Este insólito paisaje español va a desaparecer: "Muchos van a ver cómo cae parte del monte más visitado"

La Puerta de los Ángeles de las Bardenas Reales, en Navarra, se ha derrumbado por las acciones irresponsables de los turistas, pero la naturaleza y las actividades extractivas también erosionan este enclave

Las Bardenas Reales, el paraje natural de Navarra conocido por sus característicos montes y por haber servido como escenario para algunas de las secuencias de Juego de Tronos o 007: El mundo nunca es suficiente, se están erosionando.

Ya lo mostraban varios usuarios desde hace meses en las redes sociales, principalmente en TikTok. La Puerta de los Ángeles o Puerta de las Bardenas, un rincón que se popularizó por su belleza y porque permitía en un solo disparo que los turistas guardasen en sus galerías la foto más instagrameable de su recorrido por este paraje, se ha derrumbado.

A los oriundos de Navarra, La Rioja o Aragón, a los que nacieron en la zona del Valle del Ebro, este terreno arcilloso no les impresiona, porque "están acostumbrados a este tipo de paisaje", indica Alejandro Urmeneta, biólogo de Bardenas. Pero este parque natural reserva de la biosfera desde el año 2000 se ha convertido en los últimos años en uno de los principales atractivos de la comunidad foral para los visitantes que llegan desde otros puntos de España o del extranjero.

Este espacio protegido desde 1999 alberga entre sus 42.500 hectáreas enormes sendas amuralladas por montes arcillosos y un paisaje semiárido. Se trata de una zona seca, calurosa y ventosa, en la que la vegetación encuentra serias dificultades para crecer. También la fauna, pero en las Bardenas Reales el biólogo Alejandro Urmeneta vela por cuidar las condiciones para que las aves, mamíferos, anfibios, insectos y reptiles que habitan en esta superficie ocre campen a sus anchas.

A.A.

Una mujer llega a Castildetierra, el principal atractivo de las Bardenas Reales, en bicicleta.

Una mujer llega a Castildetierra, el principal atractivo de las Bardenas Reales, en bicicleta.

"Los turistas van a hacerse la foto a Castildetierra", un monte muy irregular, con forma de chimenea torcida, que hace las veces de emblema de las Bardenas, y aprovechan para emprender su camino hacia el lugar en el que, hasta hace poco, se levantaba esta puerta. Urmeneta advierte de "se prohíbe la entrada, pero la gente no hace caso". "Blasfeman cuando no les dejamos ir a la Puerta de los Ángeles, porque todas las rapaces que estaban allí se han ido desde que uno sacó lo de la Puerta de los Ángeles en las redes sociales", critica.

"Saltan la valla y el deterioro de la puerta ha venido por el propio turismo. No nos olvidemos de que hay una parte de turistas cuyo gozo se reduce a hacerse un vídeo y romper esa puerta", zanja. No es el único punto de Bardenas en el que el turismo ha acelerado un desgaste que, por la naturaleza y las actividades extractivas, ya es intensa de por sí. "Hay veces en las que la erosión deja piedras planas al descubierto de un metro que hace una visera. La gente se hace fotos arriba y abajo de la piedra, pero otros se han hecho vídeos rompiendo la piedra. Las casetas tradicionales del polígono militar están llenas de grafitis. ¿Cómo es posible que alguien venga a un parque natural con un bote de pintura?", se pregunta.

Aceleración del desgaste

Este biólogo, natural de Arguedas, uno de los pueblos colindantes, ha pasado sus 61 años de vida en las Bardenas Reales. Su abuelo trabajaba como guarda en este paraje y él, con 14 años, empezó a llevarle bombonas de butano. "Pasó en unos meses del Paleolítico a la Modernidad. Hasta entonces, si quería luz o hacerse la comida, tenía que encender el fuego y obtener leña de los árboles. La deforestación se frenó de golpe con la llegada de la bombona de butano", dice.

Esta anécdota sirve para internarse en una de las principales causas de la aceleración de la erosión en este parque natural: las actividades extractivas. De hecho, dice Alejandro Urmeneta, "el turismo en general no ha incrementado la erosión", sino que las características naturales del terrenos y los usos humanos que se hacen del mismo desencadenan la degradación de este paraje.

"En territorios como este, en el que las condiciones del clima y de la superficie contribuyen a que la vegetación crezca muy despacio, enseguida se sobrepasó el límite de la capacidad de regeneración", y sus recursos "se gastaron más rápido de lo que se produjeron", a través de actividades humanas como la agricultura, la ganadería o la caza. "Nuestros usos lo que hacen es deforestar el territorio y éste pierde el paraguas que protege al suelo de la erosión. No se desgasta sólo porque las personas lo ocupemos; se seguiría erosionando si no estuviéramos, pero nosotros aceleramos el proceso", alerta Urmeneta.

Un suelo desnudo, con escasa o ninguna vegetación, incentiva la degradación. La superficie queda a merced de las inclemencias del tiempo. Que no llueva mucho y que la poca agua que se precipite llegue en dos veces cada año con violentas tormentas. Que ese terreno subárido genere polvo y que las riadas de agua lo arrastren. Que el territorio esté formado por arcilla e impida al agua penetrar. Que no crezcan plantas que amortigüen la pérdida de tierra. Todas esas condiciones, que cumple este enclave navarro, aceleran la erosión y son inevitables, porque forman parte de su clima mismo. En las Bardenas, según un estudio publicado en 2007, se pierden 10.000 kilos por hectárea y año.

"Nuestros usos deforestan el territorio y pierde el paraguas que protege al suelo de la erosión"
Alejandro Urmeneta, biólogo de las Bardenas Reales

"Esta erosión lleva muchos millones de años produciéndose", refleja Alejandro Urmeneta. "Todo el agua que caía en los montes de alrededor hace millones de años venía al centro del lago, en las Bardenas. Todo el Valle del Ebro era una sucesión de humedales, donde el agua que venía de Pirineos y del Moncayo llegaba aquí, se evaporaba y la tierra se quedaba. Entonces, aquí no había erosión, sino sedimentación de todos esos materiales durante millones y millones de años", explica. EL PERIÓDICO DE ESPAÑA se adentra en coche en una tormenta que provocará parte de la erosión de las Bardenas durante este año.

Alejandro Urmeneta se dirige al mirador más cercano al Centro de Información de las Bardenas Reales. Saluda a los propietarios de un foodtruck y a un vendedor de mieles. Dirige su vista hacia los montes que tantas veces ha visto. "Lo mejor es que cojas el coche y te dirijas hasta el cuartel militar y el polígono de tiro, que estaba ahí antes de que las Bardenas se convirtiese en parque nacional. Esta zona acotada tiene impactos en el ecosistema mínimos y a veces positivos. Ahí vive una de las especies más emblemáticas de Bardenas, la alondra de Dupont, que es la alondra más rara y, en Europa, sólo hay en la Península Ibérica y quizás una pequeña población en Grecia o en Italia. En el polígono de tiro hay 2.000 hectáreas en las que no entra nadie y no hay cultivos, y ahí está la alondra de Dupont, porque le va bien". Desde ese punto, recomienda recorrer el anillo de 25 kilómetros que permite ver los principales sitios de las Bardenas. "Vas a tardar un buen rato, tienes que ir despacio", avisa. Son casi las dos de la tarde. "Deberías comer algo antes", aconseja.

Al rato y con la comida ya servida, las mesas de terraza que han desplegado los dos dueños del foodtruck alrededor de su caravana convertida en cocina se empiezan a mojar y las gotas salpican los huevos rotos con jamón y las botellas de agua con gas de los turistas que se disponían a emprender su aventura después de coger fuerzas. Todos se cobijan en sus automóviles y en sus roulottes.

"Lo ideal sería que las Bardenas se recorriesen en bicicleta o en autobús, preferiblemente eléctrico, que lleve a muchas personas y que evite que cada una vaya en su propio coche", había dicho unos minutos antes de la tormenta Urmeneta. Durante el trayecto, varios ciclistas empapados arrastrarán sus bicicletas hasta el Centro de Información o hasta los vehículos con los que han recalado en este insólito paraje y dejarán la travesía para otro día.

"Lo ideal sería que las Bardenas se recorriesen en bicicleta o en autobús"
Alejandro Urmeneta, biólogo de las Bardenas

El biólogo de este paraje confiesa que le gustaría que se potenciasen las visitas guiadas, porque "es triste que al final vengan a ver las Bardenas 200.000 personas al año y al irse no se hayan enterado de nada". Él, para evitar la incursión de turistas a rincones del paraje en los que los visitantes molestan a las especies que allí habitan y para asegurarse de que nadie va a degradar deliberadamente este terreno protegido, restringiría aún más el acceso de personas a ciertas zonas. "Estamos viendo cómo los animales se hacen cada vez más raros. Hay especies que están desapareciendo por culpa de gente, en general, amante de esos animales, que no están dispuestos a reconocer que su presencia provoca un impacto y es que los animales se van. Somos un vecino nefasto y eso lo saben todos los animales".

Los territorios cuando se erosionan tienden a igualarse. Castildetierra, el lugar más visitado de las Bardenas, tiene en la punta una llanura, una meseta, y esa parte superior se ve más oscura que el resto porque está formada por "cantos rodados de un antiguo río cementado con carbonato cálcico, una capa muy dura que protege como un paraguas". "La erosión cuando llega a un sitio duro se ralentiza y en Castildetierra solo queda ese paraguas, que se caerá y muchos lo van a ver, aunque no se puede saber cuándo porque la erosión no es gradual", sostiene. Urmeneta incide en que "no se va a erosionar como si fuera un polo que no comemos, sino que se va a desplomar porque está ya jugando con el equilibrio del propio monte".

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El trayecto en coche por las Bardenas Reales permite ver en primera persona la incidencia de las fuertes lluvias sobre el paisaje. Riachuelos de agua embarrada discurren a los laterales de la vía empedrada por la que circulan automóviles, caravanas y bicicletas. A lo largo de dos horas, el terreno seco y polvoriento de este parque natural se va transformando en un lodo denso que se aferra a las ruedas y a las suelas de las zapatillas como si fuese masilla.

"En la zona de La Rioja, de Navarra y de Aragón se sabe, gracias a las prospecciones que se hicieron, que había cuatro kilómetros de sedimentos como lo de esos montes", reflejaba Urmeneta hace un rato, cuando señalaba a los montículos con cúspide plana que el coche deja atrás a su paso. El ser humano "empezó a ser importante en la alteración del paisaje en los últimos 10.000 años", dice Urmeneta.


El terreno de las Bardenas es propicio para la erosión, pero lo que hay que evitar con acciones humanas responsables es la degradación de este paraje.

"No creo que el turismo esté incrementando la erosión", opina este biólogo, debido a que "el turismo no es una actividad extractiva, que son las que más erosionan y que son básicamente la agricultura y la ganadería". "Mientras la agricultura tenga la mitad del territorio labrado, éste se erosionará porque ya se ha movido la tierra. El desgaste más brutal que hay se produce en los campos labrados en pendiente, porque, con las lluvias, el agua baja a toda pastilla y la superficie se erosiona mucho. Asimismo, la ganadería también elimina la vegetación, por ejemplo, con las pezuñas de las ovejas", concluye. El viaje por las Bardenas finaliza con la llegada a un Castildetierra ya bañado por el sol.

El Periódico de España

Texto: Ana Ayuso
Vídeos: Raquel Serrano
Formato: Nacho García