DEPORTE E INCLUSIÓN

El rugby llega a los barrios marginales como herramienta de lucha contra la exclusión social

El XV del León acerca el rugby a jóvenes en riesgo de exclusión de la mano de la asociación Pajarillos Educa

El XV del León acerca el rugby a jóvenes en riesgo de exclusión de la mano de la asociación Pajarillos Educa.

El XV del León acerca el rugby a jóvenes en riesgo de exclusión de la mano de la asociación Pajarillos Educa. / FER

El barrio de Pajarillos en Valladolid era conocido en la década de los setenta como el “mercado de la droga” de Castilla Y León. No solo surtía de heroína y cocaína a los que estaban enganchados en la comunidad autónoma. También se desplazaban hasta allí gente de Asturias, Cantabria o País Vasco. Alberto Rodríguez, conocido en el mundo del rugby como Bertoni, lleva diez años ejerciendo como director en el colegio público Cristóbal Colón, situado en pleno corazón del barrio. Él fue uno de los impulsares del proyecto Pajarillos Educa que trabaja con niños y niñas en riesgo de exclusión social con otra metodología que busca alcanzar objetivos “más motivantes y divertidos”. No es una tarea sencilla la que afronta a diario en una zona donde se concentra pobreza, paro y abandono escolar.

Dentro del propio barrio se creó un poblado eufemísticamente bautizado como La Esperanza que fue demolido en 2003. Las familias, la mayoría de ellas de etnia gitana, fueron reubicadas en otras barriadas como Las Viudas, Las Delicias y el Grupo 29 de Octubre. La medida no funcionó del todo bien porque los gitanos volvieron a reagruparse en la zona conocida como Pajarillos bajo, “justo enfrente de mi colegio”. Lo hicieron en viviendas oficiales, compradas o en las que ocupaban ilegalmente, y convirtieron aquello en una especie de gueto “de difícil control policial”. El efecto inmediato fue la reaparición de la droga en el barrio y el incremento del riesgo de exclusión social.

Poco a poco los chavales de las familias gitanas se empezaron a matricular en el colegio Cristóbal Colón. Eso provocó que cambiara la fisonomía del alumnado. El caso es que, como señala Bertoni, “ahora mismo tengo 150 gitanos y unos 40 árabes”. Ningún payo. Como profesor de educación física comenzó a darse cuenta de que el modelo tradicional educativo solo generaba conflictos dentro del centro e “inestabilidad” entre el profesorado. De ahí su apuesta por implantar otro modelo educativo. Se trataba de trabajar, “y de aprender jugando”, con proyectos más “flexibles” y adaptados a la nueva realidad relacionados con la mecánica, cosmética, la jardinería o la cocina.

El deporte, un as en la manga

Para entender mejor las urgencias del proyecto, lo mejor es examinar los datos y comprobar la altísima tasa de fracaso escolar que hay en el barrio. Cuando los niños y las niñas terminan la ESO y van al instituto, la mayoría deja de ir a clase y les acaban expulsando de esos centros, “así que lo único que les queda es ir al parque a fumar porros o a no hacer nada bueno”. Más datos. Solo una niña gitana del colegio ha terminado el Bachillerato. Si, por ejemplo, suele haber 25 alumnos por clase, no es nada extraño que ninguno de ellos estudie más allá de Primaria. “Prefieren la vida fácil con ayudas sociales porque además también tienen otras fuentes de ingresos como son los mercadillos”. Y luego está el hecho de que “mis niñas”, cuando dejan de estudiar a los 14 años, lo hacen para convertirse “rápidamente” en madres. Y eso, a corto plazo, tampoco parece tener remedio.

Ante este panorama, Bertoni aun guardaba un as en la manga: el deporte. Ahora mismo es el proyecto más “potente” que tiene entre manos. La idea no es sólo “rellenar” el tiempo libre de los chavales, sino favorecer su inserción laboral porque “todo esto no funciona si después no consiguen trabajo”. Así que se puso manos a la obra y creó una escuela de entrenadores llamada Pajarillos Queda. “Como sabía que les gustaba el fútbol monté una escuela de actividades extraescolares donde se les paga cinco eurillos la hora y ya hemos conseguido crear siete equipos junto a los otros colegios del barrio”, espeta. Aquello no fue nada sencillo. “Es difícil entrarles, pero una vez que consigues camelarlos, se dejan llevar”.

Ya reclutados para la causa, Bertoni les hizo un cursillo de entrenadores. No es que consiguieran un título, ni nada parecido. “Fue simplemente para meterles en la dinámica”, precisa. No oculta ahora su satisfacción por el hecho de que cuatro de esos chicos ya hayan logrado el título de monitores deportivos. “Muchos entrenadores son familia de los más pequeños y por eso se ha creado un círculo muy bonito donde ven que la siguiente generación a ellos son entrenadores y donde los adolescente han entrado en un proceso formativo de monitores de tiempo libre”. Lo que desconocían los chavales era el pasado rugbístico de Bertoni. Fue jugador, entrenador, director técnico y ahora también directivo del VRAC de Valladolid. Así que lo próximo será formarles sobre el rugby “para impleméntalo e ir metiendo más actividades extraescolares”.

El XV del León acerca el rugby a jóvenes en riesgo de exclusión de la mano de la asociación Pajarillos Educa

El XV del León acerca el rugby a jóvenes en riesgo de exclusión de la mano de la asociación Pajarillos Educa / FER

Como aperitivo, en el colegio Cristóbal Colón están experimentado con el rugby tag, una modalidad donde no hay contacto físico, “y la idea, al igual que en el fútbol, es crear una liga el próximo año entre los siete colegios”. Así que los chavales ya saben ahora para qué sirve un balón ovalado. Además, tuvieron la suerte de que los jugadores selección sub 18 fueran a visitarles coincidiendo con sus días de concentración en la capital vallisoletana y de que días más tarde recibieran una masterclass por parte de los integrantes de la absoluta. Todos se quedaron con la boca abierta. Y ¿quién sabe?, a la mejor de aquella visita pueda surgir algún futuro jugador para el XV del León.

Visita al campeón de Liga

Dentro de esos vínculos entre Pajarillos Educa y el rugby los chavales han tenido también la oportunidad de visitar el vestuario del reciente campeón de Liga. Pero es que, además, el ayuntamiento facilitó hace unos años a varios jugadores del VRAC cuatro viviendas para que vivieran en el barrio. A cambio, tenían que dar clases de inglés gratuitas a los chavales en una zona “que, en principio, les intimidaba un poco”. Los niños miraban hipnotizados a auténticos armarios como al internacional español, Kalokalo Gavidi, al neozelandés Siosiua Moala o al fiyiano Jerry Surumi. “Es la única forma de introducir el rugby en el colectivo que no estaba para nada interesado en el tema”, reseña el exjugador vallisoletano, aunque nacido en Bilbao.

Uno de los jóvenes captados por Alberto Rodríguez es Juan Javier, al que todos conocen como Pichón. Tiene 21 años y es de etnia gitana. Él ya sabe lo difícil que resulta para un chico de su edad salir adelante en Pajarillos. Sus padres trabajan en el sector de la limpieza, mientras que su hermano de once años trata de hincar los codos para aprobar la ESO. “Le ayudo todo lo que puedo porque quiero que estudie y que pueda tener una vida distinta a la nuestra”. Pichón estudió Primaria en el colegio Pablo Picasso y la ESO en el Lestonnac. “Luego me tomé un año sabático”, afirma. Durante ese tiempo conoció a Bertoni, que tenía amistad con sus a sus padres, y que estaba montando un equipo de fútbol en el barrio llamado Los Panteras. “Como sabía que jugaba muy bien, me propuso entrar”, añade.

Pasaron varias semanas hasta que Pichón cogió confianza con alguien que no era de su etnia. “No es que los gitanos seamos más desconfiados, lo que ocurre es que es difícil confiar en la gente al margen de su etnia o del país de donde vengan”, admite. Una vez superada la etapa inicial de tanteo, el chaval comprobó que le gustaba eso de entrenar a los pequeños y comenzó a ejercer de monitor de fútbol con un grupo de críos en dos colegios del barrio. Nadie como él para convencer a esos niños de que la vida les puede cambiar a mejor si no abandonan los estudios.

“Pero es que es muy difícil porque viven en Pajarillos y aquí las cosas son muy diferentes”, subraya. Juan Javier cree tener la fórmula para revertir una situación tan adversa para este colectivo de chicos y chicas que solo les lleva al abandono escolar. “Hay que motivarles”, subraya. Pero no todo es motivación, también es necesario que cojan confianza con su monitor puesto que “no es lo mismo que vengan a entrenar a que te cuenten qué les ha pasado en clase o la nota que han sacado en un examen”. El problema también es la falta de referentes en sus propias casas. “Así que cuando me dicen que quieren ser entrenador como yo, les digo que sin estudios no van a lograr nada en la vida”.

El futuro laboral de Pichón pasa por ser monitor de tiempo libre. Eso incluye entrenar a chicos en la práctica del rugby que ha introducido Bertoni en los colegios. Fue uno de los que acudió a la masterclass del XV del León. “No me esperaba que viviera tanta gente”, dice. Recuerda que los críos se quedaron “flipados” cuando vieron “a unos tíos tan cuadrados” que les pasaban el balón y que querían jugar con ellos. Tal es el éxito del proyecto que tanto la Junta de Castilla y León como el ayuntamiento de Valladolid ya han mostrado su interés para exportarlo a otras zonas “jodidas” de la ciudad o a otras poblaciones con la misma problemática como Zamora o Salamanca.