Gibraltar: un futuro en negociación pendiente de las europeas

Parte del futuro de 300.000 personas (270.000 andaluces del Campo de Gibraltar y 30.000 “llanitos”) se decide en unas conversaciones secretas entre Reino Unido y la Unión Europea, por mandato de España. Será la próxima Comisión Europea, la que surja del mandato de las urnas de las elecciones del 9 de junio, la que deberá continuar un proceso de negociación que lleva más de dos años en marcha y sigue encallado.

A continuación el Parlamento elegido deberá refrendarlo. Dependiendo del formato del acuerdo, eventualmente podría tener que ser aprobado también por los parlamentos nacionales. Hay centenares de puntos conflictivos por definir, pero la idea es derribar la Verja de separación para que los trabajadores, los turistas o los empresarios puedan fluir. Y lo mismo con las mercancías.

Debe pactarse cómo se realizarán los controles de entradas en el puerto y el aeródromo de Gibraltar. Se quiere compartir este aeropuerto. Y acercarse en una serie de cuestiones que van desde las pensiones que cobran los trabajadores españoles en Gibraltar al tratamiento de los residuos o los impuestos que se pagarán en los comercios de la zona. Pero el anuncio de elecciones anticipadas en Reino Unido pone en peligro el acuerdo avanzado en estos dos años de negociaciones, que se llegó a decir que estaba a falta de las comas y los puntos. ¿Puede un Gobierno en funciones firmar algo de tanto calado?.

Este es un viaje a los puntos clave de las negociaciones para un Tratado sobre Gibraltar.

Vista aérea del conflicto

Mario Saavedra | Madrid

Gibraltar es muchas cosas al mismo tiempo. Es el conflicto diplomático más largo aún vigente entre España y Reino Unido. Es una base militar donde repostan, se rearman y se reparan los buques británicos de la Royal Navy, incluidos submarinos nucleares. Ha sido históricamente un paraíso fiscal, con más empresas que personas y despachos de abogados que ayudan a esconder patrimonios de dudosa procedencia. Un centro de contrabando de tabaco. Una ciudad muy rica que atrae a grandes empresas tecnológicas de juego online. Una zona de pesca en disputa. Y una fuente de empleo para 15.000 residentes en la colindante comarca gaditana del Campo de Gibraltar. Y es, ante todo, una zona de soberanía disputada.

Un territorio por descolonizar, según Naciones Unidas. Para parte de la clase política española, un territorio estratégico robado por "la Pérfida Albión" hace tres siglos. 

En la Nochevieja de 2020, en el último minuto, España y Reino Unido alcanzaron un acuerdo por el que se definía cómo iba a encajar la colonia tras el Brexit. Era solo el primer paso, las líneas generales. El Gobierno socialista encargaba a la Comisión Europea que negociara de su parte un texto destinado a la creación de una “zona de prosperidad compartida”. Pero había que decidir qué hacer con muchas cuestiones: 

La verja

Una alambrada de separación donde también se encuentra el puesto de control para personas y vehículos que cruzan cada día miles de personas. Se quiere eliminar, para permitir el tráfico fluido. Los controles de personas y mercancías se deberían realizar entonces en el puerto y el aeropuerto. Gibraltar rechaza que haya agentes de frontera españoles en su territorio.

El puerto militar de la Royal Navy y comercial

Ahí atracan submarinos nucleares, para irritación de España, y se reparan buques de guerra. Se reabastecen de misiles que nadie sabe de dónde salen (probablemente de las entrañas del Peñón). Y es epicentro de bunkering, peligroso repostaje en alta mar de barcos que atraviesan el Estrecho de Gibraltar.

El aeropuerto de la Royal Air Force (RAF) y comercial

Levantado en el istmo, territorio que no se entregó en el Tratado de Utrecht de 1712, y con una pista corta y algo peligrosa cuando hay mal tiempo. Aterrizan vuelos internacionales. España quiere que se pueda hacer uso compartido. Con vuelos hacia Madrid o Barcelona, como ya hubo en el pasado.

Las aguas que rodean al Peñón

España no las entregó en el Tratado de Utrecht y las reclama, pero Gibraltar dice que son suyas. En ellas hay choques entre patrulleras de ambos lados. Pescadores españoles denuncian que son acosados

La ciudad de Gibraltar

Una ciudad con atractivo turístico, donde viven "llanitos" y británicos y los famosos monos del Peñón. Sus comercios y sus empresas pagan muy pocos impuestos. Si se tira la Verja, podría haber competencia desleal con La Línea y el resto del Campo de Gibraltar, por ejemplo con el puerto de Algeciras. Piden que no haya tanta diferencia. El Gobierno dice que el acuerdo de Gibraltar prevé impuestos indirectos a bienes importados o fabricados en el Peñón.

CAMPO DE GIBRALTAR

¿Qué es la ‘zona de prosperidad compartida’ de la que todos hablan?

Patricia Godino | La Línea

En La Línea de la Concepción hacía años que no había una tienda de souvenirs. En una ciudad que arrastra más del 35% de paro y que a diario se topa con titulares sobre el tráfico de hachís, presumir era un verbo casi desterrado para el ciudadano medio (otra cosa es la exhibición del lujo que practican los clanes de la droga en las redes sociales, claro). Pero hace unas semanas, en una de sus calles, ha abierto una de esas tienditas de tazas e imanes de nevera que, aquí, reproducen los rincones más pintorescos de este municipio gaditano. Una anécdota que describe un estado de ánimo en una tierra vigilada desde lo alto por esa imponente mole de piedra caliza que es el Peñón.

Por contra, el éxito de la colonia británica radica en haberse convertido desde antiguo más que en un souvenir en una joya que arrastra leyendas y sombras. Para los inversores es atractiva desde el punto de vista fiscal -no hay impuestos o son muy bajos-, pleno empleo, una renta media de 90.000 euros y un dinamismo empresarial gracias al juego online, las finanzas, el turismo y la construcción, sectores que mantienen los 15.400 trabajadores transfronterizos que cruzan la Verja, 11.000 españoles y casi la mayoría, residentes de La Línea. El pulmón laboral del Peñón, vitales para la comarca.

De un tiempo a esta parte, las cosas han cambiado. No en el fondo -el paro sigue alto y la renta media no llega a los 11.000 euros- pero hay cierto optimismo. Ha influido la arrolladora personalidad de Juan Franco, el alcalde más votado de toda España, que, en su tercer mandato y con un partido independiente, sigue siendo un martillo pilón para reclamar atención de las administraciones en un territorio estigmatizado. Pidió hace años ser ciudad autónoma, como Ceuta y Melilla, y un régimen fiscal especial, pero se topó con el no del Gobierno.

La sensación ahora es que el acuerdo supondría alcanzar esa zona de prosperidad compartida con el que todos los actores en estas negociaciones han bautizado el espacio de crecimiento económico que se aspira a alcanzar con el derribo de la frontera.

En la teoría, se mantendrían los empleos transfronterizos, se incentivaría la llegada a La Línea de esas empresas que, en un istmo de poco más de 7 km2, literalmente no caben en la colonia (un número que varía según la fuente: el Peñón dice que tiene 18.000 sociedades frente a las 30.000 que estima España) y se irían equilibrando las rentas de ambos territorios. “Estoy trabajando en poner las condiciones idóneas para que vengan inversores a La Línea: tengo terreno pero me hace falta un pequeño empujón que depende de que se alcancen esos acuerdos y de que el Gobierno de España ponga de su parte”, explica Franco. “¿Y si resulta que consigo las mismas cosas que pedía como Ciudad Autónoma pero con este acuerdo?”, aventura.

Frente a esa visión está la de otros alcaldes de la comarca del PP y la Junta de Andalucía, temerosos de que el derribo de la Verja suponga, a la postre, que Gibraltar termine de fagocitar la economía de la zona. Sin controles fronterizos, ¿quién vigilará el tráfico de mercancías o de productos como el tabaco?, ¿cómo se blindará la actividad del Puerto de Algeciras frente a la competencia del de Gibraltar?

“No podemos permitir un paraíso fiscal en territorio andaluz”, avisó el presidente andaluz Juanma Moreno días atrás. “Sería difícil que la zona de prosperidad compartida no creara un boom económico en la zona”, comentaba el ministro principal de Gibraltar, Fabián Picardo, en los primeros compases de las negociaciones. Y ahí siguen.

REINO UNIDO

El adelanto electoral amenaza el acuerdo

Lucas Font | Londres

La celebración de elecciones anticipadas el próximo 4 de julio en el Reino Unido ha puesto en duda la posibilidad de lograr un acuerdo sobre Gibraltar a corto plazo. Por ahora, el Gobierno británico se ha limitado a decir que “sigue trabajando codo con codo con el Gobierno de Gibraltar y mantiene su compromiso para cerrar un acuerdo que beneficie a Gibraltar, sus ciudadanos y su economía”, según un portavoz del Ministerio de Exteriores. La convocatoria electoral no impide continuar con las negociaciones a nivel técnico pero sí imposibilitará la ratificación del posible tratado entre el Reino Unido y la Unión Europea hasta la formación del nuevo Parlamento tras los comicios.

Es poco probable que el primer ministro, Rishi Sunak, opte por anunciar cambios significativos en esta materia ante el riesgo de ahondar en las divisiones internas en su propio partido en plena campaña electoral. Miembros del ala dura de los conservadores han mostrado su rechazo a la probable incorporación del peñón al espacio Schengen y al mercado único en las últimas semanas, así como a la eliminación de la Verja y el traslado de los controles fronterizos al puerto y al aeropuerto, controlados por las autoridades gibraltareñas y por Frontex. Unas medidas que, aseguran, supondrían un ataque contra la soberanía británica en el territorio de ultramar.

El ministro de Exteriores, David Cameron, ha tratado de tranquilizar a los suyos y ha asegurado que la soberanía sobre el Peñón no se verá afectada. Pero ha insistido en que estas negociaciones responden a la voluntad del pueblo gibraltareño. “Estamos tratando de salvaguardar la soberanía, pero al mismo tiempo estamos tratando de poner en marcha lo que el Gobierno de Gibraltar quiere, que es tener una frontera sin fricciones con España", aseguró Cameron a mediados de este mes ante los miembros del Comité de Escrutinio Europeo de la Cámara de los Comunes.

La apertura de una nueva brecha entre los ‘tories’ no se presenta como el mejor escenario para remontar en unas encuestas que, por ahora, sitúan al Partido Conservador a más de 20 puntos de distancia del Partido Laborista, que va camino de lograr una aplastante victoria tras más de 14 años de gobiernos conservadores. Pero incluso en el caso de que no se logre un acuerdo antes de los comicios, todo apunta a que las negociaciones no se verán afectadas en la próxima legislatura.

El Partido Laborista ha mostrado su apoyo al Gobierno en esta materia y ha insistido en la importancia de respetar la voluntad del pueblo de Gibraltar, que votó de forma abrumadora contra el Brexit con un 95% de los votos. “Apoyamos a Gibraltar y a su Gobierno en las negociaciones actuales y en la defensa de su soberanía y su autodeterminación. Creemos que se puede lograr un acuerdo que beneficie a Gibraltar, a España, al Reino Unido y a la Unión Europea y ese acuerdo parece tangiblemente cerca”, aseguró el portavoz laborista de asuntos europeos, Stephen Doughty, al canal de noticias GBC News a mediados de enero.

BRUSELAS 

Un proceso de ratificación plagado todavía de incógnitas

Silvia Martínez | Bruselas

Hace dos años y medio que arrancaron las negociaciones entre la Unión Europea y el Reino Unido sobre el estatus que tendrá Gibraltar con el club tras el Brexit y pese al optimismo de las últimas semanas, a raíz de las dos rondas de conversaciones al más alto nivel político celebradas en Bruselas en abril y mayo, no solo el contenido del acuerdo sigue siendo un misterio -no ha trascendido todavía ningún texto- tampoco hay claridad sobre el procedimiento de ratificación exacto que tendrá que seguir el posible futuro Tratado, una vez sellado el trato, ni el horizonte temporal para su aprobación formal.
“El proceso, incluida la firma y el tipo de adopción, dependerá del contenido del acuerdo y, por tanto, solo se podrá decidir una vez que el acuerdo sea definitivo”, se escudan en la Comisión Europea sobre una negociación que lidera desde hace dos años y medio el eslovaco Maros Sefcovic bajo el más absoluto secretismo, al contrario de lo que ocurrió durante la negociación del protocolo para Irlanda e Irlanda del Norte, salvo durante la etapa en la que las conversaciones entraron en el llamado ‘túnel’ para permitir al entonces negociador jefe, Michel Barnier, actuar con libertad y al mismo tiempo intensificar las negociaciones.


“El procedimiento dependerá del tipo de acuerdo y de su base legal”, insiste la misma portavoz del Ejecutivo comunitario. El procedimiento de la UE para aprobar cualquier acuerdo internacional contempla dos posibilidades.

Si el nuevo Tratado se encuentra bajo las competencias exclusivas de la UE, la ratificación por parte del Consejo -donde están representados los 27 Estados miembros- solo requerirá el consentimiento previo del Parlamento Europeo, que puede aprobar o rechazar el texto, pero no enmendarlo.

Si, por el contrario, el acuerdo afecta a competencias compartidas -los llamados acuerdos mixtos- la ratificación tendría que producirse tanto a nivel europeo como a nivel nacional. Es decir, no solo el pleno de la Eurocámara tendría que pronunciarse, también tendrían que votar los parlamentos nacionales, lo que podría retrasar la aprobación y dificultar el proceso. “Probablemente se necesitará el consentimiento del Parlamento Europeo, pero todavía está por confirmar”, explican fuentes europeas sobre una de las muchas incógnitas que rodean a una negociación.


En cuanto a los plazos, el objetivo inicial era lograr cerrar el acuerdo antes de las elecciones europeas del 9 de junio y del final de la actual legislatura. Una posibilidad que se ha desinflado en las últimas semanas y que, con la convocatoria de las elecciones en Reino Unido, parece más complicada todavía. “Queremos avanzar rápidamente y, si es posible, concluir cuanto antes las negociaciones y el acuerdo pendiente, que nos interesa a todos”, se limitaba a decir el negociador jefe de la UE tras la última reunión celebrada en mayo con los ministros de exteriores de España y Reino Unido, José Manuel Albares y David Cameron, y el ministro principal de Gibraltar, Fabián Picardo. Tanto en Londres como en Madrid ven el acuerdo “cerca”, aunque tras 20 rondas de negociación siguen sin ponerse fecha.

ESPAÑA

El juego de pelota diplomático

Mario Saavedra | Madrid

Gibraltar es una herida abierta en el orgullo nacional español. Un irritante diplomático como pocos otros. El dictador Franco decidió cerrar la Verja como represalia entre 1969 y 1982. Cortó las líneas de teléfono y también aisló a la colonia por aire, algo que se mantuvo en vigor en las décadas posteriores. Quería aislar Gibraltar, y lo consiguió. A principios de este siglo, el Gobierno de José María Aznar y su ministro, Josep Piqué, estuvieron muy cerca de consumar un acuerdo de soberanía compartida. Tras conversaciones secretas (cuya desclasificación ha rechazado recientemente Londres), se anunció que España y Reino Unido habían acordado compartir la soberanía del territorio, siempre y cuando Gibraltar lo consintiera. Pero fue rechazado en referéndum. Más adelante, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero intentó sacar adelante un acuerdo de convivencia con el Foro Tripartito: soberanía compartida del aeropuerto, relajación de los controles, pensiones… Hasta se abrió un Instituto Cervantes en la colonia. También descarrilaron.

Desde 2021, las partes están tratando de llegar a un nuevo acuerdo. Ha habido dos docenas de rondas oficiales de negociación, y centenares de reuniones técnicas para elaborar un tratado que promete ser amplio, complejo y delicado políticamente. El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, anunció en diciembre de 2022 que España ya había hecho su propuesta y que la “pelota estaba en el tejado” de Reino Unido. Londres lo ve más bien como un juego de tenis, donde hay que ir respondiendo a cada aspecto concreto. En la última de las reuniones de alto nivel político, entre ministros de Exteriores y con el vicepresidente, Albares aseguró que ahora la pelota había bajado del tejado “a la sala de reuniones”. Juego limpio.

Pero también aquella reunión fracasó. Ahora, el acuerdo que no termina de llegar sigue en el aire. Pendiente de las elecciones británicas y de las europeas. La situación transitoria para Gibraltar no puede seguir mucho tiempo. De momento, Gibraltar y el Campo de Gibraltar tienen su futuro pendiente de negociación.

Textos: Mario Saavedra (El Periódico de España), Patricia Godino (El Correo de Andalucía), Lucas Font (El Periódico), Silvia Martínez (El Periódico.

Vídeo: PI Studio.

Infografías: Nacho García.

Diseño: Nacho García y Nekane Chamorro.

Producción y coordinación: Red de Contenidos de Prensa Ibérica.