ACTÚA EN EL FESTIVAL ALMA OCCIDENT

Nile Rodgers, el maestro de la música disco que revitalizó a Diana Ross, Madonna, Bowie y Daft Punk: "Marta Sánchez es fantástica. Es como si fuéramos familia"

El legendario guitarrista, compositor y productor neoyorquino, estará el 7 de junio en el Alma Occident Festival, en el Parque Enrique Tierno Galván de Madrid, como única cita española este año

Nile Rodgers en un concierto de su grupo Chic.

Nile Rodgers en un concierto de su grupo Chic. / FERRAN SENDRA

Nile Rodgers (Nueva York, 1952) es uno de los grandes músicos contemporáneos vivos. Pocos pueden presumir de un currículo y una influencia como los suyos. Delimitó los contornos de la música disco más elegante junto al bajista Bernard Edwards al frente de Chic a finales de los setenta, produjo algunos de los discos más significativos en las carreras de Diana Ross, Madonna o David Bowie, amén de idear nuevos diseños sonoros para Mick Jagger, Bob Dylan, Duran Duran, The B-52s y muchos otros, y puso también su guitarra al servicio de algunas de las canciones más jubilosas y bailables de la música popular de las últimas cinco décadas, entre ellas las del celebrado último trabajo de Daft Punk hace poco más de una década, sedimentando una influencia que hoy en día se advierte en cientos de músicos de todo el planeta. El próximo 7 de junio llega a Madrid para participar en el Madrid Alma Festival, en una noche en la que compartirá escenario con los británicos Soul II Soul, y hemos aprovechado para hablar con esta leyenda andante, quien nos atiende desde Los Ángeles, aunque hace ya algunos años que reside en Miami junto a su mujer, Nancy Hunt.

Pregunta: ¿Cómo se siente en España?

R: Da la sensación de que el público conozca todas mis canciones, y el final de los conciertos es una locura, con todo el mundo cantando eso de “oeoeoe”. No lo entendíamos la primera vez que nos pasó. Trabajé con algunos artistas españoles, entre ellos Marta Sánchez y Olé Olé, con quienes grabé Soldados del amor (1990), y también con muchos artistas latinos en Norteamérica, como Pitbull o Daddy Yankee. El del 7 de junio será un gran show.

P: Aquí la mayoría de la gente no sabe que juntó en un mismo estudio a Marta Sánchez y a Slash, guitarrista de Guns N’ Roses, en 1996, para Moja mi corazón, una canción del disco Azabache (1997). Creo que ella es la única española producida por Nile Rodgers.

R: ¿De verdad? Marta es fantástica. Nos hicimos amigos y hemos mantenido esa amistad. Es como si fuéramos familia.

P: Cuando compuso Le Freak con Bernard Edwards, en Chic, como reacción ante la negativa del portero del club Studio 54 a dejarles entrar en la Nochevieja del 1977 al 1978, que se convirtió en una canción para quienes no encajan en la sociedad, ¿pensó que podría ser el comienzo de una carrera tan exitosa?

R: Sí, es para los que no encajan, de un modo extraño, pero la convertimos en algo más alegre: en lugar de pensar en la imposibilidad de entrar, tuvimos en mente a la gente que sí estaba dentro de la discoteca, imaginando lo bien que lo estarían pasando. Siempre lo digo: a raíz de no poder conseguir lo que queríamos aquella noche, obtuvimos más de lo que nunca podríamos haber imaginado. Le Freak es aún el single más vendido en la historia de Atlantic Records.

P: Se supone que estaban ustedes apuntados en la lista de puerta como amigos de Grace Jones.

R: Sí, pero no éramos amigos suyos, lo fuimos después (risas). Entonces no sabíamos que ella solía dejarse ver por allí muy tarde, porque a veces se marcaba dos y tres bolos en una noche. No sabíamos mucho de ella, en realidad. Pensamos que estaría allí a las doce de la noche, al fin y al cabo Studio 54 era la mejor discoteca del mundo, y no apareció hasta las dos o las tres de la madrugada. Nos plantamos allí sobre las once de la noche, tratando de aparentar profesionalidad. Si ella no hubiera llegado tan tarde, nunca hubiéramos escrito Le Freak, que fue además la última canción compuesta para el disco C’est Chic (1978). La canción que íbamos a publicar en su lugar se la dimos a Sister Sledge, fue He’s the greatest dancer (1979), que para nosotros no hubiera funcionado tan bien. Mucha gente se olvida de que fue disco de platino.

P: Siempre pienso en Chic como la quintaesencia de la música disco en su versión más elegante. ¿Cómo vivieron aquella aversión por el género por parte de aficionados al rock en los años setenta, que derivó en el evento Disco Demolition Night en 1979, en el que miles de personas quemaron discos en un estadio de béisbol? ¿Se han desvanecido esos prejuicios?

R: En cierto modo sí, pero si hablamos solo de los músicos, y no de los fans, eran todos mis mejores amigos. Si echas un vistazo a mi carrera, he hecho más discos de rock que de música disco. De Bob Dylan a David Bowie, pasando por Ric Ocasek, Cyndi Lauper o David Lee Roth. Una lista inagotable. Y unas sesenta bandas de rock. Coldplay entre ellas. ¡La suerte que tengo es que mis discos de rock hacen que la gente baile! La gente conoce Let’s Dance o Modern Love o China Girl, de Bowie. No me gusta necesariamente describirla como música de baile, sino como música que hace que la gente se sienta bien.

P: De todos los músicos a quien ha producido, ¿hay alguien especial o más gratificante?

R: Puede que Daft Punk. Tenían ya mucho éxito haciendo los discos ellos solos, y conmigo fue la primera vez que confiaron en alguien externo y decidieron sumar a otros músicos y dejarse de samples. Fue increíble. Cuando toqué la guitarra en Get Lucky (2013) ni siquiera se llamaba así. Era un boceto al que llamaban Daft Punk 25 o algo parecido. Tan pronto entré en el estudio ideé esa línea de guitarra. Surgió como en una jam. Luego me pidieron lo que sería Lose Yourself To Dance: si te fijas, es solo una guitarra, bajo y batería. Sin teclados. Dejaron que fuera groovy y funky. Random Access Memories (2013) fue un disco de enorme éxito para ellos, sin samplers ni elementos electrónicos. Asumieron un gran riesgo, y la gratificación fue enorme: la primera vez que un disco orientado a la música de baile ganaba el Grammy a mejor álbum del año desde Saturday Night Fever (1977) de los Bee Gees.

P: Un disco muy orgánico, sí, y que además le permitió darse a conocer a una nueva generación.

R: Es curioso, porque en los videoclips de Lose Yourself To Dance y Get Lucky, los únicos humanos que aparecemos somos Pharrell Williams y yo. Y como mucha gente no conocía a los Daft Punk, porque nunca mostraban sus rostros, me veían a mí por la calle y se creían que yo era Daft Punk. La gente ya no necesita hoy en día conocer a las personas que están detrás de las canciones. Fuimos las dos únicas caras reconocibles de un disco que fue número uno en casi todo el mundo. Mucha de esa gente me conoció entonces, pero no significa que conocieran mi música. O sí la conocían, pero no la asociaban con mi cara. Nos pasaba en los conciertos. “¡No sabía que este tipo escribió esto!”, decían. Cuando en mis conciertos pregunto al público cuánta gente está viendo a Chic por primera vez, más del 75% levanta la mano. Pero luego conocen todas las canciones.

P: Es usted el ejemplo de músico que mi madre no conoce, pero seguro que sí conoce al menos diez canciones suyas.

R: Eso es lo interesante de ser un músico y compositor. Por culpa de los Beatles, la gente empezó a pensar que quienes cantaban eran los autores de las canciones. Mucha gente cree que We Are Family la escribieron Sister Sledge, y es de Chic. Lo creas o no, no conocimos a las Sister Sledge hasta que entraron en el estudio y todo el disco estaba ya terminado, ellas solo tenían que cantar sobre la música.

P: ¿Fue el Diana (1980) de Diana Ross el disco más difícil de terminar, tal y como ha explicado alguna vez?

R: Sí, pero solo porque un disc jockey muy conocido en EE.UU. le dijo que I’m coming out arruinaría su carrera, porque la gente lo entendería como un reconocimiento de ser gay. No la escribimos pensando en eso, sino por la misma razón que James Brown escribió Say It Loud, I’m Black and I’m Proud (1968). Él trataba sobre todo lo que le pasó a la comunidad negra, y los animaba a no sentirse ofendidos ni avergonzados, como si el mundo te estuviera quitando algo, sino a enorgullecerse de todo lo conseguido. Diana era para nosotros una reina intelectual y artística, una diva también de la moda. La comunidad queer la idolatraba por todo aquello que defendía, pero no por nada que tuviera que ver con su orientación sexual.

P: Oigo la guitarra de Nile Rodgers como si sonara continuamente en manos de otros músicos de los últimos veinte años, sobre todo en el negociado disco funk. Hasta Johnny Marr (The Smiths) ha reconocido siempre su influencia.

R: Muchos son amigos míos. Johnny Marr, que es un gran guitarrista, le puso Nile de nombre a su hijo, y no sé si lo sabes, pero cuando salió del hospital con él nada más nacer, lo primero que hizo al subir al coche es ponerle un disco de Chic, para que fuera la primera música que escucharan sus oídos. Los guitarristas valoran el control por encima de todo: los instrumentistas limpios, que no se van por las ramas, y si me escuchas a mí, verás que controlo todo con una mano y también con la otra mucho más abajo, como si fuera un baile entre ambas manos. No importa lo mucho que le bajes el volumen: siempre se oye por las frecuencias resonantes y por el mucho espacio entre ambas manos, es algo que requiere mucha disciplina y práctica durante años. Práctica, práctica y práctica. El año pasado toqué con Corey Wong, que es un gran guitarrista, y se estuvo fijando en mi forma de tocar. Le dije: “¡Corey, no difundas mi secreto!” (risas).

P: Parece sencillo, de tan efectivo, pero no debe serlo.

R: ¡Es muy difícil! (risas).

P: Por cierto, tiene 71 años y superó un cáncer de próstata en 2010 y una sucesión de siete paros cardíacos a principios de los noventa, hasta el punto de que un médico estaba ya a punto de firmar su acta de defunción en el hospital. ¿Se considera un superviviente?

R: Y te olvidas de que tuve también cáncer de riñón. Me tuvieron que quitar uno. Podría pensar que soy un superviviente, pero honestamente, no le presto mucha atención a eso. Pienso más en mis planes de futuro. No mucho en el pasado. De vez en cuando miro hacia atrás, pero no aguanto mucho la mirada. La vida es frágil y nunca sabes cuándo va a terminar, es mejor vivir al día. Como aquella canción que se llamaba Let’s Live For Today (The Grass Roots, 1968) cuando era joven.

P: ¿Le queda algún sueño por cumplir?

R: Sí, tengo grandes sueños ahora mismo, trabajando en extraordinarios proyectos, Dios mío. Creo que la cantidad de trabajo que tengo ahora es mayor que nunca. Imagínate lo que tiene que ser para alguien que ha trabajado con Bowie, Jagger, Diana Ross, Sister Sledge, Cyndi Lauper, Bob Dylan, David Lee Roth, Daft Punk y tantas grandes estrellas.

P: ¿Y cómo se consigue mantener la ilusión tras tanto tiempo?

R: Me lo estoy pasando tan bien que tengo incluso más ilusión que antes. En los últimos dos años he trabajado, por ejemplo, un par de veces con Beyoncé, y lo que es muy grande es gozar del respeto por parte de artistas tan importantes como ella, porque cuando les preguntas en qué medida puedes contribuir a que sus canciones sean mejores, simplemente te contestan “sé tú mismo, sé Nile”. Me dicen que eso es lo mejor que puedo hacer, y es muy inspirador. Me dejan ser yo mismo en todo lo que hago ahora, incluso en ocasiones en las que el material ya es lo suficientemente bueno como para no necesitarme. Me permiten ser como un miembro más de sus bandas. Y todo encaja. Nunca me he sentido mejor.

P:¿Qué tal con los Zutons, la banda de Liverpool a la que acaba de producir?

R: ¡Muy bien! Mira lo que dicen, que nunca se han sentido más en paz con nadie en un estudio. Les respeto mucho. Dave (McCabe) es un gran compositor.

P: ¿Algún nuevo disco de Chic a la vista?

R: No lo sé, porque tengo tanto trabajo ahora mismo con otros proyectos que no me veo haciendo otro disco de Chic. Al final no hay tanta diferencia, porque se trata de trabajos que me hacen sentir bien, y siempre que trabajo con alguien, me integro plenamente en la banda y me siento tan bien como si fuera el jefe, pero sin tener que serlo. Me encanta ser parte de una formación. Siempre escribo música para un grupo de personas. Me siento cómodo en el estudio, sin importarme con quién.