Opinión | LIMÓN & VINAGRE

Cristóbal Montoro, una sonrisa roedora

“Yo no soy ministro para ser simpático”, soltó una vez con una guasa maliciosa en la mirada el exministro de Hacienda

Rectificación del Sr. Cristóbal Montoro

El exministro Cristóbal Montoro

El exministro Cristóbal Montoro / EPE

“Yo no abandoné la política, la política me abandonó a mí”, ha dicho varias veces Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda con los presidentes José María Aznar y Mariano Rajoy. Montoro conoce muy bien el partido y conoció muy bien los entornos de ambos líderes, pero siempre mantuvo cierta distancia respecto a las tribus de la organización, sin comprometerse plenamente con ninguna. Tampoco fue un azanarista de primerísima hora, como Rodrigo Rato, Francisco Álvarez Cascos o Miguel Ángel Rodríguez. Sin embargo, empezó por ahí, precisamente, como asesor de Aznar al poco de llegar a la presidencia del Partido Popular.

Procedente de una familia de clase media acomodada de Jaén, Montoro fue un joven listo y diligente que se doctoró en Economía y desarrolló muy pronto un notable currículo profesional: profesor titular de Hacienda Pública, subdirector del Banco Atlántico, director de Prospectiva y Estudios del Instituto de Estudios Económicos. Precisamente abandonó esta última responsabilidad para conseguir el acta de diputado en 1993, apadrinado por el mismísimo Aznar. Durante los próximos tres años fue el portavoz en materia económica del PP en el Congreso de los Diputados. Aunque parezca inverosímil fue por estos años cuando obtiene la cátedra en la Universidad de Cantabria. Y pidió excedencia de inmediato.

Imagen de archivo de Cristóbal Montoro en el Congreso de los Diputados.

Cristóbal Montoro en el Congreso de los Diputados. / EP

Los siguientes años fueron los de su grandeza. José María Aznar gana las elecciones en 1996 y lo designa secretario de Estado de Hacienda. Cuatro años después pasa a dirigir el Ministerio de Hacienda, y después del zapaterismo, asume de nuevo la misma cartera entre diciembre de 2011 y junio de 2018. Ningún ministro de Hacienda se ha mantenido tantos años en la poltrona ni ha dejado una huella tan profunda desde la muerte del Franquísimo. Ninguno tampoco fue caracterizado, como hizo la Asociación de Técnicos del Ministerio de Hacienda “como el peor ministro de la etapa democrática española”. 

Defendió la incorporación temprana del euro, subió el IRPF y el IVA pese a las promesas electorales “porque en 2012 estábamos en riesgo de quiebra”, trabajó en la liberalización de sectores como las telecomunicaciones, el transporte o la energía, combinó amnistías fiscales con la publicación de listas de morosos y defendió la política económica – y no solo la fiscal – de los gobiernos del PP con una inteligencia y energía no exenta de ironía y sarcasmo. Pero Montoro jamás se resignó a un perfil técnico.

Hablaba de todo y lo hacía muy a menudo desde la soberbia y la prepotencia. Montero parece disfrutar con su antipatía. “Yo no soy ministro para ser simpático”, soltó una vez con una guasa maliciosa en la mirada. Por encima de simpatías y antipatía, el Tribunal Constitucional anuló su reforma fiscal de 2012. Pero entonces la política no lo dejó. Quizás porque Montoro ya empezaba a saber demasiado de demasiada gente.

Una vez desplazado el PP del poder por la moción de censura de Pedro Sánchez, Montoro apuró sus últimos meses como diputado y acabada la legislatura se incorporó plenamente a la empresa de asesoramiento jurídico y fiscal que había montado doce años antes, y que empezó a crecer como la espuma. Fundada como Montoro Asociados, se terminó llamando, lacónicamente, Equipo Económico, y finalmente, Global Afteli. En su equipo de dirección figuraban y figuran exsecretarios de Estado, exjefes de gabinete y exdirectores generales de Hacienda y de la Agencia Tributaria. 

La investigación comenzó por el hallazgo casual de varios corres electrónicos incautados en un registro de otra causa. Lo que sospechan la Audiencia Provincial y la Fiscalía Anticorrupción es que el despacho de Montoro había participado en una “supuesta trama” que tendría como objeto “influir en reformas legislativas favorables a beneficios fiscales para las empresas gasísticas englobadas en la Asociación de Fabricantes de Gases Industriales". No es la primera vez que Montoro y sus socios tienen problemas judiciales. Pero la investigación parece seria y mientras avanza cae otra pedrada: Rodrigo Rato, en medio de su penúltimo juicio, ha acusado a Montoro de tener conocimiento de que estaba siendo investigado y que sería detenido.

Por el momento el exministro de Hacienda no ha dicho una palabra, pero me parece muy dudoso que veamos la sonrisa roedora de Cristóbal Montoro en los próximos meses. Tal vez en los próximos años. Como dijo el propio Rajoy entre el vértigo y el hartazgo: “¡Joder, qué tropa!”