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¿Fin de ciclo o inicio de uno nuevo?

Mientras que los eurodiputados de grupos euroescépticos de derecha y de extrema derecha representaban menos del 10% del total de los eurodiputados presentes en el Parlamento hace 20 años, esta cifra ha ido aumentando de manera lenta, pero progresiva después de las elecciones de 2009 (11.8%), 2014 (15.7%) y 2019 (18%).

¿Fin de ciclo o inicio de uno nuevo?

¿Fin de ciclo o inicio de uno nuevo? / DPA/ PHILIPPE STIRNWEISS

"Lo que está en juego es nuestra forma de vivir, nuestra democracia y nuestra autonomía estratégica". Estas palabras pronunciadas la semana pasada por el portavoz del parlamento europeo, Jaume Duch, definen muy bien de qué van estas elecciones europeas que se celebran el próximo 9 de junio. La progresión de la extrema derecha a nivel europeo a lo largo de estos últimos años es evidente. Mientras que los eurodiputados de grupos euroescépticos de derecha y de extrema derecha representaban menos del 10% del total de los eurodiputados presentes en el Parlamento hace 20 años, esta cifra ha ido aumentando de manera lenta, pero progresiva después de las elecciones de 2009 (11.8%), 2014 (15.7%) y 2019 (18%).

Según una encuesta llevada a cabo por Ipsos el pasado mes de marzo, y con la que básicamente coindicen la mayoría de los sondeos posteriores publicados en todos los países, por primera vez en la historia los partidos de extrema derecha podrían representar más de una quinta parte de los miembros del Parlamento Europeo. Los dos grandes perdedores son los grupos EPP (demócratas cristianos y conservadores) y S&D (demócratas sociales). El primero, que representaba el 36.6% de los eurodiputados en 2004, se espera que represente solo un cuarto del Parlamento después de las elecciones de junio. Los socialdemócratas, por su parte, sufrirían una caída similar en estas dos últimas décadas años pasando de ocupar el 27.3% de los escaños a menos del 20%.

Aunque la entrada abrupta de partidos de extrema derecha en el escenario político europeo creó gran atención y preocupación tanto en el ámbito político como en el mediático y en el social, es la consolidación progresiva y el aumento constante de su representación parlamentaria lo que debería generarnos mayor inquietud. La irrupción repentina puede ser impactante, pero es la normalización gradual lo que realmente indica un problema de fondo. Si estos partidos, con ideologías que en otro tiempo se consideraban marginales, están ganando terreno de manera constante, significa que existe un malestar ciudadano subyacente que no se está abordando adecuadamente. Las causas de este descontento ya sean económicas, sociales o culturales, siguen latentes y alimentan el apoyo a estas formaciones políticas.

Mientras no se aborden las raíces del problema, la amenaza a la democracia y la cohesión social que representan estos partidos seguirá creciendo, aunque sea de forma silenciosa y gradual. Por eso estas elecciones europeas pueden resultar más importantes que otras precedentes. Así lo piensa también la mayoría de los españoles (62%) según el estudio preelectoral llevado a cabo por el CIS de cara a estos comicios. La pregunta que cabe plantearse es, ¿por qué si son tan importantes la participación electoral se va a situar, con toda probabilidad, por debajo del 50% en el caso de nuestro país? 

Cansancio electoral

No es un hecho novedoso porque las elecciones europeas siempre han generado opiniones ambivalentes e incluso contradictorias. Nuestro sentimiento europeísta, nuestra percepción de lo beneficioso que ha sido y es pertenecer a la Unión Europea, la demanda para que el Parlamento Europeo juegue un papel más importante que el actual e, incluso, el mayoritario interés que despiertan estas elecciones contrasta, todo ello, con la baja tensión electoral. Dentro de las variadas e interconectadas explicaciones está el hecho de que si bien la importancia absoluta de estas elecciones está fuera de duda, comparativamente los comicios europeos ocupan una posición secundaria con respecto a otro tipo de elecciones para la mayoría de los españoles. En concreto, dos de cada tres españoles (65%) consideran que las más importantes son las generales, seguidas de las municipales (14%) y las autonómicas. Solo el 5% menciona las europeas.

A este motivo hay que añadir el indudable cansancio electoral. Las elecciones al Parlamento Europeo del próximo 9 de junio cierran intenso período de distribución del poder político que se inició hace un año con las elecciones municipales y autonómicas (en 12 Comunidades, además de las dos ciudades autónomas) de mayo de 2023. Los resultados de aquellos comicios tuvieron como efecto más inmediato la convocatoria anticipada de las elecciones generales anunciada por el presidente, Pedro Sánchez: las terceras en cinco años. Después, gallegos, vascos y catalanes han tenido la oportunidad de renovar sus parlamentos: elecciones de ámbito autonómico, pero con repercusión (y, por tanto, atención) nacional. Cierre de ciclo electoral, ¿o no? Dos de cada tres españoles (entre quienes se sitúa la abrumadora mayoría de votantes del PP y Vox) dicen que van a votar en estas elecciones teniendo más en cuenta los temas relacionados con la situación política de España que los vinculados a la Unión Europea y el Parlamento Europeo. Un comportamiento que está más presente entre los votantes de la derecha que entre los de la izquierda. A pesar de coincidir en lo mucho que hay en juego en estas elecciones europeas, algunos electores pretenden dar una patada a Pedro Sánchez en el culo de la Unión Europea. Atentos a las posibles consecuencias de esto porque lejos de estar cerrando un ciclo político y electoral, el resultado de estos comicios puede ser el comienzo inmediato de otro.