Opinión | POLÍTICA

Resultados electorales y perspectivas políticas

La gran pregunta es si Pedro Sánchez está en condiciones de gobernar, en la situación actual

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la sesión de control al Gobierno el pasado miércoles en el Congreso.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la sesión de control al Gobierno el pasado miércoles en el Congreso. / José Luis Roca

La lectura de unos resultados electorales, como la de un libro o la que hacemos cada día de la vida misma, puede ser acertada o equivocada. Pero siempre tiene consecuencias. Se dice que Pedro Sánchez leyó pronto y bien el escrutinio de las elecciones locales celebradas el año pasado y por eso disolvió de inmediato las Cortes. Por el contrario, apenas ha merecido algún comentario que se proclamara vencedor de las elecciones generales haciendo sumas forzadas para disimular su derrota por la mínima. Ahora vemos que de la victoria clara del PSC en las catalanas se extrajeron conclusiones apresuradas. Las europeas han arrojado datos significativos a los que, sin embargo, se ha prestado escasa atención.

Respecto a las elecciones del último año, el hecho más llamativo es la estabilidad del voto. Los cambios observados en el comportamiento electoral han sido en cierto modo obligados por los partidos. La anunciada desaparición de Ciudadanos, la ruptura de Podemos con Sumar y la aparición de SALF provocaron los escasos desplazamientos de electores registrados. La mayoría de los votantes mantuvieron el apoyo a las siglas que habían elegido en anteriores comicios.

En contraste con lo sucedido en Europa, sobre todo en Francia y Alemania, y a pesar de la convulsión constante en que vive la política nacional, en España el voto se ha concentrado en los partidos “clásicos”, el PP y el PSOE, que gracias a la polarización llevada al límite, a los errores estratégicos de los nuevos partidos y a la lealtad de millones de electores, han conseguido afianzar su posición dominante. El bipartidismo imperfecto que precedió durante décadas a la fase de fragmentación iniciada en 2014 parece estar en proceso de recomposición, eso sí, con partidos nacionalistas por el momento más fuertes y convertidos al independentismo.

Pedro Sánchez debería aclarar, sin más demora, si su gobierno está en condiciones de gobernar

En el resultado de las elecciones europeas confluyen tres movimientos electorales que conviene retener. Uno fue el que dirigió a la mayor parte del electorado de Ciudadanos hacia el PP. El dato contribuye a explicar el triunfo del partido de Feijóo y, lo que es más relevante, señala la inclinación a la derecha de los votantes centristas en respuesta a la orientación izquierdista del PSOE. Otro movimiento con hondo calado electoral es la ruptura de Podemos con Sumar. La magnitud de la pérdida conjunta de votos queda oculta por efecto del sistema electoral, pero en unas elecciones generales con resultados similares ninguna de las dos fuerzas políticas tendría asegurado el grupo parlamentario, ni siquiera algunos escaños. Y el tercer movimiento electoral digno de reseña ha sido el hecho por casi un millón de electores para unirse a “Se Acabó La Fiesta”, que tuvo el respaldo de una fracción de votantes de VOX. La atracción que esta agrupación electoral inclasificable ejerza sobre los jóvenes airados de derechas, adictos a las redes sociales, podría ser un factor de gran influencia en unas próximas elecciones generales.

El PSOE ha obtenido el mejor resultado de la socialdemocracia europea, pero la coalición de gobierno es más débil. El mapa de España sigue pintado de azul. El PP ha conseguido su tercera victoria consecutiva, ampliando su ventaja al máximo, y la diferencia favorable al PSOE en Cataluña se ha reducido a la mitad. La derecha está dividida, pero reparte más votos que la izquierda, también dividida. La pugna entre Sumar y Podemos por ocupar el espacio electoral a la izquierda del PSOE no contribuye a la fortaleza del Ejecutivo. Los independentistas entenderán que las circunstancias son propicias para satisfacer sus aspiraciones. Y la sociedad española empieza a dar síntomas de cansancio con la polarización, el desprecio de los políticos a las instituciones y la política marrullera. Es a partir de ahora cuando se pone a prueba de verdad la capacidad de resistencia de Pedro Sánchez.

Después de un año cargado de procesos electorales, con resultados en general adversos para los partidos de la coalición, Feijóo ha admitido la posibilidad de una moción de censura y ha reclamado la dimisión del Presidente y la convocatoria de elecciones. Ha declarado, en resumen, que está dispuesto a utilizar todas las herramientas legales disponibles para hacer caer al Gobierno. La petición de elecciones es algo prematura. Pero Pedro Sánchez debería aclarar, sin más demora, si su gobierno está en condiciones de gobernar. El es quien tiene que exigir a los nacionalistas catalanes una respuesta que despeje dudas. Puede tomar la iniciativa y hacerlo a través de una cuestión de confianza. Es posible que las próximas elecciones se retrasen hasta tres años, pero al paso que vamos el desgaste del Gobierno será mucho más rápido. Ya se aprecia en el resultado de las elecciones europeas.