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'Los compadres' se desnudan en 'Somos carajotes': "En España tenemos una necesidad de reírnos brutal"

Alfonso Sánchez y Alberto López presentan en el Teatro Quique San Francisco de Madrid su primer espectáculo en el que hacen comedia a partir de sus propias experiencias, sin recurrir a sus conocidos personajes

Alfonso Sánchez Fernández y Alberto López López.

Alfonso Sánchez Fernández y Alberto López López. / José Luis Roca

Ángeles Castellano

Ángeles Castellano

"Nosotros partimos siempre desde el costumbrismo, que no es más que hacer que la gente se sienta reflejada en su día a día en el escenario". Alfonso Sánchez (Sevilla, 1978) está de vuelta en Madrid junto a su compañero de fatigas Alberto López (Sevilla, 1976), con quien ha firmado o protagonizado muchos de sus trabajos desde que hace 15 años se dieran conocer con tres cortos que publicaron en YouTube. Están en la capital presentando Somos Carajotes, un espectáculo que podrá verse hasta el 14 de julio en el Teatro Quique San Francisco. En él, a partir de la expresión "somos carajotes", que se suele utilizar de diferentes maneras en Andalucía la Baja, plantean una reflexión sobre la madurez, y su propia vida en tono de comedia. "En un momento dado dijimos: qué carajotes somos, con lo bien que nos va en la vida -nos va bien, tenemos una profesión que nos mola, una familia estupenda...- pero cada vez que me llega una notificación al buzón, esa cartita blanca, se te pone cara de carajote", explica sobre el origen de la obra Alberto López.

¿Y qué significa 'carajote'? Cualquiera que haya pasado un tiempo entre Cádiz y Sevilla la habrá escuchado. El diccionario de la RAE dice que significa "bobo, tonto", pero su uso va mucho más allá. Ellos lo explican (y ejemplifican con vivencias personales) en su obra, que es una comedia del tipo stand up que se desarrolla como un diálogo entre ambos. "Realmente es el primer espectáculo que hacemos en el que no interpretamos personajes, aquí somos Alberto y Alfonso", explica Sánchez. "Nos gustaba esa idea de partir de nuestro carajotismo diario y compartirlo con el espectador. Para nosotros ha sido una especie de catarsis".

Por si hay alguien que no está familiarizado con el término, Sánchez y López arrancan el espectáculo con una explicación de su origen etimológico: "Aun sabiendo que la mitad de los madrileños veranean en Cádiz, nos hemos dado cuenta de que hay que explicar un poquito el término", bromea López. "El carajo es la canastilla que llevaban los barcos en su punto más alto del palo mayor, desde donde se divisaba tierra pero que también permitía ver otros peligros mientras se navegaba, así que siempre se necesitaba que hubiera alguien allí", explica. "Lógicamente, no iban a mandar al marinero con más destreza, al crack de la navegación... Mandaban al más carajote: al que se tropezaba al embarcar, al que preguntaba de más... Ahí no quería estar nadie, así que el que estaba, ¿qué era? Un carajote".

La obra nació hace dos años y ya ha girado por España. ¿Es un tipo de humor entonces que funciona en todas partes? "Claro", contesta muy serio Sánchez. "Carajotes hay en todos lados". López añade: "Lo que varía es la forma de exteriorizar sus emociones. En Cádiz la gente interrumpe la obra con sus carcajdas. Luego hemos ido a León y pensábamos: qué gente tan silenciosa, qué frío todo... Y al final de la obra nos daban el aplauso más cálido del año".

Comedia universal en andaluz

Sánchez y López son identificados como Los compadres por muchos de sus seguidores, por una de las tres parejas de personajes que les dieron a conocer. Hace 15 años, tres cortos protagonizados por tres parejas sevillanas -Una trilogía sevillana- ('el cabesa y el culebra': los canis, protagonistas de Esto ya no es lo que era; 'Rafa y Fali', los compadres (pijos), en Eso es así y Roque y Vladi, los hippies en Aquello era otra cosa) se viralizaron y les dieron a conocer. Con tres millones de visualizaciones, su caracterización en clave de humor de los personajes sevillanos les sirvió como catapulta para arrancar una carrera en la comedia en la que han trabajado juntos desde su productora Mundo Ficción (entre otros, dos películas protagonizadas por sus personajes, El mundo es nuestro y El mundo es vuestro y ahora, dicen, están trabajando en la tercera), y como actores en otros proyectos: la película Ocho apellidos vascos, la serie Allí abajo, proyectos de publicidad, apariciones en El programa de Buenafuente, una serie propia en Canal Sur... Además de diferentes proyectos teatrales, entre otros, un homenaje a los hermanos Álvarez Quintero sobre los que también han rodado un documental (Sembrando sueños, estrenado en 2023).

"Partimos del costumbrismo, pero es verdad que luego trascendemos un poquito y llevamos a los espectadores de la manita para hacer alguna reflexión filosófica", explica Sánchez sobre Somos carajotes pero también sobre el tipo de comedia que les caracteriza. ¿Y se entiende fuera de Andalucía? "Por supuesto. Yo creo que esa pregunta nos la hacemos en Andalucía por un complejo propio, probablemente inducido, que yo creo que tiene que ver más con motivos económicos que puramente idiosincráticos", dice Sánchez. "El acento andaluz ayuda mucho a la comedia, porque tiene algo de dulzor y una sonoridad muy musical, además de un ritmo peculiar, porque cortamos las palabras". En una proyección de El mundo es nuestro en Manchester, cuenta López, el público inglés se reía muchísimo con la escena en la que la policía trata, sin éxito, cancelar una procesión porque en una sucursal bancaria de la calle por la que tiene que pasar está ocurriendo un atraco. "Una señora del público explicó en el coloquio posterior a la proyección que era algo que podía ocurrir allí con el desfile de San Patricio. Al final, hay muchas situaciones similares en todas partes".

Alfonso Sánchez Fernández y Alberto López López.

Alfonso Sánchez Fernández y Alberto López López. / José Luis Roca

La verdad como material de trabajo

En Somos carajotes utilizan sus propias vivencias como materia de comedia, algo que, explican, es algo que siempre funciona. "Al final la comedia trabaja con la verdad", dice Sánchez. "Cuando ves que alguien verbaliza las mismas miserias que nos pasan a todos respiras, dices: menos mal que alguien lo ha verbalizado", añade López. "La gente necesita reírse", continúa Sánchez. "Estamos rodeados de mierda en el mundo: los niños asesinados en Gaza, los inmigrantes muertos en la valla de Melilla, pero en qué mierda de mundo vivimos... Si no tienes esa válvula de escape que te da el humor, no puedes seguir con el día a día".

Entre sus referentes citan a Jardiel Poncela o a los Hermanos Álvarez Quintero, que supieron retratar en sus obras las miserias del día a día por primera vez. "Al hacer este homenaje a los Álvarez Quintero nos hemos dado cuenta de que teníamos un prejuicio extraordinario sobre ellos y su retrato sobre Andalucía", dice Sánchez. "Al final lo que llega al público es que eran obras de mala calidad, pero cuando les quitas esas capas y llegas al fondo, lo que ellos hacen es que por primera vez la gente vea reflejada su vida en el escenario, sus problemas, sus conflictos. Abrieron una ventana a la evolución del teatro".

Esa misma intención fue la que llevó a ellos a desarrollar su Trilogía sevillana que tanto éxito les dio. Su tipo de comedia tiene un claro antecedente en el cine de Berlanga, heredero de ese costumbrismo del teatro de los Quintero, y aunque ahora admiten que esas referencias están en sus cortos, ellos partieron de otro lugar. "Mi referente en aquel momento era El ladrón de bicicletas [dirigida por Vittorio de Sica en 1949]", dice Sánchez. "Es verdad que el neorrealismo italiano tiene algo de plomizo que no tenemos en España, que tenemos una necesidad de reirnos brutal". Y continúa: "Para mí el corto del Culebra y el Cabesa era un drama total: es el retrato de dos tipos a los que no les queda nada en la vida más que dar un palo en un semáforo y que no entienden los cambios que están viviendo a su alrededor, pero eso de repente se convierte en una comedia".

Los compadres, 15 años después

Los compadres confiesan que por la calle, sobre todo al principio, la gente se dirigía a ellos como si fuesen los personajes de sus cortos. Ahora, 15 años después, han retomado los personajes y han rodado un nuevo corto, publicado, como entonces, en YouTube, llamado ¡Ojú, compadre!. Entonces ya abordaban cuestiones como la inmigración, las tradiciones o esa falta de comprensión con los cambios a su alrededor. Ahora, los compadres hablan sobre la turistificación de las ciudades, la inmigración, el feminismo o la mercantilización de la intimidad en Only Fans. "Al final es una metáfora de que realmente cambia la forma, pero el fondo es muy complicado que cambie", dice López.

Los proyectos no les faltan: ni los que desarrollan por iniciativa propia a través de su productora, ni los que les llegan de fuera. "Yo ahora he tenido que rechazar una propuesta que me habría encantado hacer", explica Sánchez, "pero no se llega a todo". Le había llegado desde los Teatros del Canal una propuesta de espectáculo sobre la obra de Calderón de la Barca. "Es la ilusión de mi vida, pero tenía mucha faena. Yo soy uno de los mejores actores que mejor dicen el verso en este país, pero no lo sabe nadie".

Entonces se acuerda de una escena de la película Scarface (dirigida por Brian de Palma en 1983) en la que le preguntan a Tony, el personaje interpretado por Al Pacino: ¿Pero chico tú que quieres? Y él contesta: "Yo quiero el mundo y todo lo que hay dentro". Dice Sánchez: "Nosotros esa ambición la tenemos, queremos estar en el mayor número de producciones, pero vivimos en un país muy complejo en el que muchas veces el talento o la capacidad de trabajo no te garantiza en estar en ciertos proyectos". Y apunta López: "Nosotros tratamos de aprovechar al máximo los lugares en los que entramos, en los que tenemos pequeños grandes aliados".