Opinión | MACONDO EN EL RETROVISOR

Garbanzos y arengas

Proliferan según qué discursos y políticos que ponen el acento en fomentar y defender ‘lo nuestro’, que atacan lo foráneo y demonizan al ‘contrario’

El líder de Vox, Santiago Abascal (i), junto a Javier Milei (d), presidente de Argentina.

El líder de Vox, Santiago Abascal (i), junto a Javier Milei (d), presidente de Argentina. / EFE/Rodrigo Jiménez

El individualismo es una corriente filosófica que afirma y defiende la superioridad del individuo frente a lo colectivo. En realidad, es lo que toda la vida hemos llamado egoísmo, a secas, o ‘mirar por tus garbanzos’. Y es, sin duda, la clave y la explicación, del triunfo y la proliferación de según qué discursos y políticos, que ponen el acento en fomentar y defender ‘lo nuestro’, que atacan lo foráneo y demonizan al ‘contrario’.

Como actitud vital, es aceptable, que no respetable, aunque allá cada uno, pero como maniobra para ganar votos, debería ser en teoría un claro disparate, entre otras cosas, porque contradice uno de los principios más básicos de la democracia: gobernar para el pueblo, y no sólo para los míos.

Y, sin embargo, la actualidad nos tiene bien servidos de candidatos que lo utilizan como base para conectar con un electorado, tan ciego y/o ignorante, que está dispuesto a vender su alma y su voto al mismísimo diablo, aunque sólo sea para que no ganen los ‘otros’.

Personajes como Milei, Trump o su versión patria, Alvise Pérez, eran impensables e inaceptables no hace tanto. Sus arengas, carentes de profundidad, llenas de tópicos, generalidades, errores, ataques y palabrotas, no tienen más objetivo que enardecer a un público ya de por sí entregado, algunos por principios y otros, por tradición familiar.

Veinte años atrás nadie hubiera creído que este tipo de perfil, zafio y ramplón, fuera material de político serio, capaz de representar a un partido y ganar votos, no digamos ya de gobernar un país, o representar al suyo en el Parlamento Europeo y, sin embargo, aquí estamos.

Qué ha podido cambiar en este tiempo para que gente de este nivel tenga cabida a nivel nacional e internacional y cuenten con tantas papeletas de seguir avanzando, con sus desvaríos, salidas de tono y sus payasadas es algo digno de análisis sociológico, porque es indicativo de que muchos han perdido el norte.

Tanto, que a veces escuchando las sandeces del presidente argentino, los exabruptos del ex presidente norteamericano y actual candidato a la Casa Blanca, o a la cabeza visible de ‘Se acabó la fiesta’, en nuestro país, una tenga la sensación de estar viendo ‘Las noticias del Giñol’.

Muñecos parlantes

Aquellos cáusticos muñecos parlantes, del espacio que se emitía en Canal + en los noventa, y sus satíricas versiones de la realidad y la actualidad política, se quedan cortos, comparados con las actitudes y las salidas de tono de los nuevos representantes de la extrema derecha. Y si no fuera porque dan miedo, darían mucha risa.

En este 2024 ha habido o va a haber elecciones hasta en 40 países del mundo, lo que supone que, casi la mitad de la población mundial tiene o ha tenido en sus manos decidir quiénes les gobiernan. Los resultados de las que ya han tenido lugar no dejan lugar a dudas: el populismo y el fascismo vuelven a campar a sus anchas en naciones en los que se les creía ya superados y enterrados.

Quizás ahí ha estado el error, en subestimar a ciertos ‘individuos’, pensando que teníamos la lección aprendida, porque no es siempre es el caso. Y es la educación, o la falta de la misma, la base que alimenta a estos nuevos ‘líderes’. Es fácil manipular a gente que no conoce los entresijos del pasado, ya sea por elección, por circunstancias o por herencia.

No hace mucho en España se publicó un estudio que ponía en evidencia que nuestros jóvenes desconocen y/o confunden los hechos acontecidos durante la Guerra Civil española y la posguerra y que el principal motivo de su ignorancia es la falta de rigor y de consistencia en los planes de estudio.

Mente crítica

Una mente crítica, conocedora de la actualidad, pero también del pasado, del origen, la formación y la trayectoria de los partidos y sus candidatos, vota de una forma totalmente distinta a la de una persona que lo hace por inercia, y además, azuzada por demagogos con vocación de ‘showman’ o de payaso.

Lo de ir cada uno a lo nuestro sin pensar en los demás conlleva la trampa de dar por sentados ciertos derechos y libertadas, que precisamente garantizan y salvaguardan ese libre albedrío. Así que ya podemos empezar a prestar atención y darnos cuenta de que el final que auguran los resultados de las elecciones europeas, sólo nos puede llevar de vuelta a una sociedad de ‘verdades’ incontestables y miedo; dónde los garbanzos son sólo para aquellos que estén dispuestos a decir ‘amén’ a todo.