MEDIO AMBIENTE

Recoger semillas en la playa y plantarlas en el fondo del mar para reforestar el "principal ecosistema" del Mediterráneo

El biólogo Manu San Félix encabeza un proyecto para recuperar la pradera de posidonia, una planta similar a las algas endémica de este mar

Una buceadora observa un esqueje de posidonia.

Una buceadora observa un esqueje de posidonia. / SMART GREEN SEAS

Ana Ayuso

Ana Ayuso

Manu San Félix hizo su primera inmersión octubre de 1992. Él había estudiado Biología y estaba aprendiendo a bucear. En ese momento, dice, "ya salían en los periódicos entrevistas a Jacques Cousteau y a Félix Rodríguez de la Fuente alertando de la situación del Mediterráneo".

Poco después, con 32 años y ya como alumno de doctorado con una beca de investigación sobre la foca monje del Mediterráneo, también conocida en Baleares como vell marí, en peligro crítico de extinción, recaló en una Formentera "mucho más bonita que la de ahora, pero que no era la Formentera prístina e intocada". Este reconocido biólogo, que trabaja desde hace 15 años como explorador para National Geographic, se concibe a sí mismo como "un soñador de objetivos imposibles, pero que se consiguen" y se convenció de que él, después de montar en la costa de las Pitiusas su escuela de buceo, "iba a ver cómo se recuperaba el Mediterráneo y que iba a volver a haber foca monje".

Casi tres décadas después, dice apenado San Félix desde su centro de buceo en Formentera, al que llamó precisamente Vellmarí: "Veo que en 2024 no sólo no se ha recuperado el Mediterráneo, sino que todo está mucho peor. El momento de cambiar es ahora". 

Es por ello que ha puesto en marcha un proyecto, llamado La pradera del Mediterráneo, que se centra en cultivar 10.000 plantas de posidonia, una especie endémica de este mar, de la que ya ha desaparecido una tercera parte en las últimas décadas. "Tenemos tres líneas de trabajo: conservar, educar y comunicar", señala este biólogo.

Una buceadora se acerca a la pradera de posidonia del Mediterráneo.

Una buceadora se acerca a la pradera de posidonia del Mediterráneo. / SMART GREEN SEAS

Recogieron 22.000 frutos el año pasado

La idea de Manu San Félix es preservar la posidonia, el "principal ecosistema del Mediterráneo", mediante su siembra submarina. Se trata de "una planta increíble, muy visual y ya se ha perdido en las últimas décadas un tercio de la que había. Es una barbaridad. Debería darnos pánico", explica este biólogo, que trabaja con National Geographic en un proyecto iniciado por el gerundense Enric Sala, Pristine Seas. "Tuvo una idea brillante, que era viajar con un equipo a los lugares prístinos e intocados para protegerlos. La idea es salvaguardarlos porque hay un montón de información para preservar los que no están tan bien", afirma. 

"La posidonia es una planta superior, que viene de especies que vivían en tierra, siguieron evolucionando y conquistaron el medio marino", sostiene este biólogo, que incide en que se diferencia de las algas en que ésta "tiene raíz, tallo, hojas y la capacidad de producir flores y frutos".

Es una planta que ha sufrido los estragos de los barcos que atracaban sobre ella, llevándosela por delante. "Tiraban el ancla y, con un barco no pasa nada y con dos, tampoco, pero ahora hay miles y miles de ellos, por lo que se produce un impacto por repetición", refleja San Félix. Entre 2008 y 2012, estudió que la zona de la isla de Espalmador había perdido un 44% de posidonia. 

La posidonia florece en otoño y cuando lo hace, "no todos los años", apunta San Félix, libera semillas similares visualmente a las aceitunas que son arrastradas por las mareas hasta aparecer en la arena de las playas mediterráneas. Vellmarí, que además de ser una empresa familiar se convirtió con el tiempo en asociación, recogió 22.000 frutos. "Es una barbaridad", asegura el biólogo.

Frutos de posidonia en la arena de una playa mediterránea.

Frutos de posidonia en la arena de una playa mediterránea. / SMART GREEN SEAS

Replantar una posidonia cuesta 22 euros

Una vez recolectados, en Vellmarí se encargan de germinarlos para, finalmente, entregarlos a los buceadores que confían en ellos para sus inmersiones y que sean ellos mismos quienes los planten. Manu San Félix señala que el objetivo es llegar a plantar 10.000 esquejes de posidonia. "Hemos hecho un cálculo de lo que nos cuesta cada una e intentamos animar a que ayude quien pueda: son 22 euros, entre combustible, barcos, recoger, los sueldos de los trabajadores y el material".

De esta forma, Smart Green, el movimiento medioambiental que inició LG en España y que ha abierto para que se unan las empresas que lo deseen, ha iniciado el proyecto Smart Green Seas para apoyar a Vellmarí en la siembra de posidonia. Anteriormente, desarrolló Smart Green Trees, iniciativa dedicada a la reforestación, y Smart Green Bees, enfocada en la abeja ibérica.

Plantación de posidonia en Formentera.

Plantación de posidonia en Formentera. / SMART GREEN SEAS

Jaime de Jaraíz, presidente y CEO de LG Electronics España afirma que "el suelo marino es uno de los ecosistemas que más sufre los efectos de la masificación turística, la sobrepesca y el calentamiento global, y, es por ello, que trabajando con optimismo y valentía, tal como proclama nuestro lema Life’s Good, queremos movilizar a instituciones, empresas e individuos en una lucha que nos afecta a todos".

Posidonia Maps

Manu San Félix compagina sus facetas como biólogo e instructor de buceo con la de fotógrafo y filmador submarino, y comparte lo que inmortaliza bajo el mar en las redes sociales de Vellmarí. Desde su empresa familiar y asociación están plantando posidonia en las zonas en las que "fondeaban los barcos para restaurarla y lo hacemos con un fin educativo".

Una buceadora se acerca a un campo de posidonia en un punto cercano a la costa de Formentera.

Una buceadora se acerca a un campo de posidonia en un punto cercano a la costa de Formentera. / SMART GREEN SEAS

Como plantar los esquejes de posidonia resulta "laborioso", porque conlleva "muchas horas de agua", ha lanzado una app, Posidonia Maps, para que los barcos que zarpan desde las costas de Formentera e Ibiza sepan si están sobre el campo de posidonia o no y, así, decidir dónde es conveniente atracar.

"Queremos difundir un mensaje: qué fácil es destruir y qué difícil es restaurar, por lo que lo más importante es proteger, porque no somos ni Dios ni la naturaleza", concluye.