NUEVO LIBRO

Madrid, capital del grafiti

Javier Abarca, investigador y pionero del grafiti en Madrid repasa la historia de este movimiento en la capital a través de sus principales protagonistas y tendencias

Grafiti de remed 3ttman, incluido en 'Guía del arte urbano de Madrid. Una historia de Madrid a través de su grafiti y su arte urbano'.

Grafiti de remed 3ttman, incluido en 'Guía del arte urbano de Madrid. Una historia de Madrid a través de su grafiti y su arte urbano'. / Cedida

"Lo que me genera desazón no son las paredes llenas de grafitis sino las paredes grises, que parecen hechas para robots. Cuando veo grafitis respiro tranquilo porque compruebo que alguien vive por allí. Además las paredes y las ciudades no están vacías, hay mucha publicidad. Puede decirse que los grafiteros se toman libertades, pero los arquitectos, urbanistas y publicistas se toman muchas más", comenta convencido Javier Abarca. El que fuera uno de los pioneros más influyentes del grafiti español y líder de la primera escena de grafiti en los vagones de Madrid, acaba de publicar Guía del arte urbano de Madrid. Una historia de Madrid a través de su grafiti y su arte urbano. Editado por Anaya Touring, este ensayo profusamente ilustrado permite que el lector profano se acerque de forma amena y rigurosa a un fenómeno tan aparentemente presente en la vida de cualquier ciudad como desconocido para la mayor parte de sus habitantes.

"Igual que sucede con el arte contemporáneo, el grafiti es un código cerrado que es necesario aprender para disfrutar. Aunque es cierto que está en el espacio público, donde aparece delante de la gente, al grafitero no le preocupa el público normal. Los ojos a los que realmente quiere llegar son los de otros grafiteros. Por eso las firmas son a menudo ilegibles, o no entiendes la relación entre unas firmas y otras, o no sabes reconocer los diferentes trabajos de un mismo grafitero… es necesario conocer las reglas del juego del grafiti", explica Abarca, cuyo conocimiento del medio procede de décadas dedicado a esa disciplina en sus dos facetas: como artista y como investigador desde la Academia.

"Como casi todos los grafiteros, empecé observando lo que había en las paredes. Me intrigó y lo quise entender. Me pilló muy al principio, en una época en la que estaban solo Muelle y los pocos que empezaban a ir detrás de él, así que me sumé a esa generación de los flecheros. Luego estudié Bellas Artes, escribí mi tesis y ahí es cuando me dediqué a tiempo completo a investigar estos temas. Impartí la primera asignatura que hubo en el mundo sobre grafiti, en la Complutense de Aranjuez de 2006 a 2015 y, como muchos otros apasionados, edito libros sobre grafiti", recuerda Javier Abarca, cuya labor en esta disciplina le ha llevado a organizar The Tag Conference, un congreso académico sobre el tema, y Unlock Fair, un festival internacional sobre libros de grafiti.

"No es raro que los aficionados al grafiti publiquemos libros. Tenemos clara la necesidad de preservar el legado de nuestra cultura y, desde el principio, los grafiteros hicieron fanzines. Gracias a estas publicaciones tomó forma el grafiti como lo entendemos ahora, y a medida que la escena fue madurando el fanzine se convirtió en libro. La novedad en este caso es que una editorial grande se haya interesado en sacar un libro sobre estos temas con un enfoque riguroso", destaca Abarca, que menciona el contraste entre su proyecto y la situación vivida hace unos años, cuando llegaron a las librerías decenas de títulos sobre grafiti y arte urbano dirigidos a un público generalista entre los que incluso llegó a aparecer una novela de Arturo Pérez Reverte. "Hubo un momento en que parecieron muchas publicaciones fotográficas con un enfoque superficial, sin apenas contexto o información y con intención comercial. La novela de Reverte demuestra lo popular que ha llegado a ser el grafiti. Sin embargo, sorprende un poco que no surgiera antes otra novela, porque el grafiti está lleno de aventuras. Lo más interesante es lo que sucede detrás, las vivencias, los encuentros, los desencuentros… El libro está lleno de esta parte menos conocida del grafiti y el arte urbano".

Grafiti de Spok, incluido en el libro 'Guía del arte urbano de Madrid. Una historia de Madrid a través de su grafiti y su arte urbano', de Javier Abarca.

Grafiti de Spok, incluido en el libro 'Guía del arte urbano de Madrid. Una historia de Madrid a través de su grafiti y su arte urbano', de Javier Abarca. / Cedida

Muralismo autónomo, político y autogestionado

Entre las historias que Javier Abarca recoge en Guía del arte urbano de Madrid está la de Santi Ochoa y Macu Vicente, una pareja que, a principios de los 80, cubrieron la capital con decenas de murales, algunos de más de treinta metros de longitud, los cuales eran realizados a plena luz del día y que, cada cierto tiempo, eran restaurados para eliminar pintadas, carteles publicitarios y otras alteraciones. Una actitud que buscaba demostrar a los habitantes del barrio que su trabajo era una obra valiosa que merecía ser defendida.

"Empezamos a pintarlos en 1983, al poco tiempo de conocernos. Santi estaba muy politizado y tenía muy claro que los mensajes llegaban más y se respetaban con una imagen bien acabada. Además era un estímulo verlos finalizados tal y como se habían planteado en papel, así que me subí a su carro", recuerda Macu Vicente y Santi Ochoa toma el testigo: "Ambos vivíamos alejados del mundo del arte, tanto por nuestro trabajo como por relaciones personales, pero siempre creí en el impacto de un mural en unos años que no existían. En ese sentido, los murales eran una forma de hacer política en un momento en el que a la política popular le faltaba estética y al arte, contenido".

Como sucede con muchos otros grafitis, los trabajos de Santi y Macu estaban precedidos por una gran planificación previa. Se estudiaba la pared a pintar, se elegía la imagen partiendo de recortes de prensa, fanzines, revistas o de amigos ilustradores, se vinculaba el diseño a una reivindicación social, se decidía una fecha y se convocaba a aquellos que querían participar. Una vez en el lugar elegido, se hacía una retícula, se escalaba la imagen y se pintaba con brocha. Si llegaba la policía, Santi daba conversación a los agentes mientras los demás seguían pintando. Cuando acababa la charla sobre si tenían o no permiso para pintar, el mural ya estaba finalizado.

"A los pocos años, el Ayuntamiento se adueñó de la idea de los murales y comenzó a encargar pinturas gigantes en medianerías, sin mensaje alguno y con todos los medios a disposición del artista. Era lo más opuesto a nuestro muralismo, que era autónomo, político y sin apoyo económico o de otros medios. Como dice Javier Abarca, los murales oficiales eclipsaron el potencial del arte furtivo citan Santi y Macu, que recuerdan cómo hoy "no hay pueblo que no convoque concurso anual para decorar el lugar. Como dice Pedro Sempere en el libro de Abarca, el mensaje deja de tener sentido cuando empieza a ser escuchado y prueba de ello es cómo los grafitis están siendo absorbidos por el poder. El ejemplo más reciente es la cena que organizaron los reyes de España, el pasado 19 de abril, en el Museo del Grafiti de Amsterdam en el que exponen cinco grafiteros españoles".

Silueta del famoso Sam3, que aparece en el libro 'Guía del arte urbano de Madrid. Una historia de Madrid a través de su grafiti y su arte urbano'.

Silueta del famoso Sam3, que aparece en el libro 'Guía del arte urbano de Madrid. Una historia de Madrid a través de su grafiti y su arte urbano'. / Cedido

Mucho futuro

Guía del arte urbano de Madrid aborda el grafiti en sentido amplio. Desde las pinturas negras de Goya realizadas originalmente en las paredes de la Quinta del Sordo, a los anuncios rotulados a mano en las rocas de las carreteras españolas de los años 50 y 60, los carteles de cine de la Gran Vía y, por supuesto, los grafitis en muros o trenes de los 80 y 90.

"Los grafiteros en principio entendemos el grafiti como algo único y no le vemos relación con el arte, ni tampoco con los grafitos que hacía la gente hace doscientos años en una puerta con una navaja, que los hacían y mucho", explica Javier Abarca. "Sin embargo, a base de estudiar estas cosas, descubres que todas las formas de escritura en la pared están relacionadas y son interesantes por motivos parecidos, incluidas las de la Roma clásica o la Edad Media. En el libro aparecen casos sorprendentes de la historia de Madrid. El grafiti como lo conocemos hoy, ese juego complicado con reglas concretas, apareció en Nueva York y se extendió por el mundo en los ochenta. Es tan prominente en todos sitios que ha acaparado el término grafiti en las conversaciones, pero el grafiti llega mucho más allá. El término arte urbano se usaba hace veinte años para hablar de cosas pequeñas y furtivas como el grafiti, pero fáciles de reconocer y entender. Hacia 2010 comenzaron las exposiciones y los grandes murales, pero no es lo mismo pintar por los rincones como Eltono que pintar un cuadro para una galería o un mural subido a una grúa. Son tres mundos diferentes a la hora de hacer arte y de disfrutarlo. En cuanto a los grandes murales, si el libro hablaba de ellos tenía que hablar también de los trampantojos municipales o de los antiguos cartelones de los cines de la Gran Vía. Si te paras a pensar, lo que ha terminado imperando en los murales actuales es ese mismo realismo sentimental. El caso es que grafiti y arte urbano son términos muy amplios, que describen tanto una inscripción en una pared como un mural oficial", detalla Abarca.

Si bien Guía del arte urbano de Madrid aborda lo sucedido en las últimas décadas en la ciudad, la escena del grafiti madrileño continúa activa. Lo suficiente como para pensar que merecerá nuevos libros en el futuro. "El grafiti moderno surgió de la inventiva de niños y adolescentes. El spray, por ejemplo, no te permite en principio pintar como un artista. Fue necesario transformarlo cambiando las válvulas por otras de otros productos. Lo mismo sucedió con los rotuladores, que en principio eran caseros para que fueran más grandes y efectivos, o con las tintas, que hubo que transformar para hacerlas más permanentes. Más adelante surgieron empresas especializadas que innovan y diseñan nuevas herramientas constantemente, pero la reinvención do it yourself de herramientas y productos industriales sigue muy activa en el mundo del grafiti", concluye Abarca.