LIBROS

Roxanne Bouchard, premiada autora canadiense de novela negra: "He querido enfrentar al lector a la nostalgia que nos acecha"

'Éramos la sal del mar', ambientado en un remoto pueblo pesquero, no pretendía ser un relato policiaco, pero se acabó haciendo con el importante Premio de los Lectores Quais du Polar 2023

Roxanne Bouchard, con un croquis de sus historias.

Roxanne Bouchard, con un croquis de sus historias. / Catherine Paquette

La quebequesa Roxanne Bouchard es alegre y ríe con frecuencia, algo que llama la atención de quien, tras leer el primer título de la serie literaria del inspector Morales, su extraordinaria novela Premio de los Lectores Quais du Polar 2023, Éramos la sal del mar, espera encontrar una personalidad melancólica en el origen de esta oscura historia protagonizada por una búsqueda frustrada, un crimen difícil de detectar y un buen puñado de lugares azules como el océano, que se cuela en cada una de sus páginas.

Publicada en España por Principal Noir y ambientada en un remoto pueblo pesquero de Canadá, Éramos la sal del mar comienza con una treintañera que emprende un viaje postergado durante demasiado tiempo y, al llegar a su destino en la costa, se enfrenta al descubrimiento de un cadáver en las redes de uno de los pocos barcos que todavía salen a faenar en la zona. Así comienza esta ficción criminal que nunca pretendió serlo.

"Cuando publiqué el libro en Quebec —explica Bouchard, que estos días ha visitado Madrid para participar en la mesa redonda Novela negra y territorio, en el marco de la Feria del Libro—, no salió con la etiqueta de ‘novela negra’. Sólo al traducirse al inglés, la editorial londinense que compró los derechos se interesó especialmente por uno de los personajes principales, el inspector Joaquín Morales, y decidió, además de clasificar el texto como policiaco, encargarme nuevas entregas protagonizadas por él… pero lo que al principio me impulsó a escribir no era el relato del delito y las pesquisas para resolverlo, sino indagar en el periplo de una mujer que se decide ya en la edad adulta a conocer a su madre biológica. La intriga no formó parte de mi objetivo inicial".

P. Sin embargo, ganó el Quais du Polar…

R. Sí [risas]. Al fin y al cabo, la trama contiene un crimen y un investigador que va desandando el camino hasta llegar al porqué del asesinato, la base de todo noir, pero lo que a mí me interesaba de ese investigador, un mexicano que treinta años antes de la acción abandonó su país para trasladarse al mío, era su parte más humana, su historia personal. Creo que para mí el género es un pretexto.

P. Una mujer que quiere encontrar a su verdadera madre, un inspector recién llegado a su nuevo destino, capaz de adaptarse al clima y las rutinas canadienses a pesar de haber vivido su infancia y su juventud en México, y una prosa y un escenario que siempre acaban en el mar y en cómo los personajes interactúan con él. ¿Cree que nuestra forma de relacionarnos con la naturaleza ha cambiado con respecto a cómo lo hacían quienes nos antecedieron?

R. Creo que en parte sí. En Quebec, que es de donde yo vengo, tuvimos que "someter" a la naturaleza para poder ocupar el terreno y vivir en él: talamos árboles, construimos carreteras, levantamos ciudades… Transformamos el entorno por completo. Y solo ahora nos hemos dado cuenta de la fragilidad del medio ambiente y estamos tomando conciencia de que debemos protegerlo; una certeza que nos ha devuelto la inspiración y la necesidad de buscar activamente la belleza. El bosque y el mar son a la vez inmensos y frágiles, y ante su inmensidad queremos formar parte de ellos y que ellos formen parte de nosotros. De hecho, el recorrido vital de Joaquín Morales tiene que ver con esto que afirmo, porque nace en un pueblo costero y, solo décadas después, cuando lo destinan al pueblo en el que transcurren los hechos de la novela, en la península de Gaspesia, vuelve a enfrentarse al océano y eso aviva su nostalgia y sus recuerdos.

P. Centrémonos en Morales, sin duda uno de los grandes aciertos de su historia. ¿Cómo surgió?

R. Tenía claro que el investigador de este libro no podía ser del mismo pueblo donde se comete el crimen. Debía llegar de fuera. De lo contrario, si el detective hubiera sido alguien de la zona, en un entorno tan pequeño, donde todos se conocen y se saben las leyendas y los trapos sucios de los demás, el misterio se habría resuelto con rapidez. Por eso hice coincidir la llegada de Morales a su nuevo destino con la aparición del cuerpo en las redes. Así conseguí dos cosas: por un lado, aumentar los obstáculos hasta la conclusión final y, por otro, que Morales, cuya carrera policial se había desarrollado durante treinta años en el interior del país, se reencontrara con el mar y evocara sus años más jóvenes, transcurridos en un pueblecito también costero, pero de México. Esto me permitió trabajar sobre la idea de la nostalgia.

P. ¿Y por qué la nostalgia le interesaba tanto? Es más, ¿por qué la nostalgia, el recuerdo y la memoria le interesan tanto a la Literatura?

R. A la Literatura, no puedo decírselo. Lo que sí le puedo responder es que yo, como autora, soy una persona tremendamente nostálgica y en este libro la nostalgia era el tema que quería abordar. En la segunda entrega de la Serie Morales me centro en la filiación, y en la tercera el tema es la elección y las posibilidades, pero en Éramos la sal del mar quería enfrentarme y enfrentar al lector a la nostalgia que nos acecha y siempre está lista para saltar sobre nosotros. En mi caso, además, padezco una especie de "nostalgia anticipada", casi preventiva, que me hace ser consciente en este mismo instante de que, dentro de algunos años, añoraré el día de hoy, el momento presente, y tendré la sensación de no haberlo disfrutado al máximo o de no haber estado donde debía. Digamos que, entre esa nostalgia más "clásica" por el tiempo pasado y la que se anticipa a mi añoranza del futuro, la nostalgia era el tema que quería tratar. Creo que, cuando escribimos, intentamos expulsar, sacar fuera de nosotras las emociones que nos presionan o al menos darles forma, reconocerlas.

P. De hecho, en la novela menciona un tercer tipo de nostalgia, que me ha parecido muy curiosa: la que sentimos por lo que no hemos llegado a vivir.

R. Es que siento que no vivimos lo suficiente. Cuanto más mayor me hago, estoy más convencida de que la vida consiste en elegir, porque es finita, un fragmento de tiempo con un principio y un final, en el que no podemos hacerlo todo. Debemos decidir a qué y a quiénes dedicarnos mientras estemos aquí entre un inmenso abanico de posibilidades; y, al elegir una opción, un nombre, también estamos renunciando a todos los demás. Quizás la reflexión es un poco abstracta, pero en la novela queda muy clara a través de Morales.

P. Abstracta para bien y muy poética. La poesía está también muy presente en su prosa a pesar de narrarnos la historia de un crimen. El texto se sostiene sobre imágenes y metáforas bien fundadas y bien traducidas por Claudia Casanova, pero poco habituales y bienvenidas en una ficción policial. ¿Qué importancia le concede al lenguaje cuando escribe? Intuyo que no lo considera únicamente una herramienta, un medio, sino que para usted es en sí mismo un fin.

R. Escribo en francés de Quebec, una variante del francés muy curiosa porque conserva toda la riqueza de la lengua francesa, con todas sus posibilidades, y, a la vez, tiene un ritmo muy estadounidense, con expresiones particulares y una cadencia un poco "jazzística". A esto hay que sumarle, en el caso de la novela, la jerga de la gente del mar. Escribiendo esta historia he disfrutado mucho, he jugado con el lenguaje, que es lo que más me gusta y he perseguido mi objetivo de siempre: que mi prosa suene bien, que sea como una orquesta en la que cada músico toca un instrumento que encaja a la perfección con los demás y contribuye a la melodía. 

'Éramos la sal de mar'

Roxanne Bouchard

Traducción de Claudia Casanova

258 páginas / 16,95€