NATURALEZA

El observatorio de aves del País Vasco que se ha convertido en la meca europea del turismo ornitológico

Hasta 230 especies de aves pasan cada año por el Urdaibai Bird Center, en plena reserva de la Biosfera, en su migración del norte de Europa a África

José Mari Unamuno, director del Bird Center de Urdaibai, observa con un telescopio las aves que han parado hoy en elas lagunas del humedal.

José Mari Unamuno, director del Bird Center de Urdaibai, observa con un telescopio las aves que han parado hoy en elas lagunas del humedal. / ALBA VIGARAY

Roberto Bécares

Roberto Bécares

Artemisa es una espátula nacida en Kloosterburen, en Holanda, el 6 de junio de 1999. Tiene, como las aves propias de su especie, un larguísimo pico aplanado de pato y patas rosáceas. A lo largo de su vida se la ha visto en Usquert, (Holanda), Ostfriesland (Alemania), Vendez (Francia) o en la Bahía de Santoña, entre otros lugares, entre los que también está el Urdabai Bird Center, en Vizcaya. Aquí, en el “aeropuerto internacional de aves” de Gautegiz Arteaga, se la vio el 22 de marzo de 2023 por última vez, camino de Senegal, adonde viaja en otoño-invierno. 

¿Y cómo se sabe todo esto? “Nosotros con el telescopio leemos el código que tiene en la anilla de la pata derecha. Y al igual que hacemos nosotros lo han hecho en Santoña, en Bélgica...; es una manera de personificar la vida de este ejemplar. Esperemos que vuelva por aquí”, explica José Mari Unamuno, director de este privilegiado centro enclavado en una Reserva de la Biosfera, la de Urdaibai, cuyo epicentro es el río Oka que se convierte en ría al llegar a Mundaka creando unas espectaculares marismas llenas de vida.  

Entrada al Urdabai Bird Center, centro de referencia para ornitólogos y amantes de las aves.

Entrada al Urdaibai Bird Center, centro de referencia para ornitólogos y amantes de las aves. / ALBA VIGARAY

En una de ellas está el Bird Center, gestionado por la Sociedad de Ciencias Aranzadi, una entidad sin ánimo de lucro apoyada por el Gobierno vasco que es muchas cosas a la vez: museo vivo de naturaleza, observatorio, centro de investigación e interpretación... 

Hasta 230 especies de aves usan las dos lagunas estables de este humedal de la marisma alta de la reserva como zona de descanso, de esparcimiento y espacio para alimentarse. Una de las lagunas es de agua intermareal y otra es dulcícola. Una es usada por las aves para lavarse el plumaje o para beber, y la otra para estancia.

Cría de aves

“En esta época está más tranquilo porque es el periodo reproductor. Las aves están criando en el norte de Europa y cuando acaba el verano regresan”, explica el director del aeropuerto de aves, que señala que aun así estos días se pueden ver, además de espátulas y patos, cigüeñuelas, que están precisamente criando, un hecho relativamente extraordinario por estas latitudes y que es fruto del cambio climático.

El Bird Center, creado desde el año 2001, tiene fama ya en el extranjero. “Cada vez vienen más holandeses y británicos. El visitante no suele ser ornitólogo pero tiene relativos conocimientos de naturaleza en general. Saben un poco de plantas, de animales...”, relata el director del Bird Center, que, con la última tecnología, ofrece imágenes on line 24/7 de todo el humedal, y que también está conectado y ofrece imágenes desde distintos puntos observatorios de Europa, para poder conocer más a fondo los periplos migratorios de las aves, desde Islandia hasta cruzar el Estrecho. El espacio, además, tiene diversos espacios expositivos sobre la misma temática: la vida como un viaje continuo.

Detalle de una de las lagunas de la marisma del Urdabai Bird Center.

Detalle de una de las lagunas de la marisma del Urdabai Bird Center. / ALBA VIGARAY

Curiosamente, explica Unamuno, una de las mejores épocas para observar las aves, sobre todo en la migración primaveral, cuando suben al norte desde África, es “que haya borrascas”. “Cuando hay borrascas que pegan del noroeste las aves paran antes de lanzarse al mar para cruzar el Cantábrico para ir a Escandinavia o al norte. A nosotros nos viene mejor el frío porque en primavera, por ejemplo, en los días anticiclónicos, las aves pasan volando”, señala el experto, que destaca la “tranquilidad” que encuentran aquí los más de 40.000 visitantes que tienen al año y la “ilusión” que despierta ya que cada día es diferente. 

“Es muy difícil encontrar eso en un trabajo, que todos los días sean distintos”, aprecia sobre un centro que no destaca por tiener grandes contingentes de aves, como las lagunas de Villafáfila, que pueden reunir a 40.000 garzas, pero sí hay una “gran diversidad de hábitats en una zona relativamente pequeña”, donde pueden proliferar desde anfibios, libélulas y ser territorio predilecto para aves limícolas, que viven en el limo o lodo. 

“Aquí se pueden ver desde aves transaharianas o de Islandia, o de Rusia y Centroeuropa, o americanas, que con los temporales te pueden aparecer aquí”, señala Unamuno mientras observamos perfectamente con los prismáticos a un grupo de cigüeñelas -el centro tiene varios miradores, algunos pegados a la marisma-. “Antes no solías ver garzas o moritos, y ahora los ves, al igual que cada vez ves menos patos, porque se están quedando en Centroeuropa”. 

Uno de los paneles con la gran cantidad de aves que pueden ser vistas en el Aeropuerto Internacional de Aves de Gautegiz Arteaga.

Uno de los paneles con la gran cantidad de aves que pueden ser vistas en el Aeropuerto Internacional de Aves de Gautegiz Arteaga. / ALBA VIGARAY

El Bird Center, que pivota todo sobre la odisea del viaje del ave, tiene acuerdos con varios colegios de la zona, donde con diferentes actividades los estudiantes se convierten en los mejores embajadores de este espacio, que también realiza acciones para mejorar la biodiversidad, con campañas como la que desarrollan en la actualidad para que críe el chorlitero chico creando un habitat específico para él que pase desapercibido a los potenciales depredadores de sus huevos. 

El centro vizcaíno cuenta además con seis habitaciones de alojamiento en un sitio privilegiado, pero lo que interesa es que la gente que venga “tenga cierta inquietud, que lo disfrute”, ya que no es un museo vivo que se pueda ver en otro lugar de Europa. “Un sitio dedicado solo a pájaros, y más concretamrnte a la migración de las aves, no existe en Europa. Los holandeses cuando vienen aquí alucinan”, cuenta Unamuno, que pone el énfasis en que el centro es asi mismo el propio observatorio. No hay que desplazarse, ni hacer un recorrido, como podría ocurrir en el Parque Nacional de Doñana. Todo sobre la migración de las aves está en esta preciosa nave que en su día tuvo un uso industrial.

Varios patos comen y reposan en una de las lagunas del Urdaibai Bird Center.

Varios patos comen y reposan en una de las lagunas del Urdaibai Bird Center. / ALBA VIGARAY