elemento: es piscis, uno de los tres signos del Zodiaco de esa materia que tanto daño le hace; tiene varios peces tatuados en un brazo; durante dos años, trabajó en Estados Unidos como instructora de esquí acuático y, ahora, es entrenadora de natación; vive en la provincia de Barcelona, cerca del mar, y su apellido serviría para contener el líquido que puede beber, pero que la irrita y enrojece al contacto con su piel. María Botella es alérgica al agua.

A esta joven de 24 años "todo tipo de agua me afecta, incluso mis propias lágrimas". El sudor, un día lluvioso o una jornada de trabajo se convierten para ella en un riesgo, así como las duchas o simplemente lavarse la cara. En cuanto el agua entra en contacto con su piel, esta se enrojece y responde con una urticaria acuagénica, que se manifiesta a través de ronchas o habones que producen picor.

Todo tipo de agua me afecta, incluso mis propias lágrimas"

María Botella

— Afectada por la urticaria acuagénica

"De pequeña, hubo alguna ocasión en la que, al ducharme, me salían unas burbujitas en las piernas. Después, pasó todo y mis padres y yo no le dimos importancia. A los 13 o 14 años, si corría y sudaba, la piel se me ponía roja y me picaba; también si me duchaba. [La afección] iba aumentando y si iba a la playa y tenía la piel un poco roja, me volvía la reacción otra vez", relata María Botella en una conversación telefónica con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA

La urticaria acuagénica o alergia al agua es una condición inusual que se manifiesta en las pieles de aquellas personas que reaccionan de manera negativa al contacto con este líquido, que, no obstante, pueden seguir ingiriendo. El origen de esta afección es bastante desconocido, pero algunos expertos lo relacionan con la forma en el que el sistema inmunológico de quienes la sufren responde a componentes presentes en el agua, desde minerales a algunos contaminantes, como metales, fluoruro o cloro. "Hay ciertas hipótesis que apuntan a que no es el agua de por sí la que produce esta urticaria, sino que actúa como un vehículo que permite que ciertas sustancias activen las células de la piel", detalla Álvaro Carvallo, miembro de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).

María Botella, afectada por la urticaria acuagénica o alergia al agua.

María Botella, afectada por la urticaria acuagénica o alergia al agua. / CEDIDA A EPE

Las urticarias son enfermedades inflamatorias que desencadenan ciertas reacciones que "implican que las células que tenemos en la piel liberen sustancias que producen rojez, picor y ronchas", explica Álvaro Carvallo. La relacionada con el agua pertenece al grupo de las urticarias inducibles o físicas, que son las que se desatan con estímulos externos. "No es como una alergia tradicional, sino que aparecen por estímulos", añade.

Instructora de natación y deportista

Ella ha hecho deporte desde niña: natación, natación sincronizada, atletismo... Su interés por este tipo de disciplinas fue creciendo cuanto más mayor se hacía, hasta el punto que sus padres la apoyaron para que se fuese durante varios años a Maine, Estados Unidos, para participar en un campamento deportivo. Allí aprendió a hacer esquí acuático y trabajó como instructora de esta especialidad durante dos veranos.

Al volver a España, le "dieron la oportunidad de enseñar natación y pensé que podía hacerlo, porque ya lo había hecho en Estados Unidos" y había cursado en España "el grado superior y el medio, y ahí también me formaron", que había complementado con su formación en socorrismo. Fue en este trabajo donde se dio "cuenta de que algo pasaba".

"Con cualquier agua que me toque, la piel se me pone roja, me pica, se me hincha. Hasta llorando se me hincha la cara", afirma Botella, que lleva meses compartiendo cómo convive con su afección en TikTok. Quiere mostrar cómo "por muy alérgica que sea, voy a perseguir mi sueño y a hacer lo que me gusta, que es ser instructora de natación". 

Baños, maquillaje y cuidado de la piel

A pesar de que el agua daña la piel de María Botella, ella necesita cuidar su higiene. "Para ducharme, estoy poco rato dentro, me pongo jabón y salgo corriendo del agua", dice. Evita darse baños. Sólo lo hace con agua fría si siente que sus músculos están agarrotados, pero nunca en agua caliente, "porque me acabo estresando al ver que las piernas se me van poniendo rojas". 

La parte de su cuerpo que peor reacciona al agua es su cara. Ella, comenta, ha tenido "la suerte" de ser una persona a la que no le agrada maquillarse, aunque matiza que "algún día puntual me gustaría hacerlo, pero no puedo porque casi todo el maquillaje que he encontrado está hecho a base de agua". 

Lo mismo le ocurre con los limpiadores, sérums y cremas de cuidado de la piel o skincare. María alarga el lapso entre el último día en el que se aplicó su rutina facial y la siguiente ocasión en la que lo hará. "Me abro primero la herida con el agua y me echo por encima un producto que también me va mal", se queja esta instructora de natación, que entrena a niños a partir de cinco años desde la playa de la piscina para "evitar que me salpique el agua".

Evitar los productos de skincare no le asegura que su piel mejore. De hecho, y según contaba en uno de sus vídeos en TikTok, al no poder cuidarse la piel, le habían salido unos puntos blancos en la cara que su médico y ella están "estudiando".

Clima seco y estrés cero: las condiciones idóneas

La alergia da a veces tregua a María Botella. "Sé cuándo puedo meterme en el agua y cuándo no. Si tengo un brote, no puedo entrar. En el agua salada, tampoco, y en verano se vuelve complicado cuando voy a la playa, hace calor y no puedo entrar en el mar".

Sin embargo, "si no se reproduce un brote y tengo la cara perfecta, el médico me indica que me bañe para que el agua me exfolie". Esas reacciones en su piel se multiplican cuando las condiciones, tanto las climáticas como las de salud, no son adecuadas.

Para María Botella, un día perfecto es aquel en el que hace sol, el viento es seco, ella no está estresada, no tiene ansiedad y no hace tanto deporte como para sudar mucho. El clima en la zona en la que vive es húmedo y "me va fatal". En cambio, en Estados Unidos, vivío en un lugar con clima seco y su alergia se mantuvo a raya, aunque "en las épocas de lluvia me volvía el brote de urticaria". 

Por ahora y hasta que den con una solución más duradera, los médicos le recetan a esta joven "cortisona y pomadas para probar si mejoraba, pero no he encontrado todavía ninguna que me ayude". "Con el apoyo del médico, he decidido pedir a través del Sistema Público de Salud unas pastillas que tendría que tomar durante un periodo acotado en el tiempo o no. Eso es lo que me permitiría dejar de tomar cortisona, que es un tratamiento muy fuerte y no elimina el problema: siempre vuelve y me está haciendo daño", sostiene María Botella. 

Alvaro Carvallo detalla que la primera línea de tratamiento para personas con urticarias físicas se basa en antihistamínicos. "En algunos casos, con dosis condicionales se pueden curar los síntomas, pero hay personas que requieren de dosis mayores, como el doble o el triple de comprimidos con respecto a la norma". Si esto falla, existen además procesos biológicos.