TENSIÓN EN AMÉRICA LATINA

Cinco claves para entender la crisis política y el golpe fallido en Bolivia

La confusa naturaleza de la asonada comienza a ser objeto de un análisis más detallado que obligaba a los analistas a recordar las fuertes tensiones que precedieron al momento en que las tanquetas salieron a la calle

"Intento de golpe de Estado" en Bolivia

"Intento de golpe de Estado" en Bolivia

La crisis política en Bolivia se ha dado un breve respiro después de que fuera derrotado lo que el Gobierno y la variopinta oposición calificaron de "golpe de Estado". El excomandante del Ejército, el general Juan José Zúñiga y el vicealmirante Juan Arnez Salvador fueron arrestados. La confusa naturaleza de la asonada comienza a ser objeto de un análisis más detallado que obligaba a los analistas a recordar las fuertes tensiones que precedieron al momento en que las tanquetas salieron a la calle.

Una historia de inestabilidad

La sede del Ejecutivo se conoce como Palacio Quemado por una trifulca de 1875 en la que opositores al presidente Tomás Frías arrojaron antorchas encendidas contra el edificio. El adjetivo "quemado", señala Martín Sivak, autor de una indispensable biografía de Evo Morales"parece referirse al país inflamable que Bolivia ha sido desde su fundación en 1825". Recuerda que de 83 gobiernos, 36 no duraron más de un año, 37 fueron de facto y "hasta el momento ningún historiador ha sabido precisar la cantidad exacta de golpes de Estado" e intentonas militares. Algunos hablan de 190.

A comienzos de la década del 80 del siglo pasado se cerró la larga era de los derrocamientos impulsados por los uniformados, algunos de ellos marcados por la tragedia. Sin embargo, la caída de Morales, en noviembre de 2019, los tuvo otra vez como participes junto con la policía. A partir de esos episodios, la palabra "golpe" se reintrodujo en el lenguaje político.

A diferencia de lo ocurrido hace cuatro años y medio, Zúñiga esta vez se quedó solo. El presidente Luis Arce renovó a la cúpula castrense sobre la marcha. Las nuevas autoridades militares le juraron lealtad y, con ese gesto, sellaron la derrota de una aventura que, según su líder, fracasó por "problemas logísticos" porque las unidades militares conjuradas se demoraron en entrar en acción.

Rechazo de toda la clave política

Varios hechos fundamentales diferencian los sucesos del martes de las jornadas que marcaron la salida del poder de Morales. Uno fundamental: careció del mínimo respaldo político y social. Las calles no se poblaron de ciudadanos que corearon el nombre del general alzado en armas. Tampoco encontró eco en la oposición. Durante aquel noviembre 2019, buena parte de esos partidos participaron de la maniobra desestabilizadora y arengaron a la población a movilizarse. El líder de la región de Santa Cruz, Fernando Camacho, fue protagonista exclusivo. La senadora Jeaninez Añez no se demoró en juramentar con una Biblia en la mano y en un palacio abandonado tras la salida de El Evo. Ambos están presos por su papel en aquella conjura. Desde la cárcel, repudiaron a Zúñiga a pesar de que había pedido la libertad de los dos. El centroderecha y la derecha habían reaccionado igual.

El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), el uruguayo Luis Almagro, había encendido una de las mechas de la discordia en 2019 al cuestionar las controvertidas elecciones que le dieron la victoria a Morales. Los conjurados sintieron un baño de legitimidad, privilegio del que careció Zúñiga. Almagro lo denostó de inmediato. El consenso sobre la defensa de la democracia de todos los partidos se resintió muy pronto. El expresidente Carlos Mesa, quien abandonó el poder en 2004 en medio de protestas encabezadas por Morales, se refirió a un "sainete" después que Arce apareció en el balcón del Palacio Quemado "como un acto de campaña" a 14 meses de las elecciones presidenciales.

El caso Zúñiga

"El militar más cercano al presidente", lo llamó el diario 'El Deber' de Santa Cruz, y esa definición es la madre de las especulaciones sobre el golpe que el propio Zúñiga se encargó de alimentar. Había sido designado por Arce en noviembre de 2022. Si algo lo distinguió desde ese momento es la inquina pública hacia Morales, quien acusó al general de perseguirlo. La aversión del comandante del Ejército rebrotó el pasado martes cuando dijo que el líder cocalero no podía "volver a ser más" presidente boliviano.

El exabrupto --nada menos que de un especialista en inteligencia militar-- tuvo consecuencias. Zúñiga fue destituido la misma noche de sus declaraciones. Al día siguiente se puso en marcha hacia el Palacio Quemado. El alzamiento duró un suspiro. Antes de entregarse, su promotor dijo que no había actuado por cuenta propia. "El presidente me dijo que la situación estaba jodida y necesitaba algo para levantar su popularidad". Las imágenes de Zúñiga y Arce discutiendo en la puerta de la sede del Ejecutivo no concuerdan en principio con su versión de los hechos, a menos que se trataran de una premeditada pantomima. El ministro de Defensa, Edmundo Novillo, lo descartó de plano y refutó con desdén a Zúñiga, al punto de calificarlo de "desquiciado".

Crsis económicas

Arce fue uno de los artífices de lo que se conoció como el "milagro boliviano" cuando era ministro de Economía de Morales (2006-19). Sostenidas tasas de crecimiento del PIB apuntaladas en las rentas del gas y las nacionalizaciones, reducción de la inflación, el paro y la pobreza. La economía comenzó a enfriarse en 2014 como consecuencia de la caída de los precios internacionales de las materias primas.

El actual Gobierno ha debido enfrentar dificultades para ampliar las reservas en dólares del Banco Central. De los 15.000 millones de dólares que atiborraban las bóvedas solo quedan 2.000 millones. La escasez de la moneda norteamericana comenzó a golpear el mercado interno en múltiples frentes. El presidente reconoció las dificultades para garantizar la gasolina y el diésel. Una década atrás, la producción local alcanzaba para abastecer el mercado interno.

En la actualidad, se importaba el 86% de esos combustibles por "falta de inversiones y el agotamiento de los yacimientos". Como no hay dólares, falta el combustible. Los transportistas de carga pesada lanzaron un plan de lucha en busca de soluciones. A la vez, aumentaron los precios de varios alimentos indispensables que tuvieron que ser comprados en países vecinos. Se desató una carrera especulativa. Las autoridades dijeron que detrás de esas situaciones se escondían "intereses políticos personales", una manera indirecta de referirse a Morales. El expresidente dijo que Bolivia se encontraba "peor que en tiempos neoliberales".

Un enfrentamiento debilitante

La fallida asonada no puede disociarse del fuerte enfrentamiento entre Arce y Morales que ha llevado a una fractura en el Movimiento al Socialismo (MAS). En 2020, Evo lo propuso desde el exilio mexicano como candidato presidencial. Arce ganó cómodamente las elecciones pero esa victoria abrió la posibilidad de un nuevo liderazgo que no fue visto con buenos ojos por el padrino, deseoso de retornar al poder en 2026. Las discrepancias, primero sutiles, luego más enfáticas, pasaron a la arena del enfrentamiento. Evo amenazó con una "convulsión" si se frustraban sus anhelos de volver al Palacio Quemado.

La justicia, que en Bolivia siempre toma partido por quien gobierna, entró en escena. El Tribunal Constitucional dictaminó el año pasado que la reelección indefinida "no es un derecho humano". Fue además rechazada su candidatura "única" del partido de Gobierno. A su vez, declaró "nulos" los actos de una sesión parlamentaria que presidió el senador "evitista" Andrónico Rodríguez. Por otra parte, la justicia bendijo la legitimidad de un congreso del MAS dominado por los "arcistas". El expresidente considera que su facción del MAS es la legítima. Como en sus tiempos de dirigente sindical, promovió bloqueos de carreteras contra su exalbacea.

Días antes de la asonada de Zúñiga, la lucha interna del MAS había vuelto al centro de la escena. El ala "arcista" decidió no participar de una cumbre partidaria con sus adversarios. "El señor Evo Morales está queriendo engañar al pueblo boliviano con que él estaría buscando la unidad", dijo el dirigente Mario Seña. El vicepresidente David Choquehuanca, quien había sido su ministro de Exteriores, lo tildó de "traidor de dos rostros" por dimitir en 2019 y "mitómano". Bajo estas circunstancias, la oposición percibe que está en inmejorables condiciones de ganar la contienda del año venidero. Esa es una de las razones por las cuales se distanció de la aventura de Zúñiga.