Opinión | LA SUERTE DE BESAR

La paella, un símbolo de resistencia

Podemos comer en casa prácticamente cualquier delicatesen, sin necesidad de interactuar con otro ser vivo

La paella, un símbolo de resistencia

La paella, un símbolo de resistencia / Archivo

Hay cirujanos que, desde hace años, realizan intervenciones a distancia. Cortesía de la robótica. Es una innovación en la relación médico paciente, pero está claro que, si salva vidas, bienvenida sea.

Podemos comer en casa prácticamente cualquier delicatesen, sin necesidad de interactuar con otro ser vivo. Antes nos conformábamos con una pizza y medio litro de helado frente al televisor cuando no estábamos para echar cohetes. Ahora el negocio de la comida a domicilio está en auge y ya no sólo se circunscribe a la oferta del clásico chino grasiento o comida italiana de batalla. Cualquier exquisitez es accesible. Un paquetito delante de la puerta de casa y listo.

Podemos abrir y cancelar una cuenta. Pagar impuestos. Darnos de alta y de baja en la Seguridad Social, realizar una transferencia, domiciliar nuestros pagos o devolver un recibo. Podemos hacer todo esto desde el sofá del salón. Ante la duda, siempre habrá un asistente virtual para resolverla (o lo que sea). No echo de menos relacionarme con el funcionario o responsable de atención al cliente malhumorado y harto de su vida, pero tampoco me molestaba hablar con alguien con cara y ojos. Fue bonito mientras duró. Echo la vista atrás y recuerdo con nostalgia esas explicaciones sobre la obligatoriedad de registrarse en un IAE o los consejos sobre cómo ahorrar a final de mes.

Es posible montar los muebles de la habitación con nuestras propias manitas. Es cierto que la habilidad es un factor a tener en cuenta, pero la posibilidad existe. Alguien nos los trae el día acordado y nosotros hacemos su recepción, firmamos el albarán y respondemos a la encuesta de satisfacción que, días más tarde, llegará al correo electrónico. Nos podemos mantener en forma sin ir al gimnasio. Un TRX colgando de una barra en la pared, unas pesas y sanseacabó. Yo, me, mi, conmigo es la filosofía de vida.

Se puede estudiar una carrera sin necesidad de verle la cara al tutor en cuatro años o de compartir los aprendizajes con los compañeros. Lo bueno es que vas a tu ritmo y gestionas los contenidos a medida. Lo malo es que se acabó jugar a los dados en la cantina de la facultad. Qué tiempos aquellos.

Diseñar un viaje alrededor del mundo desde nuestra cocina es fácil. Podemos comprar los billetes de avión, de barco y para sobrevolar el desierto en globo. Podemos facturar desde nuestro teléfono móvil y elegir el asiento. Si la empresa de ciberseguridad Crowdstrike lo permite, podemos diseñar nuestra movilidad como nos dé la real gana.

Puedo customizar mis deportivas. Elegir el color del lateral, si quiero un logo bordado o de piel o solicitar que las lengüetas sean de forma distinta. Puedo bajarme una aplicación y testear cómo quedarían mis ojos si tensase un poco más los párpados o cómo sería mi cara si definiese mejor mis labios.

A día de hoy, casi casi podríamos vivir con una bajísima interacción con otro ser humano, pero no podríamos disfrutar de una paella. Hay pocos lugares de calidad que permitan disfrutar de un arroz con bogavante o de marisco en soledad. Para ello, hay que ser dos como mínimo y mejor si somos más. Se tendrá que hablar, compartir, brindar, relacionar y puede que, incluso, reír. La paella es hoy un símbolo de resistencia.