CONCIERTO

María José Llergo en Las Noches del Botánico: el peligro de manejar las expectativas

La cantante defiende bien en escena su más reciente trabajo, 'Ultrabelleza', pero corre el riesgo de quedar atrapada en una propuesta en la que falta profundidad y variedad de voz y sonido

La cantante María José Llergo, durante su concierto en las Noches del Botánico de Madrid, el 10 de julio.

La cantante María José Llergo, durante su concierto en las Noches del Botánico de Madrid, el 10 de julio. / Europa Press / Ricardo Rubio

Ángeles Castellano

Ángeles Castellano

"Me gustaría ser un poquito como ella cuando crezca". "No, yo quiero ser como tú". "No, no, en serio, yo quiero ser como tú". "Yo quiero ser como tú y tener tu edad, para saber que aún me queda mucho tiempo para hacer muchas cosas". En ese diálogo, entre Zahara y María José Llergo (Pozoblanco, 1994), que anoche presentaba su más reciente disco, Ultrabelleza, en las Noches del Botánico, se escondía el resumen de la noche. La Llergo es una artista joven, apenas está presentando su segundo disco y aún necesita recorrido para encontrar su lugar en la música.

Las expectativas son altas y a veces, estar a la altura de lo que se genera alrededor de los artistas es mucho. María José Llergo ofrecía su concierto en Madrid un día después de publicarse en el canal de Youtube de la emisora de radio pública estadounidense NPR, su Tiny Desk. Son conciertos pequeñitos (menos el de C. Tangana, claro, que montó una gran fiesta), desnudos, pero con millones de reproducciones de todas partes del mundo. La Llergo, sexta artista española en grabarlo, lo hizo mientras se encontraba de gira en EEUU la pasada primavera. Antes, además del éxito de su primer disco, Sanación, venía de ganar el Goya a la Mejor Canción por Te espera el mar y su potente y fina voz, de perfecta afinación y melismas generosos que se mueve especialmente bien en las notas más agudas, además de una propuesta que toma algunos elementos del flamenco y de la electrónica para construir canciones pop lo suficientemente singulares, la llevan hacia un lugar en el que lo musical puede quedar opacado por el personaje.

En Madrid salió al escenario vestida de blanco, como salieron todas las mujeres que le acompañaron a lo largo del concierto (los hombres, sin embargo, vistieron de negro). Quizás fuese por una cuestión de encaje estético con el decorado del escenario, varios icebergs o algo que simulaba serlo, sin más intención, parece, que estar ahí y llenar el espacio. Arropada por el teclista y pianista Julio Martín y el baterista Carlos Sosa, pero también por palmas, guitarras e incluso voces pregrabadas, la cordobesa arrancó el concierto con Ultrabelleza, la canción que da título al disco y continuó con Superpoder. La primera sorpresa llegaría al interpretar Visión y reflejo, con los versos rapeados de la segunda parte de la canción sonando grabados, con su voz en directo superpuesta en algunos instantes.

La cantante María José Llergo actúa  en las Noches del Botánico de Madrid.

La cantante María José Llergo actúa en las Noches del Botánico de Madrid. / Europa Press / Ricardo Rubio

Invitadas especiales

María José Llergo domina el escenario y sus canciones. Sin perder el aliento es capaz de mantener las notas y bailar para alcanzar al público repartido por el foso (esta noche, con bastantes huecos en el aforo). Con continuos llamamientos a quererse más ("lo importante es que améis, por favor, que ya bastante odio hay en el mundo", decía), continuaba con De qué me sirve llorar, Juramento (uno de los momentos de mayor intensidad del concierto, con el público coreando mientras bailaba), A través de ti y, por fin, Te espera el mar, que, explicó, era la primera vez que interpretaba en directo. Lástima que la sonorización no permitiese escucharlo mejor, porque para interpretarla subió a escena a un cuarteto de cuerdas (todas mujeres, de blanco, que se olvidó de presentar) que le acompañaron en la canción y se quedarían también con la siguiente invitada: Valeria Castro.

La calificó como "una de esas lucecillas que de pronto me voy encontrando en esta industria", se fundieron en un abrazo, y juntas interpretaron una canción que acaban de componer (y aún no se puede escuchar en ningún sitio). Ambas demostraron su sensibilidad en un tema lento, que resalta la belleza de estas dos voces tan diferentes pero con tanto en común.

Después, con una vuelta de la formación original, vendrían Malaje, La luz, Novix, Tencontrao y Lucha, para desembocar en el clímax de la noche: la aparición en escena de Zahara. "Esta señora me hizo cantar una canción que me cambió la vida. Yo estaba en una relación tóxica y me di cuenta al cantarla", decía al presentarla Llergo. Era inevitable que, con Sansa, en una interpretación íntima de dos voces y una guitarra sutil, se alcanzase el clímax del concierto.

Zahara se quedó para cantar junto María José Aprendiendo a volar, poniendo el contrapunto a la voz desbordante de la cordobesa con un canto suave, casi susurrante. También se les unió Martí Perarnau, que junto a Zahara forman Juno y con la que ha producido algunas de las canciones de Ultrabelleza.

Y después de ese momento de intensidad musical, con todos bailando en el escenario sobre las notas de un tema que invita a bailar ya lo anunciaba Llergo: estaba llegando el final. Para cerrar pasaron por la garganta de la cantante Tanto tiempo, con su bolero Sabor a ti a compás de bulerías incluido por dentro; una versión lenta, traída al terreno vocal de la protagonista de la noche de la copla Pena, penita, pena (con una apabullante introducción del piano de Julio Martín) y la traca final: un Rueda, rueda que puso a botar y a cantar al público antes de decir adiós.

Seguramente en ese interés de seguir siendo ella misma, de mostrarse natural y reivindicar la belleza, la bondad y las cosas sencillas, María José Llergo está creando un personaje del que debería liberarse para poder ensanchar su discurso artístico y su propuesta musical, en la que se echan de menos diferentes niveles de profundidad, de colores, de intensidades. Su camino no ha hecho más que empezar, está, como su canción, Aprendiendo a caminar, y seguro le esperan grandes canciones sin decorados que no significan nada ni vídeos que no añaden más que una distracción a lo verdaderamente importante: su voz.